Vitoria - Uno de los jugadores que más tocados habían quedado en la etapa de Velimir Perasovic al frente del banquillo baskonista era un Pierria Henry que empezó la temporada ofreciendo un nivel notable -tal y como se esperaba cuando en verano se hizo una puesta importante en su incorporación- y que con el paso de las semanas se había ido desinflando, tanto en su juego como, lo peor de todo, a nivel anímico. El base estadounidense, que aterrizó en Vitoria con una amplia sonrisa en su rostro que no le abandonó en el primer tramo de la competición, había pasado a ser una figura triste que deambulaba sobre el parqué según sus números iban decreciendo de manera alarmante. Y no solo eso, sino que esa hiperactividad que había mostrado en los inicios había dejado paso a una preocupante lasitud, una indolencia de como de quien no va con él la cosa impropia de un jugador del que siempre se había alabado su compromiso. Tanto que de un tiempo a esta parte había comenzado a encabezar el listado de las principales preocupaciones del club al comprobar que una apuesta de primera magnitud iba languideciendo sin remisión. Ni siquiera, en un primer momento, el cambio en el banquillo con la llegada de Dusko Ivanovic había variado un ápice esa tendencia y en manos del propio técnico montenegrino estaba ya tomar una decisión fulminante en esta semana en la que el equipo comenzaba a entrenar con cierta normalidad. Cuando más oscuro pintaba su futuro, se produjo la redención de Henry. La lesión de Luca Vildoza dejaba en sus manos toda la responsabilidad en la dirección del equipo el jueves y el base de South Charleston respondió con una exhibición de liderazgo para tumbar al Barcelona. Pero, más allá de sus veinte puntos, cinco triples, tres rebotes, tres asistencias, tres recuperaciones y veintidós créditos de valoración, Pi volvió a poner sobre la cancha su particular contador de revoluciones al máximo para ser de nuevo ese jugador capaz de hacer de todo en los dos lados del campo y de dotar al equipo de una energía especial. Sus celebraciones cada vez que conseguía una acción positiva hablaban bien a las claras de su regreso a los orígenes y el retorno de esa ilusión por el baloncesto que parecía haber perdido ya.
Ahora, imprescindible Esa recuperación de la energía que siempre le ha caracterizado y la lesión de Vildoza, de duración imprevisible -de momento el club ha señalado que esperará dos semanas para comprobar cómo evoluciona la dolencia mediante un tratamiento conservador y entonces llegará una nueva evaluación-, hacen que Henry sea ahora mismo una pieza imprescindible cuando hace unos días las dudas en torno a su futuro eran una evidencia palpable. Y, a decir verdad, sería un elemento importante para unos cuantos clubes del máximo nivel si fuera capaz de mantener en el tiempo esa conexión a máxima intensidad que ofreció ante el Barcelona y que llevaba tantas semanas apagada.
De momento, los mandos de la nave quedan en sus manos, principalmente, con la ayuda que le pueda ofrecer un Sergi García que cumple a la perfección en los pocos minutos de que dispone. El balear, además, ejerce a la perfección la labor de microondas que en muchas ocasiones les encomiendan los entrenadores a los bases que salen en la segunda unidad. Su velocidad propicia un juego mucho más dinámico -tanto en transición como en estático- al no depender tanto del bote y también cuenta con una habilidad especial para conectar con los interiores. La ayuda que pueda ofrecer Lautaro López, convocado el jueves, seguramente no pasará de testimonial durante la ausencia de su compatriota.
A partir de ahí, la capacidad de gestión de Ivanovic -en el aspectos psicológico ya ha demostrado su capacidad para darle la vuelta a situaciones individuales que en la anterior etapa se habían enquistado- será clave en el reparto de esfuerzos durante la ausencia de Vildoza, pues ante el Barcelona ya se evidenció que Henry va a tener que permanecer durante muchos minutos sobre la cancha y en los partidos venideros se empiezan a poner ya cosas importantes en juego, tanto en la competición europea como en la doméstica. Los dos siguientes encuentros en la ACB van a determinar la composición definitiva de la Copa y el Baskonia precisa de dos victorias, mientras que la próxima semana se abre ante el Fenerbahce la segunda vuelta de la Euroliga con poco margen de error.