Vitoria - La nueva versión del Kirolbet Baskonia echará a andar mañana en una temporada cargada de exigencia física, con un mínimo de 68 partidos oficiales fijados ya en un calendario completamente saturado -a los que, si las cosas van bien, se habrán de añadir la Copa del Rey y las eliminatorias de la Euroliga y de la Liga ACB-, y en el que los objetivos del club pasan por hacerse de nuevo un hueco entre los ocho mejores equipos del Viejo Continente, mientras que a nivel doméstico se buscará seguir siendo la primera alternativa a Real Madrid y Barcelona. En los números regulares, dichos retos se alcanzaron la pasada campaña, pero entonces el equipo se desmoronó cuando llegaron los momentos decisivos, sobre todo en las competiciones ACB. Los varapalos en Liga y Copa fueron morrocotudos -en el Top 8 se compitió de tú a tú con el CSKA y el torneo continental rozó el sobresaliente- y de ahí el mal sabor de boca que dejó un curso que anteriormente había marchado por buena senda a pesar de los muchos problemas que pasó el equipo por culpa de la plaga de lesiones que sufrió. Tras la reflexión veraniega, la enésima reinvención baskonista viene marcada por el cambio de prácticamente media plantilla -cinco caras nuevas, a las que hay que añadir el ascenso definitivo de Miguel González al primer equipo-, un grupo de trabajo en el que Velimir Perasovic contará con trece fichas disponibles -por primera vez en mucho tiempo, además, el equipo se ha cerrado antes del comienzo de la competición, aunque no estará al completo para el estreno por la lesión que arrastra Nik Stauskas- para tratar de paliar con los recursos propios los inconvenientes que se vayan presentando.

La continuidad de Velimir Perasovic en el banquillo y de hasta ocho jugadores que ya acabaron la pasada campaña a las órdenes del técnico croata asegura una base de partida ya sólida. La plantilla ha perdido piezas importantes como Marcelinho Huertas, Darrun Hilliard, Johannes Voigtmann y Vincent Poirier -cuatro de los jugadores que, además, apenas sufrieron contratiempos físicos y llevaron el peso del equipo en los meses más complicados con buenos resultados, además de un Jalen Jones que fue poco más que testimonial-, pero recupera piezas como Jayson Granger, Matt Janning, Patricio Garino o Tornike Shengelia que se perdieron muchos partidos por sus lesiones y que seguirán conformando el núcleo duro del equipo junto jóvenes de los que se esperan nuevos pasos adelante, como Luca Vildoza e Ilimane Diop, amén de la incorporación definitiva al primer equipo de un Miguel González que será un fijo en las convocatorias de la ACB por su condición de cupo de formación.

Cinco incorporaciones Para tratar de paliar las considerables ausencias que el equipo ha sufrido, el Baskonia ha recurrido a perfiles muy diversos, aunque siguiendo la fiel línea del club de apostar por algún jugador de renombre internacional y también por algún joven de enorme proyección.

En el juego exterior hay dos piezas nuevas. Para la dirección de juego, llega a Vitoria un Pierria Henry con amplia experiencia en el baloncesto de segundo nivel del continente, un base de marcado perfil físico y con capacidad para generarse sus puntos desde el uno contra uno y también con capacidad para defender duro; llamado a ser referente en la anotación es un Nik Stauskas con una amplia trayectoria en la NBA y vitola de enorme tirador, que tendrá que adaptarse a las exigencias del baloncesto europeo.

La gran renovación se produce en un juego interior en el que Shengelia contará con un escudero desde el arranque de la temporada en la figura de un Achille Polonara que en su trayectoria en Italia se ha mostrado como un jugador muy inteligente y capaz de aportar en varias facetas. La contundencia y solvencia bajo los aros han sido marcas diferenciales de un pívot de tremendo poderío físico como Micheal Eric, que asegura puntos sencillos, intimidación y trabajo sucio en la zona.

Eso sí, el nombre que más expectativas ha despertado es el de Youssoupha Fall, quien tras un año a préstamo en Estrasburgo desembarca en Vitoria con sus interminables 221 centímetros. Paciencia es la palabra que más repiten desde el club con el senegalés, que puede convertirse en un jugador completamente imparable si continúa con su progresión y sigue puliendo los defectos que aún tiene. Si lo consigue, su estancia en la capital alavesa será corta, pero hay que tener calma porque todavía está verde y se tiene que adaptar a una nueva exigencia física superior.

En su permanente reinvención, el Kirolbet Baskonia arrancará mañana el nuevo curso con el reto de siempre: ser competitivo.