Vitoria - Un errático Beaubois prolongó su aciaga jornada al desperdiciar una extensión con su mano izquierda, Poirier vio cómo Benite le arrebataba de las manos un providencial rebote ofensivo y Hannah avanzó raudo hacia el aro azulgrana. Restaban cinco segundos para conservar ese tesoro de un valor incalculable (87-85) que campeaba en lo alto de un Buesa Arena con las uñas en carne viva y desconcertado por los estrepitosos errores de los suyos a la hora cerrar un partido ganado.

El base neoyorquino, apremiado por el tiempo y completamente on fire tras embocar segundos antes dos triples para estrechar el marcador, intentó disfrazarse de héroe con un nuevo lanzamiento ganador desde la línea del 6,75. Fueron unas décimas que contuvieron la respiración de la afición azulgrana, temerosa ante la posibilidad de cosechar una derrota que culminara una semana negra tras la eliminación continental ante el Fenerbahce.

Sin embargo, el aro escupió el proyectil lanzado por el hombre más caliente en manos de Ibon Navarro. Hasta aquí, todo normal con una pequeña salvedad que desató la indignación en el forastero. Mientras Hannah ejecutaba la suspensión, Janning bajó los brazos en su intento de intimidar la acción e impidió el tiro de forma antirreglamentaria. En directo, no se apreció con claridad el contacto, pero la repetición de la jugada no dejó lugar a la duda. Debieron ser tres tiros libres para el UCAM con el reloj a cero, pero el Baskonia respiró de alivio gracias al providencial capote arbitral.

Carlos Cortés obvió la acción en medio de las enérgicas protestas en el bando visitante. Pese a estar perfectamente ubicado, el colegiado gallego evitó complicaciones de última hora. No fue la única jugada polémica que enojó al Murcia, que ya había puesto el grito en el cielo anteriormente tras una falta en ataque de Shengelia a Urtasun que se fue al limbo.

Fue el taquicárdico desenlace de un partido que se le hizo eterno al Kirolbet, incapaz de mantener la compostura en los instantes finales y acreditar un mínimo de puntería ante la simple zona 2-3 pimentonera. Bastó un cambio defensivo de Ibon Navarro para destapar las imprecisiones de los desacertados tiradores de Pedro Martínez, con mención especial para Beaubois y Janning. Y es que nada hacía presagiar semejantes dosis de sufrimiento mediado el cuarto período tras la plácida ventaja facturada por los alaveses (79-66). Sin embargo, el aro se hizo diminuto en las últimas jugadas y el Murcia, a la chita callando pero con fe en sus posibilidades, hizo temblar los cimientos de la despoblada cancha de Zurbano.

toko, capitán general El sufrimiento resultó tan pavoroso como sabrosa la recompensa. Al margen de su laboriosa victoria, el Baskonia se vio favorecido por el inesperado tropiezo del Valencia Basket en Badalona que elimina casi de forma definitiva a los taronjas de la áspera carrera para la consecución de la segunda plaza de la fase regular y deja al Barcelona como solitario rival en busca del factor pista hasta una hipotética final liguera.

Bajo el liderazgo de Shengelia y sostenido por la conmovedora capacidad intimidatoria de Poirier bajo los aros, el Kirolbet siempre llevó la iniciativa en un partido, a la postre, con más sombras que luces. Exceptuando el colmillo afilado del elegante georgiano, autor de reversos magistrales, y los tapones del francés, implacable a la hora de levantar un muro atrás, el vitoriano fue un equipo huérfano de chispa, mordiente y continuidad que acusó con el paso de los minutos el extenuante desgaste de la doble batalla ante el Fenerbahce.

También resultó meritoria la respuesta del guerrillero Murcia, empeñado en rebelarse contra un destino que parecía escrito de antemano pese a los problemas físicos de Faverani y Antelo. Tras hacer lo más difícil, el intento de insurgencia protagonizado por Ibon Navarro y los suyos se topó con una polémica decisión que dio mucho que hablar desde el mismo bocinazo final. El Kirolbet jugó con fuego y mostró debilidades desconocidas ante un rival inmerso en la pelea por el play off, pero finalmente se escapó de las brasas.

Tras un encuentro que retrató la falta de confianza de algunos jugadores -léase Timma o Garino- y la discutible predisposición defensiva, apenas hubo que rescatar el agónico resultado final. Pese a su privilegiada posición en la actualidad, la tropa vitoriana ha perdido por completo el carácter infalible paseado durante el mágico mes de marzo y deberá mejorar ostensiblemente si quiere convertirse en una alternativa de poder en la ACB.

Superlativa actuación en el plano ofensivo. Atrás se contagió de la tibieza generalizada. Lección de reversos y autor de canastas de todos los colores. Casi infalible desde el tiro libre.