vitoria - Como no podía ser de otra manera entre dos pesos pesados del Viejo Continente, en el partido de hoy se vivirán numerosos duelos individuales repletos de interés para el espectador. Uno de ellos medirá en las alturas a los espigados Vincent Poirier y Walter Tavares, dos pívots cortados por el mismo patrón y con vidas hasta cierto punto paralelas al ser auténticos desconocidos antes de su aterrizaje en la ACB. Hoy en día, ambos son las indiscutibles referencias en la pintura de Baskonia y Real Madrid, dos conjuntos con serios problemas en el puesto de cinco cuando alguno de ellos se ausenta de la pista en busca del imprescindible oxígeno.

En el caso del francés, una de las indiscutibles revelaciones de la temporada y último descubrimiento de Alfredo Salazar procedente del Paris-Levallois de la Pro A francesa, sus dos recambios se hallan uno o dos puntos por debajo de su solidez. Voigtmann acumula varias semanas desaparecido en combate con unas prestaciones paupérrimas y una tibieza que por momentos desespera al personal, mientras que Ilimane todavía carece del ritmo ideal recién salido de una lesión que le sobrevino en el peor momento.

Pablo Laso, por su parte, lo tiene mucho peor que el técnico baskonista a la hora de suplir los descansos del gigante caboverdiano. Básicamente porque el Real Madrid carece hoy en día de otro center puro en su plantilla ante las lesiones de larga duración de Ayón -su retorno podría producirse para la Copa del Rey- y Kuzmic, de baja para lo que resta de temporada tras romperse el cruzado de una rodilla.

El mercado de hombres altos en el baloncesto europeo se ha complicado hasta límites insospechados en los últimos años. Los enormes tentáculos de la NBA atrapan a las contadas piezas de calidad y al Baskonia, que no puede competir económicamente con otros clubes por las piezas más deseadas, no le queda otro remedio que arriesgar y acudir a territorios no muy conocidos en busca de algún mirlo blanco.

Con sus imperfecciones y pendiente todavía de alcanzar su madurez, Poirier ha sorprendido a propios y extraños con un rendimiento muy por encima del esperado. Hace tres años pululaba por las catacumbas del baloncesto francés y hoy en día se le adivina un claro porvenir en la NBA si mantiene el crecimiento. De momento, el Baskonia le tiene atado con un contrato hasta junio de 2020 con sus correspondientes cláusulas si el jugador decide romperlo antes de tiempo.

Tavares, por su parte, era conocido por todos cuando fue reclutado por el Real Madrid al poco de ser cortado por los Cavaliers de Cleveland el pasado mes de octubre. Su etapa en la NBA no fue tan exitosa como se esperaba con una participación ínfima (13 partidos) durante las poco más de dos temporadas que permaneció al otro lado del charco. El entrenador con el que debutó allá por 2013 e hizo sus primeros pinitos en la ACB en el Gran Canaria no fue otro que Pedro Martínez, el encargado hoy de que no extraiga provecho a esos casi 240 centímetros de envergadura que le hacen machacar prácticamente sin despegar los pies del suelo.

Descubierto para el club insular por un empresario alemán que regentaba un bar frente a la casa de su abuela, Tavares llegó a Las Palmas con problemas de anemia y psicomotricidad, sin haber jugado nunca al baloncesto -era un aspirante a informático antes de dedicarse al baloncesto-, botándose el balón en los pies y sin resistencia física para mover semejante esqueleto. Eso sí, al igual que Poirier, tenía entre ceja y ceja la férrea voluntad de labrarse un nombre y ganarse una vida mejor tras una infancia de carencias.

Huérfanos del excelso talento de otros pero con una ambición insaciable, nadie discute ahora que son dos jugadores llamados a marcar la diferencia en la ACB debido a sus peculiares características. A escasos metros del aro y bien alimentados por sus compañeros, difícilmente se les resiste la ansiada canasta.

Poirier. En la ACB, donde ha jugado 12 encuentros y tan solo no sería utilizado ante el Tecnyconta Zaragoza por decisión técnica, consigue de media 6,6 puntos y 5 rebotes en 16 minutos de juego. Roza el 60% en tiros de dos (26 de 46) y casi el 80 desde la personal (23 de 29).

Tavares. En seis encuentros correspondientes al torneo doméstico, el caboverdiano promedia algo más de 6 puntos y 6 rebotes en 21 minutos. Eso sí, sus porcentajes en tiros de dos son muy discretos con apenas un 43% de acierto (12 canastas de 28 intentos). También flojea desde el tiro libre con 8 de 14.

Cuando era un aspirante a informático en Cabo Verde, el ahora pívot del Real Madrid fue descubierto por un empresario alemán que regentaba un bar frente a la casa de su abuela. Tras ponerle sobre la pista al Gran Canaria y el viaje a su país natal por parte de varios emisarios del club amarillo, entre ellos Carlos Frade, se sometió a una prueba que resultó una odisea. No en vano, Tavares debió encontrar playeras y calcetines de la talla 52 dado que estaba todo el día en zapatillas y sufría problemas en sus pies.