Vitoria - Este viernes se dará el pistoletazo de salida a una nueva edición de la ACB con un duelo sobrado de picante en el Palau Blaugrana entre el Barcelona y el Baskonia, dos de los gallitos de una competición que amanece con los favoritos de toda la vida y que volverá a estar integrada por 18 equipos a la espera de la paulatina reducción que entrará en vigor durante los dos próximos años con el objetivo de satisfacer las viejas demandas de los participantes en la Euroliga.

Tras siete temporadas alejado de los focos de las finales y por ende de los títulos, el conjunto vitoriano inicia en la Ciudad Condal su particular maratón de partidos que acabará en junio del año que viene. En función de sus logros, podría llegar a disputar la friolera de 80, una auténtica locura que dará pie con seguridad a altibajos y dientes de sierra en el rendimiento. A partir de esta semana, no habrá margen para el respiro con un calendario frenético que volverá a exprimir al Baskonia al máximo física y mentalmente. Ocho o nueve meses por delante en los que la exigencia será máxima. Nadie pone freno a la ambición en los despachos del Buesa y, si bien la competencia se presume feroz en todos los frentes, la campaña amanece con renovadas ilusiones.

Después de una pretemporada otra vez accidentada por el interminable cúmulo de problemas físicos y en la que los internacionales se han reincorporado hace escasas fechas por la disputa del Europeo, tocará buscar antídotos en estas primeras semanas contra la escasez de efectivos. Pablo Prigioni, un técnico novato que en los pasos iniciales en el banquillo deberá lidiar con un grupo corto en cuanto a efectivos, mantiene en la enfermería a cuatro pilares básicos como Beaubois, McRae, Garino y Shengelia. Se trata de un dato inquietante que puede ralentizar más si cabe la consecución de automatismos y la puesta a punto de un equipo en el que únicamente se mantienen cuatro piezas de la pasada temporada (además del francés y del georgiano, Voigtmann e Ilimane).

apuestas ilusionantes Una sana costumbre como gestor de Josean Querejeta a lo largo de todos los veranos reside en remodelar de arriba a abajo el vestuario y este verano no ha sido una excepción con múltiples cambios. Unos, por obligación debido a los enormes tentáculos de la NBA y los grandes transatlánticos de Europa. Otros, en busca de un salto de calidad.

Si bien este inicio se presenta complejo por las lesiones, el Baskonia debe opositar por pura lógica un año más a los puestos correspondientes a la nobleza sobre todo en la ACB. Pese a sufrir la pérdida de referentes como Adam Hanga y Shane Larkin, el club azulgrana ha concretado fichajes ilusionantes para mantenerse en la cresta de la ola.

El dúo Huertas-Granger debe brindar solidez a un timón en el que el bisoño Luca Vildoza ejercerá de comparsa con un papel más residual. La cuerda exterior, la más golpeada ahora por la mala suerte, estará sostenida en estos albores de curso por el volcánico Janis Timma -un alero todoterreno que ha dejado magníficas sensaciones en el Europeo con Letonia-, mientras que está por ver si el espigado Vincent Poirier -hasta ahora único refuerzo para la pintura- será la referencia interior que tanto se echó de menos durante el pasado curso. Al margen del aire fresco que brinden los nuevos, el baskonismo también confía en el paso al frente de otros jugadores como el inédito Beaubois -su estado físico constituye ahora mismo una incógnita- y Voigtmann.

confianza en prigioni Arduas tareas para un timonel novel en estas lides que será examinado con lupa en su primera experiencia en los banquillos. El icono argentino, retirado a primeros de año, ha sido la inesperada apuesta para el banquillo de Querejeta, sumergido en la búsqueda de un técnico de su estrecha confianza como en su día lo fueron Ivanovic o Perasovic, éste tan solo en su segunda etapa en Vitoria. A Pablo le ha llegado la hora posiblemente antes de lo que muchos intuían.

De momento, Prigioni ha entrado con buen pie y conseguido meterse al público del Buesa Arena en el bolsillo, algo de lo que no pudieron presumir otros predecesores en el cargo. Eso sí, pronto deberán despejarse las incógnitas respecto a la capacidad del de Río Tercero para erigirse en ese guía espiritual que dote de estabilidad a un puesto en permanente entredicho en los últimos tiempos. Si algo necesitará con la etiqueta de novato a cuestas, al margen obviamente de buenos resultados, será buenas dosis de comprensión, confianza y paciencia por parte de todo el mundo. El banquillo azulgrana se ha convertido de un tiempo a esta parte en una silla eléctrica, pero Prigioni atesora experiencia, los conocimientos suficientes y carácter para empezar con buen pie esta andadura.

Durante su exitosa etapa como jugador, Prigioni ya era un entrenador con una personalidad arrebatadora y voz de mando sobre la cancha, por lo que la transición hacia una realidad completamente distinta debe ser más llevadera. Dotar rápidamente de una identidad al Baskonia será la primera misión del albiceleste, alabado hasta límites insospechados por los jugadores en la pretemporada pero consciente de que su impoluta trayectoria sobre la cancha no garantiza el éxito en esta nueva etapa que afronta con toda la ilusión del mundo. No en vano, él también arriesga lo suyo cogiendo tan pronto este toro.

Vestuario renovado. Tan solo cuatro jugadores de la pasada temporada (Beaubois, Shengelia, Voigtmann e Ilimane) mantienen su taquilla en el Buesa Arena.

Siete fichajes. El club ha reclutado hasta ahora a dos bases (Marcelinho y Granger), dos escoltas (McRae e Iván Martínez), dos aleros (Timma y Garino) y un pívot (Poirier). Queda todavía por llegar un ‘cuatro’ abierto.

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Desde junio de 2010, momento en que conquistó su tercera ACB de la historia, el Baskonia no ha conseguido inmiscuir su figura en ninguna final liguera. Las dos últimas campañas se ha quedado a las puertas al caer ante el Barcelona y el Valencia Basket.