Jon Ander Cuadra recorrió hace dos veranos los 6.395 kilómetros que separan Vitoria de Buies Creek, en Carolina del Norte. La intención no era otra que la de probar suerte en un mercado que, aunque esté en fase de crecimiento, es desconocido para el público general. El desembarco de jugadores europeos en la NCAA -asociación deportiva universitaria, en la que se engloba el baloncesto-, especialmente españoles, es un rara avis. Pero este baloncestista vitoriano ya lleva dos temporadas en los Fighting Camels de Campbell y piensa realizar el ciclo universitario completo -4 años- allí, tanto deportiva como académicamente.El gasteiztarra ya no es el novato que llegó en 2015 sin apenas conocer la cultura baloncestística que impera al otro lado del charco. Cumplido su año sophomore, la experiencia y vivencias tanto dentro como fuera de la cancha han hecho mella en Cuadra. El primer cambio que se percibe a primera vista es el físico. “Este segundo año he ganado cinco kilos. Soy más rápido, más fuerte y más atlético. Eso ha hecho que mi juego mejore”, explica. Y es que el vitoriano sufrió en su primer año en Estados Unidos por ser “un tirillas”, como él mismo se definió. En la formación de los jugadores norteamericanos se da tanta importancia al desarrollo físico como al baloncestístico, algo a lo que ha conseguido adaptarse. “Ahora soy capaz de medirme físicamente a la mayoría de jugadores”, subraya.

No se ha debido a otra cosa que a un intenso trabajo. Y es que la vida de un jugador universitario puede llegar a ser frenética, con ejercicios de pesas y entrenamientos de baloncesto todos los días, como él mismo relata: “Me levanto a las siete de la mañana. Voy a clase a las ocho y a las diez tenemos un parón para hacer pesas. Después de eso, más clases; posteriormente toca comer y por último una dos horas de entrenamiento con el equipo”. Apenas posee un respiro durante el fin de semana, puesto que la mayoría de ellos tiene partido.

Además, aunque la relación con sus compañeros de equipo ahora es idónea, también requirió un esfuerzo adicional. “El primer año fue duro, porque yo era el europeo y tenía que ganarme su respeto en la cancha, no fuera. Cuando te ven y demuestras de lo que eres capaz, entonces empiezan a llevarse bien contigo”, relata el ala-pívot.

La forma de ver el baloncesto allí también difiere bastante respecto a la que se posee en el Viejo Continente, a pesar de las similitudes que guarda el baloncesto universitario con el europeo. “En Europa se trabaja más la táctica y la técnica individual. Allí te enseñan el juego rápido, de transición. No es todo tan sistemático, hay mucha improvisación y juego individual”, explica con exactitud. Algo que incluso se acentúa en las categorías inferiores: “Los que llevan allí toda la vida despliegan un baloncesto muy individualista. Los jugadores europeos tenemos una mentalidad mucho más colectiva”. De hecho, ese es precisamente uno de los puntos fuertes de Cuadra: “Cuando me ficharon ya me dijeron que me querían precisamente por eso, porque necesitaban un jugador de mentalidad europea, que sepa lo que necesita el equipo y que no se centre en tirar únicamente a canasta”.

a un partido de la locura Los Campbell Fighting Camels no son uno de los equipos punteros de la NCAA, capaz de reclutar a futuros jugadores de la NBA. Sin embargo, el conjunto de Cuadra completó una decente temporada que no pudo ser redondeada con el premio gordo. Se quedaron a un solo partido de disputar el March Madness -locura de marzo-, el torneo universitario por excelencia, más seguido que la propia NBA. Los de Carolina perdieron la final de su conferencia tras meterse en ella por sorpresa. Una derrota que resultó “muy dura para el equipo”, según las propias palabras del gasteiztarra. Sin embargo, este se muestra optimista y se atreve a pronosticar que el curso que viene lograrán ganar la conferencia y clasificarse para el March Madness.

No obstante, no solo de baloncesto vive Cuadra. Está cursando la carrera de Empresariales en Campbell y es uno de los estudiantes modélicos del equipo de baloncesto. De hecho, la NCAA le entregó en 2016 el premio Presidential Honor Roll al estudiante que mejor sabe compaginar el deporte con sus estudios. El vitoriano asegura que esto no es difícil, y que la universidad se preocupa mucho porque los jugadores lleven al día sus estudios, incluso aquellos que reciben la beca únicamente por sus méritos deportivos y son malos estudiantes.

Ahora, con su tercer año universitario a la vista, Jon Ander Cuadra tiene todo planificado para seguir creciendo en la lejana localidad de Carolina del Norte. La falta de minutos es su gran asignatura pendiente: “En este momento de mi carrera puedo dar bastantes cosas. He mejorado mucho físicamente y ya me he adaptado al baloncesto de allí. Tengo todos los ingredientes para poder jugar minutos. Quiero una oportunidad para demostrar todo esto. No obstante, aún puedo mejorar mucho físicamente y me voy a concentrar en ello. Y en sacarme la carrera, claro”, sentencia entre risas.

Edad. 21 años.

Posición. Ala-pívot con posibilidad de moverse al ‘tres’.

Altura. 2,02 metros.

Peso. 95 kilos. Su incremento ha sido notable, ganando a lo largo de esta pasada temporada en el gimnasio más de cinco kilos en masa muscular.

Falta de minutos. Pese a demostrar una mejoría respecto a su primer año, especialmente en el plano físico, el vitoriano no cuenta de momento con la confianza de su técnico, Kevin McGeehan, con el que promedia 3,8 minutos por encuentro. Pese a sus pocas oportunidades, Cuadra ha mejorado su porcentaje de tiro (75%) y sus puntos.

Puntos2,4

Rebotes2

Tapones0,4