vitoria - Con el triunfo del pasado domingo del Fenerbahce en un abarrotado Sinan Erdem Arena, queda refrendada la teoría de la suprema dificultad que entraña para cualquier club repetir título en la Euroliga, una competición interminable y repleta de trampas en la que de poco sirve lo hecho durante una maratoniana fase regular. El cuadro turco acabó quinto a una distancia considerable del Real Madrid, pero a partir del play off de cuartos su tiranía ha sido incontestable. Es imposible discutir sus méritos. Despachó al Panathinaikos por la vía rápida con desventaja de campo y, ya con el aliento de su sexto jugador, firmó sendas exhibiciones inapelables ante los blancos y Olympiacos en la Final Four.

La actual Euroliga ha dejado otras conclusiones. Nadie está consiguiendo implantar una hegemonía durante un mínimo periodo de tiempo en los últimos tiempos. Si bien es cierto que el cuarteto integrado por CSKA, Fenerbahce, Olympiacos y Real Madrid es de largo el que más presencias consecutivas acumula en la Final a Cuatro, se está produciendo un baile de campeones que deja bien a las claras la complejidad de un torneo cada vez más opulento en la que el margen de sorpresa para el modesto se ha reducido a la mínima expresión.

Acaso el Olympiacos, célebre por su enorme gen competitivo y espíritu de supervivencia, se ha inmiscuido en la fiesta de clubes más adinerados que, a base de chequera e inversiones multimillonarias, se han encaramado a la cúspide. El Fenerbahce, dotado de un presupuesto astronómico para fichar a lo que se proponga, ilustra como nadie la frenética apuesta por el talonario en la que están sumergidos los grandes ricos del Viejo Continente. Al final, salvo honrosas excepciones, el dinero sí termina dando la felicidad cuando un técnico como Zeljko Obradovic coloca unos cimientos sólidos y sus jugadores siguen a pies juntillas el ideario baloncestístico de un auténtico caníbal de los banquillos.

El Barcelona levantó el trofeo en 2010, luego llegarían tres éxitos griegos de una tacada -Panathinaikos en 2011 y Olympiacos en 2012 y 2013-, el Maccabi sorprendió al Real Madrid en 2014, los blancos se desquitaron en 2015 jugando en casa, el CSKA rompió por fin su maleficio en 2016 y el Fenerbahce ha sido el último en inscribir su nombre en la lista de campeones. Todavía espera ansioso su oportunidad un Baskonia que, por diversas causas, siempre se queda a medio camino. En una Euroliga cada vez más esquilmada por los enormes tentáculos de la NBA, algún día puede llegar su hora. Por arriba se ha igualado todo y aquí radica la esperanza de la afición azulgrana para ver ascendiendo a su equipo en un futuro al Olimpo de la canasta.