vitoria - El talento de Rodrigue Beaubois es innato, viene de su propia naturaleza. El francés es capaz de cambiar el partido con solo un par de jugadas brillantes, o de sostener a un equipo colapsado en momentos determinados, como ya hizo en más de una ocasión durante la presente temporada. Con todo lo bueno que ello conlleva y también con algunos aspectos negativos. Porque el llamado a ser héroe del partido, que lo fue dado a que gran parte del triunfo recayó sobre sus espaldas, empañó su actuación con una jugada final algo dudosa y precipitada.
A falta de 17 segundos, el escolta se jugó un triple que pudo haber sentenciado el average a favor de Baskonia. Sin embargo, el lanzamiento, que no entró, ni siquiera contabilizó en la estadística por unos pasos previos más que dudosos del jugador. En la siguiente posesión Diop cometió falta sobre Van Rossom, que con los tiros libres robó el average para el cuadro alavés, quedando en manos de la diferencia general que tengan ambos equipos a final de la fase regular, en caso de que queden empatados con victorias. Más allá de las cuestiones posteriores, aquel triple de Beaubois subraya la valentía del francés en los momentos decisivos, pero también es de admitir que no era la decisión más inteligente. El Baskonia podría haber aguantado la posesión para dejar al Valencia prácticamente sin opción de tiro.
No obstante, lejos de este lunar concreto, el papel del francés en el último cuarto fue para enmarcar. Con Larkin firmando un atípico partido gris y Hanga fuera de escena, Beaubois entendió muy bien su papel y salió al rescate de un Baskonia que jugaba con fuego solo como él sabe. Con un triple a falta de 3:30 para el final, rebasó la ansiada cifra de 8 puntos de diferencia para poner al Baskonia nueve arriba. Poco después, aumentó la diferencia con un mate en contraataque para subir la renta a once puntos. Previamente ya había anotado otro lanzamiento exterior y una magnífica bandeja aprovechándose de su gran envergadura. Todo para firmar 10 puntos en el último periodo, cuando en el resto del encuentro había firmado solo 8. Finalmente se fue con 18 puntos, 2 rebotes y 2 asistencias para 10 de valoración. Números no demasiado espectaculares, pero que le otorgaron el honor de máximo anotador del encuentro, y también, del más decisivo. Para bien y para mal, como siempre ocurre con Rodrigue Beaubois, el killer de dos caras.
Porque hasta entonces, su partido estaba siendo más bien discreto, con otros dos triples anotados y un lanzamiento de dos, sin tener tanta importancia en el juego azulgrana como lo hizo contra el Armani, donde tampoco brilló en el apartado estadístico. De hecho, ayer contra el Valencia el galo registró un -2 en la -a veces engañosa- estadística +/-. El mejor en este registro, por cierto, fue Jaka Blazic con un +17, lo que en este caso sí se corresponde con la importancia que tuvo el esloveno en los planes de Sito Alonso.
un monólogo de dos Si antes se mencionó el partido de Larkin, que resultó algo discreto para lo que acostumbra a ser el base en ACB, también es justo mencionar la importancia de este en el último periodo baskonista, junto con Beaubois. Ambos ex NBA fueron los absolutos sostenes del equipo en el último periodo. Y es que de los 22 puntos anotados por el Baskonia en dicho tramo, 20 fueron repartidos entre el de Cincinnati y el de Guadalupe. Solo dos solitarios tiros libres de Ilimane Diop a falta de algo más de un minuto para el final impidieron que toda la anotación llegara a cargo de la dupla titular en el día de ayer. Pese a que una vez más el norteamericano sacó a relucir su talento en los minutos decisivos, tanto su partido como sus sensaciones fueron peores que las del escolta azulgrana. Larkin flaqueó algo en la dirección del ataque baskonista y pecó en ocasiones de errores impropios de él. Por ello, se antoja crucial la actuación del que fuera designado “mejor anotador del equipo” por Sito Alonso, que no es otro que Beaubois. El escolta es esa clase de jugador capaz tanto de ganar partidos como de perderlos. Jugadores que levantan a la grada o la sumen en el abatimiento en cuestión de segundos. Baloncestistas de dos caras. Pero, al fin y al cabo, piezas necesarias en una entidad de renombre como lo es el Baskonia.