Vitoria - Tras el laborioso triunfo ante el Estudiantes, el Baskonia ya vela armas para su próximo desplazamiento continental que le va a trasladar mañana mismo hasta las orillas del río Volga. Será una odisea de más de 4.500 kilómetros para llegar hasta la lejana Kazan, el lugar donde habita el Unics de, entre otros, Quino Colom, Keith Langford y Orlando Johnson, aquel efímero temporero azulgrana a las órdenes de Marco Crespi.

Queda el consuelo de que el club, siguiendo con la línea de esta temporada, ha fletado para la ocasión un costoso vuelo chárter, algo que hará más llevadera la paliza a toda la expedición. El de esta semana será el segundo desplazamiento más largo de los que le esperan este ejercicio en la máxima competición tras el previsto el 9 de febrero del año que viene a Tel Aviv.

Kazan es una tierra desconocida para el Baskonia en la Euroliga. Nunca ha competido en el Basket Hall, una cancha con capacidad para 8.000 espectadores que nunca se llena y donde la presión ambiental es prácticamente inexistente. Un factor que deberá aprovechar el conjunto de Sito Alonso, que en caso de sumar un nuevo triunfo consolidaría su lugar de privilegio entre los ocho primeros cuando la fase regular se acerca a su ecuador.

El Unics ha conseguido su pasaporte para la Euroliga más glamurosa gracias a su condición de finalista de la liga báltica. El rival azulgrana, que sucumbió en la final ante el todopoderoso CSKA, tan solo ha sumado tres triunfos desde el arranque del torneo. Como local no se está mostrando sólido y únicamente ha derrotado al Estrella Roja (65-62) y al Emporio Armani (100-79). Su única alegría a domicilio tuvo lugar contra todo pronóstico (73-81) en la difícil cancha del Fenerbahce. A priori, puede ser un adversario propicio para que el Baskonia dé otro paso hacia los cuartos de final de una competición en la que todavía deben escribirse muchos capítulos. - O.S.M.