Vitoria - No hace muchos años, la Liga ACB era considerada unánimemente como la mejor competición, tanto por nivel deportivo como organizativo, en el panorama del baloncesto solo por detrás de la inalcanzable NBA, pero la competición nacional dista en estos momentos mucho de ser la gran referencia de antaño a este lado del Atlántico. El último varapalo ha sido la constatación de que, por segunda vez en su historia, la ACB contará solo con diecisiete equipos, una competición impar que obligará a que cada jornada un club se quede sin jugar. Ya ocurrió lo mismo en la campaña 2008-09 con la desaparición del Club Bàsquet Girona después de su desastroso matrimonio con Akasvayu que le llevó a la ruina. Entonces, la patronal optó por no ocupar esa plaza que quedó vacante a finales de julio. Ahora, una vez que se constató la renuncia del Gipuzkoa Basket Club a permanecer en la máxima categoría por sus problemas económicos, se ha intentado por todos los medios convencer a los dos equipos de LEB Oro que se habían ganado sobre la cancha el ascenso, Club Melilla Baloncesto y Palencia Basket, para que accediesen a la ACB. En vano. Los norteafricanos, a los que se ofrecieron unas condiciones relativamente ventajosas para entrar en la Asociación, declinaron el viernes la invitación. Como consecuencia, la Liga se queda coja, con un número impar de equipos. Un nuevo síntoma del estado de descomposición en el que vive la competición.

Este episodio ha venido a culminar un verano de grandes sorpresas que viene a corroborar la mala salud del entramado del baloncesto español. Y es que, si mal está la cúspide, todo lo que viene por abajo no está en mejor estado. La crisis económica ha golpeado con crudeza al baloncesto profesional, pero hay quien se mantiene de manera impasible en los usos y costumbres de los años de vacas gordas. Para los que nunca han militado en la patronal, el ascenso a la élite está cifrado en cerca de siete millones de euros, sumando el canon (3,129 millones más IVA), la aportación al fondo de regulación de ascensos y descensos (1,565 millones más IVA), el aval de garantía (600.000 euros) y un presupuesto competitivo, en torno a los 1,5-2 millones. Ni siquiera con la rebaja sustancial del montante económico de los requisitos de acceso han sido capaces Palencia y Melilla de acceder a la ACB para suplir la renuncia del Gipuzkoa Basket.

Y es que la renuncia del club donostiarra fue la gran sorpresa dentro de una competición que se ha habituado a ser un coto prácticamente cerrado. Las exigencias para el ascenso son descomunales, por lo que apenas tampoco se producen descensos. Los guipuzcoanos, en una dramática situación económica, en cambio optaron por bajar de categoría para poder percibir la aportación al fondo de regulación de ascensos y descensos y tratar de sanear sus cuentas con ese millón y medio de euros para asaltar de nuevo la máxima categoría en una mejor situación monetaria, ya que en caso de ascenso el GBC no tiene que abonar el canon -el principal obstáculo para los recién llegados que no tienen pasado en la ACB y que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia podría suprimir tras la denuncia del Burgos que subió sobre la cancha en tres ocasiones y se topó con el insalvable muro económico- al haberlo pagado ya con anterioridad.

una liga casi cerrada A juicio del Gipuzkoa Basket, en la balanza seguir en la ACB era una peor solución que perder la categoría. Eso habla bien a las claras de la escasa rentabilidad de la competición. Y eso a pesar de la entrada en vigor del nuevo contrato televisivo, que eleva de manera muy sustancial los ingresos de los clubes por la retransmisión de sus partidos. Tanto Melilla como Palencia también han visto claro que la inversión que se les solicitaba era exagerada teniendo en cuenta el retorno.

Caso excepcional es el del Club Ourense Baloncesto, con el que hace un año se acordó un ascenso en diferido para que no hubiese diecinueve equipos en la Liga en la última temporada. Doce meses ha tenido el equipo gallego para reunir los requisitos económicos y ha sido incapaz de conseguirlo. Esta misma solución se les ha trasladado a Melilla y Palencia de cara a la campaña venidera.

La temporada 2010-11 fue la última en la que los ascensos y descensos correspondieron con los resultados deportivos. Granada y Menorca abandonaron la ACB para dejar paso a Murcia y Obradoiro.

En la campaña 2011-12 los descendidos fueron Estudiantes y Valladolid, pero ninguno de ellos abandonó la categoría. Quien bajó fue el Lucentum Alicante, octavo clasificado, que, acogido a concurso de acreedores por sus deudas, optó por percibir el fondo regulador de ascensos y descensos. Esa plaza fue ofrecida en condiciones ventajosas al Iberostar Canarias -en situación normal no hubiese podido subir-, mientras que el Menorca, que se ganó también el ascenso sobre el parqué, no pudo consumar su regreso a la ACB.

En el curso 2012-13 Gipuzkoa Basket y Manresa se vieron beneficiados por la imposibilidad de ascender de Burgos y Alicante, situación que los catalanes repetirían justo un año después al no consumarse el ascenso de nuevo del equipo castellano. Menos suerte corrió el Valladolid, que abandonó la ACB al final de la campaña 2013-14 y su plaza la tomó en MoraBanc Andorra, que hizo frente a todos los requisitos económicos de la patronal, siendo el único que lo ha hecho desde 2008.

el ascenso, ni en diferido En la campaña 2014-15 debieron descender Gipuzkoa Basket y Fuenlabrada, pero de nuevo le fue imposible al Burgos completar el ascenso, lo mismo que le ocurrió al Ourense. El caso de los gallegos fue peculiar al tener ya el canon pagado -tenía que afrontar una actualización-, pero no superó la auditoría. Tras recurrir al Tribunal de Arbitraje Deportivo y al Consejo Superior de Deportes, nacía el ascenso en diferido que tampoco este verano se ha completado.

El pasado viernes, con la renuncia del Melilla, se constató el estado de descomposición de una Liga ACB que queda coja -el Estudiantes, el otro descendido, ya había aceptado la oferta para continuar, por lo que tampoco se podía optar por la medida que muchos clubes, entre ellos el Baskonia, defienden de reducir el número de participantes-, con solo diecisiete equipos para la nueva temporada. - DNA