Desde que aterrizaron en Vitoria mediado el curso 2014-15 Darius Adams y Mike James se han convertido en inevitables protagonistas de buena parte de las tertulias baloncestísticas. Se trata de dos jugadores de enorme personalidad y una manera muy particular de entender el baloncesto que no acostumbran a dejar indiferente a nadie. En lo bueno (muchas veces) y en lo malo (probablemente alguna más de las necesarias) son excesivos pero su notable rendimiento a las órdenes de Velimir Perasovic ha provocado -al igual que en muchos de sus compañeros- que se hayan revalorizado exponencialmente en el mercado. Los mejores conjuntos del Viejo Continente -además, claro está, del Baskonia que pretende seguir contando con ellos- han puesto sus ojos sobre sus menudas figuras. Un deseo que, sin embargo, no encuentra por el momento la anhelada respuesta.

Y es que los dos directores de juego estadounidense tienen fijado entre ceja y ceja el sueño de la NBA y se han empeñado en trata de hacerse un hueco en la mejor liga del mundo. Para ello, no han dudado en dedicar el verano a llevar a cabo una particular subasta en busca del premio soñado dejando momentáneamente aparcados los cantos de sirena europeos.

Una decisión bastante habitual entre los jugadores procedentes del otro lado del Atlántico y que ofrece lecturas positivas y negativas tanto para los propios interesados como para sus pretendientes. Porque estirar al máximo los plazos antes de tomar una decisión puede dejar a los bases en una situación complicada si, finalmente, ninguna franquicia americana decide apostar por ellos. Los equipos irán rellenando sus huecos y, si vuelven a llamar a sus puertas, lo harán seguramente con unas condiciones bastante menos jugosas. Si, por el contrario, encuentran acomodo en la NBA en unas buenas condiciones darán un salto significativo en sus carreras y, lo que es más importante en su caso, cumplirían el sueño que han perseguido desde niños.

Lo que es seguro al menos es que ambos no van a escatimar esfuerzos para tratar de conseguirlo y van a dedicar gran parte de sus vacaciones de verano a exhibirse en los diferentes escaparates de que dispone la competición estadounidense. De hecho, tanto Adams como James han participado ya en varios campus y sesiones privadas de entrenamiento de diferentes conjuntos para mostrar sus innegables cualidades sobre el parqué.

Tras la celebración en la madrugada de ayer viernes del draft, se ha activado de manera definitiva la fase principal de los movimiento en el mercado estadounidense y es ahora cuando arranca de verdad la fase caliente para los, por el momento, exbaskonistas. Y es que durante el próximo mes de julio tendrán lugar las diferentes ligas de verano en ese territorio en las que se concentrarán todos los ojos del mundo baloncestístico mundial. Será, probablemente, el último cartucho de Adams y James para convencer a los directores deportivos de la NBA.

En escenarios como Orlando (del 2 al 8), Utah (4-7) o Las Vegas (8-18) se producirá una guerra sin cuartel entre todos los que quieren deslumbrar con su juego en la que únicamente los más afortunados obtendrán la ansiada recompensa. Adams ya ha confirmado su presencia en la primera de ellas defendiendo los colores de Dallas y, a buen seguro que -al igual que James- repetirá en alguna otra.

Todos estos movimienos llevan a que el Baskonia -al igual que el resto de pretendientes- deba esperar a que se resuelva en un sentido u otro esta vía americana para tratar de conquistar definitivamente a los que han sido sus directores de juego este curso. Así pues, resulta evidente que habrá que armarse de paciencia para conocer el final del culebrón.