Vitoria - Pronunciar el nombre de Velimir Perasovic es referirse a una pieza destacada en la ya larga y brillante historia del Baskonia. Con un currículo como jugador al alcance de muy pocos en el Viejo Continente, el croata recaló en Vitoria en plena madurez y pese a tener las vitrinas repletas de trofeos demostró sobre el parqué un hambre insaciable. Con su esfuerzo y calidad como principales argumentos, el conjunto vitoriano comenzó a dar los primeros pasos para alcanzar su época de mayor esplendor. Por ello, entre otras cosas, recibió tiempo después de dejar de defender la elástica azulgrana la insignia de oro y brillantes del club.

Con estos precedentes, a casi nadie le extrañó que al poco tiempo de cambiar el pantalón corto por la corbata Peras recalara en el banquillo local del Buesa Arena. Sin embargo, sus experiencias al frente del conjunto alavés no han tenido ni mucho menos el mismo final feliz que cuando ajusticiaba a sus rivales con sus lanzamientos letales. Y es que las dos veces que se ha sentado en ese asiento ha terminado protagonizando despedidas tormentosas.

La primera vez tuvo lugar hace casi una década. Tras acceder al cargo en noviembre de 2005 sustituyendo a Pedro Martínez y conquistar la Copa del Rey y el subcampeonato liguero de ese curso, el croata repitió al timón del equipo desde el inicio de la campaña siguiente. Cuando todo discurría bajo una aparente normalidad, un inesperado problema de salud desató una tormenta que acabó con el relevo del técnico. Perasovic tuvo que acudir a un centro médico de urgencia por un aparente problema de corazón -el club no ofreció demasiados detalles al respecto- y, pese a que en apenas unos días recibió el alta, el Baskonia utilizó ese argumento para buscar un nuevo entrenador.

Ese abrupto final provocó, como es comprensible, que las relaciones entre ambas partes se enfriaran considerablemente pero el paso del tiempo dicen que todo lo cura y el pasado verano volvieron a reencontrarse. De esta manera, el balcánico volvió a sentarse en el banquillo del Buesa y ha conducido al Laboral Kutxa a la exitosa temporada que está en la cabeza y el corazón de todos los aficionados.

Sin embargo, después de que el club ejerciera a comienzos del año la cláusula del contrato que le permitía renovarle, ahora ha sido el propio Perasovic el que ha decidido marcharse y dejar plantado al Baskonia para fichar por el Efes. El propio Josean Querejeta desveló esta semana la cronología de unos acontecimientos que aseguró que “nadie en el club esperaba” y lanzó un claro mensaje. “Defenderemos nuestros intereses”, avisó.

Y aquí se abre un nuevo capítulo que puede enconar aún más la tormenta que ya ha desatado la marcha del técnico. Porque esa defensa de los intereses a la que alude el presidente baskonista tiene que ver directamente con la indemnización que debe pagar Peras por romper su contrato de manera unilateral. Una cifra que no está fijada específicamente en el documento laboral y que, en estos momentos, da lugar a interpretaciones totalmente opuestas por cada una de las partes. Y es que mientras que el entrenador considera que el dinero a abonar debe rondar los 350.000 euros (aproximadamente el sueldo estipulado para la próxima campaña), el club defiende que le corresponde una cifra sensiblemente superior. De hecho, reclama cerca del doble de lo que ofrece el croata. Así pues, se vislumbra un escenario de muy complicada resolución amistosa si no se reconducen mucho las posiciones de los dos implicados.