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Repaso táctico de Sito Alonso. Al Baskonia le pasó factura el tremendo desgaste físico y emocional vivido apenas 48 horas antes en Estambul. El técnico baskonista no pudo preparar a conciencia el derbi y recibió un soberano repaso táctico por parte del madrileño, que supo hurgar en los puntos débiles del Laboral Kutxa. No encontró en ningún momento un quinteto de garantías y le falló el timón.

La pizarra de Sito. El técnico madrileño preparó a conciencia el partido, maniató el dinámico juego azulgrana y supo hurgar en la herida de un tierno Baskonia que no apareció por Miribilla. Con solo siete jugadores de nivel, el Bilbao Basket acreditó la solidez de la que viene haciendo gala durante toda la temporada.

Bases en crisis. Si Adams y James ya rayaron a un discreto nivel en Estambul, ayer contribuyeron a la confusión con una dirección horrible. El Laboral Kutxa fue un equipo desorientado, blando y que firmó pésimos porcentajes, siempre precedidos de una horrenda selección de tiro. Tampoco apareció el acierto ni la contundencia interior ante la pájara que vive Begic.

bilbao - Impotencia y bochorno a partes iguales en Miribilla, escenario de una batalla campal que dejó en un segundo plano la abrumadora superioridad local. El Baskonia zozobró, vio frenada su óptima escalada de resultados y, he aquí lo peor, escribió uno de los capítulos más negros de su impoluta historia presidida por victorias épicas. Las derrotas forman parte del deporte, pero el lujo que nunca puede permitirse cualquier profesional es perder los papeles, colocarse los guantes de boxeo y zambullirse en una de las refriegas más bochornosas que se recuerdan en la historia de la ACB. Si la competición pretende mantener a buen recaudo su prestigio y su reputación, deberá entrar de oficio y sancionar duramente a los involucrados en un espectáculo lamentable que tuvo su génesis en un golpe de Shengelia a Dejan Todorovic y el posterior deseo de éste de ajustar cuentas.

Porque, más que el correctivo y el incontestable triunfo de un sobrio Bilbao Basket, hubo que lamentar una trifulca para la infamia a falta de siete segundos para la conclusión. Cuando se agradecía la llegada del bocinazo final para hacer borrón y cuenta nueva, dejar atrás cuarenta minutos de auténtica pesadilla para las filas azulgranas en los que nadie se salvó de un naufragio en toda regla, se desencadenó una pelea multitudinaria que dará la vuelta al mundo en los próximos días e inundará los telediarios. Prendió la mecha Todorovic, que recibió una caricia de Shengelia tras una acción invalidada por los árbitros -pasos de salida- y originó la camorra. El georgiano respondió con un derechazo al rostro del balcánico, otro posterior a Bertans y se desató la mundial, con un directivo del Bilbao Basket (Sergio Sánchez) pisando a jugadores baskonistas y los hermanos Diop fuera de sí repartiendo mandobles a diestro y siniestro.

Mientras unos trataban de apaciguar los ánimos, otros echaban más leña al fuego. Consecuencia de la tangana, los árbitros descalificaron a Shengelia y obligaron todos los miembros de los dos banquillos, a excepción de los entrenadores, a abandonar la cancha entre cánticos despectivos del público hacia la actitud del Baskonia. Un episodio surrealista, inaudito y vergonzoso en presencia de muchos niños, uno de los cuales fue consolado por Shengelia en el único gesto caballeroso que mereció la pena por parte de los protagonistas.

Así languideció un partido presidido por el nítido dominio local y la falta de respuestas del Laboral Kutxa, que vivió un suplicio en territorio comanche y vio desfigurado su rostro en la actuación más descorazonadora de la era Navarro. Sin tiempo para reponerse del desgaste físico y emocional vivido ante el Efes, se apagó esta vez la llama del equipo ultra competitivo que había dado la cara ante toda clase de ogros en unos ilusionantes últimos tiempos. No preparó a conciencia un duelo de la máxima dificultad y recibió el baskonismo una puñalada de las que escuecen ante un vecino con ganas de hacer sangre y reivindicarse. Con todo, lo peor de la tarde-noche no fue una derrota sin paliativos que descabalga definitivamente a los alaveses de la pelea por la cuarta plaza de la fase regular.

Y es que el derbi estuvo teñido de color negro. El de un Bilbao Basket que maniató a la perfección a los velocistas y dinamitadores azulgranas. En un partido áspero, trabado, salpicado de interrupciones por las numerosas faltas y de escasa calidad técnica, el Baskonia se convirtió durante muchos minutos en una sombra de sí mismo. Resistió como pudo hasta el intermedio sostenido por su fiereza en el rebote ofensivo, pero su desfallecimiento en el tercer cuarto le envió definitivamente a la lona. Apocado atrás, y descabezado en la dirección por las pésimas decisiones de Adams y James, fue incapaz de adueñarse del tempo.

Empeñados en hacer la vida por su cuenta y sin capacidad para transmitir algo de rigor, ambos estadounidenses contribuyeron de manera decisiva a la confusión y a una anarquía mortales de necesidad. Para colmo de males, tampoco hubo noticias de los francotiradores, ni de los aletargados cuatros ni Begic, inmerso en una pájara prolongada y con una tibieza exasperante a la hora de atacar el aro. La pizarra de Sito Alonso funcionó como un reloj suizo. Ritmo cansino, posesiones largas al son marcado por un Colom que sacó la chistera con pases de fantasía, faltas tácticas para impedir las célebres transiciones alavesas, oportunos cambios zonales a la hora de crear el desconcierto... En definitiva, un doloroso castigo antes de que arreciara una tormenta de golpes en un epílogo para la infamia.

El único que se salvó del naufragio colectivo y acreditó algo de raza en una tarde para olvidar. Contundente en el rebote y eficaz en las contadas ocasiones que recibió el balón bajo el aro.