Vitoria - La conquista de la tercera Liga ACB en 2010 fue el último inolvidable éxito del Baskonia que ha precedido la etapa más difícil y convulsa bajo la presidencia de Josean Querejeta. Desde entonces, los sinsabores y las decepciones se han apoderado de un club que trata de recuperar a marchas forzadas aquel célebre gen competitivo que le hizo temible en cualquier cancha europea. Si algo llama sobremanera la atención, además de los discretos resultados, no es otra cosa que la constante ida y venida de jugadores desfilando por el Fernando Buesa Arena, cuyo vestuario vive sistemáticamente unas peligrosas turbulencias que rara vez suelen conllevar éxitos deportivos.

Los proyectos ganadores precisan siempre de unos cimientos sólidos y de una estabilidad que en los despachos de Zurbano se añora. Básicamente, por las evidentes urgencias de unas altas esferas que no aciertan a definir la identidad de los buques insignias del equipo, sujeto siempre a toda clase de cambios que no ayudan a recuperar la complicidad con una afición desconcertada por tanto baile de piezas. Todos los éxitos del extinto TAU Cerámica se forjaron, en parte, gracias a la existencia de una columna vertebral que era recitada de carrerilla por cualquiera. Salvo el capitán San Emeterio, que cumple su octavo ejercicio en la capital alavesa tras los infructuosos intentos por abrirle la puerta de salida, raro es ahora el inquilino que cumple un largo ciclo de militancia en una entidad obligada a desprenderse de sus mejores activos para cuadrar números e ir renovando el vestuario con el desembarco de jóvenes con proyección que supongan una jugosa fuente de ingresos.

cambiar sobre la marcha La paciencia no es una virtud que se destile en exceso dentro de la personalidad de Josean Querejeta, que no duda en agitar el árbol cada vez que una de sus apuestas para la cancha o el banquillo esgrime dudas y no brinda un rendimiento inmediato. Sus días están contados y así lo denota esta temporada lo sucedido con Orlando Johnson. Corregir sobre la marcha algún error de bulto en la planificación de la plantilla durante el mercado estival se mantiene este curso como una terca tradición. Prueba de ello es el reciente fichaje de Mike James, un base procedente del Kolossos griego que ocupará a corto plazo la vacante de Doron Perkins y puede asumir a partir de enero una mayor responsabilidad en los esquemas de Ibon Navarro si, como parece bastante factible, Thomas Heurtel emigra al Anadolu Efes cuando expire la primera fase de la Euroliga.

El estadounidense, que debutará casi con total seguridad mañana ante el Galatasaray si todos los papeles están en regla, aterrizó ayer en Vitoria para ocupar una taquilla superpoblada desde el verano de 2010. Las lesiones, el intento de elevar cada año la competitividad del conjunto tras unos resultados decepcionantes y las fallidas apuestas para cubrir las sangrantes carencias del grupo en determinadas posiciones durante las cinco últimas temporadas -el agujero del segundo base y la falta de un killer en el perímetro han provocado los mayores quebraderos de cabeza- han elevado hasta 60 la cifra de baloncestistas alineados.

Esta temporada, sin ir más lejos, ya se contabilizan 17 en menos de tres meses de competición y la lista amenaza con seguir subiendo si la marcha del francés a tierras otomanas obliga a rastrear el mercado en busca de un nuevo director. El pasado curso, el Baskonia alineó a 19 merced a una retahíla de temporeros que, a la postre, no rescataron al colectivo de la mediocridad.