vitoria - Aquel niño larguirucho y con cara de no haber roto nunca un plato que llegó a Vitoria con 15 años prácticamente sin saber botar un balón se ha hecho definitivamente un hombre y acaba de ascender a los cielos baloncestísticos. Tiago Splitter, el último gran icono del Baskonia que contribuyó de manera decisiva a la época más dorada del club alavés gracias a una hegemonía espectacular bajo los aros, ya tiene desde la pasada madrugada su primer anillo de la mejor liga del mundo. Los Spurs de San Antonio, una insaciable máquina de hacer baloncesto donde los jugadores procedentes del Viejo Continente se sienten como peces en el agua gracias a la devoción por el juego colectivo que profesa su técnico Gregg Popovich, se tomaron la revancha ante los Heat de Miami y recuperaron el trono de la NBA.

Todos los honores recayeron una vez más en la célebre columna vertebral de la franquicia texana, integrada por Parker, Ginobili y Duncan, o Kawhi Leonard, el merecido MVP de las finales. Sin embargo, en la sombra también ha puesto su granito de arena el cinco nacido en Joinville, que si bien cedió la titularidad a Boris Diaw en los últimos compromisos se ha convertido en un gregario de lujo para que uno de los equipos más estéticos y armónicos que jamás ha dado el anárquico baloncesto norteamericano inscribiese por quinta vez su nombre en el palmarés de ganadores. Splitter firmó 8,2 puntos y 6,2 rebotes en casi 22 minutos en los 59 partidos de la fase regular. En los play off, se ha movido en números similares, aunque el fornido poste galo le ha hecho presenciar el juego desde el banquillo más de lo que hubiese querido.

En su cuarta temporada al otro lado del Atlántico tras poner fin a su exitoso ciclo en Vitoria en el verano de 2010, tanto él como todos sus compañeros se han sacado una espina que les martirizaba desde el año pasado cuanto la gloria se le escurrió de las manos ante el mismo rival en una desgraciada final. En esta ocasión, la superioridad de los Spurs ha sido insultante y prueba de ello es el global de 4-1 registrado en una eliminatoria muy desigual. El internacional brasileño, ganador de dos Ligas ACB, tres Copas del Rey y cuatro Supercopas con la elástica azulgrana, engrosa de esta manera la selecta lista de integrantes del Baskonia que tienen en su poder el anillo de la mejor competición del mundo.

Antes que él, lo hicieron tres jugadores y dos entrenadores. Entre los primeros se encuentran Lamar Odom -bicampeón de la NBA con los Lakers en los años 2009 y 2010-, Richard Petruska -campeón con los Rockets en 1994- y Fabricio Oberto -vencedor con los Spurs en 2007-. Zan Tabak, que sustituyó en noviembre de 2012 a Dusko Ivanovic, lo consiguió vestido de corto un año más tarde con Houston, mientras que Herb Brown era asistente de su hermano Larry en los Pistons cuando los Bad Boys se hicieron con el anillo en 2004. El sargento de hierro neoyorquino también vivió tres títulos de los Chicago Bulls siendo ojeador de la franquicia de Illinois. Pudo haber un séptimo, pero Tony Smith -el recambio de Magic- se quedó con la miel en los labios con los Lakers en la final de 1991.

A sus 29 años, Splitter ha recogido el fruto a la constancia y el sacrificio que le abanderan desde sus inicios. Y es que fueron incontables las horas que invirtió en la centrifugadora de Zurbano al lado de Iñaki Iriarte, el moldeador de jóvenes promesas azulgranas, para mejorar su técnica individual, la mecánica de tiro o su lectura del juego. A diferencia de otros, nunca nació con un don para ser una estrella y se ha ganado con el sudor de la frente su etiqueta como uno de los pívots dominantes del panorama mundial. Desde que la vida le propinó un terrible mazazo en 2009 con el fallecimiento de su hermana Michelle, víctima de una leucemia, el brasileño no duda en dedicarle todos sus éxitos. El de la madrugada del domingo al lunes ha terminado por encumbrarle.