DE sobra conocido es que la del Joventut es una de las canteras más prolíficas y con jugadores de mayor calidad dentro del mundo del baloncesto. De esa factoría han surgido grandes estrellas de la canasta a lo largo de las últimas décadas y en la actualidad, todavía más obligado por los problemas económicos que arrastra la entidad, el club mantiene su apuesta por los jóvenes como tabla de salvación para su futuro. Por ello, los más avispados ojeadores siguen muy de cerca las evoluciones de las categorías inferiores verdinegras. Pues bien, prácticamente ninguno de ellos tendría apuntado en sus libretas hace unos años el nombre de Guillem Vives.
Sin embargo, en la actualidad, este chaval de veinte años recién cumplidos el pasado 16 de septiembre, es la nueva perla de la Penya y el hombre encargado de llevar el timón del equipo en la pista desde su posición de base. Tras la marcha del veterano Albert Oliver al Herbalife Gran Canario el pasado verano y con la escasa relevancia del americano Cochran -su competidor en la dirección del juego verdinegro-, Vives ha adquirido un papel muy importante en los esquemas del conjunto que dirige Salva Maldonado y, desde luego, su rendimiento no está decepcionando en absoluto.
Pero pocos habrían sido capaces de pronosticar algo así cuando, en las categorías inferiores, no destacaba en absoluto y se mantenía a la sombra de otros compañeros con un crecimiento físico y en el juego más precoz. "No ha sido nunca un referente en su generación", explicaba Lluís Riera, ahora ayudante de Salva Maldonado y que le dirigió durante cuatro años en su etapa de formación.
Pero a la hora de la verdad, ha sabido dar el paso adelante definitivo. "Es un base como nos gusta mucho a los entrenadores, un entrenador en la pista. Entiende en todo momento dónde se puede sacar una ventaja, cuál es la mejor solución para el equipo; toma muchas decisiones tácticas y de lectura de juego y tiende a acertar", le define Paco Redondo, técnico suyo en Badalona y en la selección sub' 20.
Su todavía corta trayectoria en la élite tiene un doble punto de inflexión importante en la pasada temporada. Por un lado el trabajo para mejorar su lanzamiento exterior, lo que le convirtió en una amenaza para las defensas rivales también en esta faceta. Y, por otro, sus primeros encuentros en la ACB, entre los que destaca sobremanera el que le midió al Baskonia. El base fue uno de los héroes de la victoria de la Penya -plagada de lesionados y que tuvo que echar mano de los jóvenes de la cantera- el año pasado contra el Laboral Kutxa y ahora ya se ha consolidado como base titular. "Volver a jugar contra el Baskonia es especial para mí. Guardo un gran recuerdo de ese partido, que fue una de mis primeras experiencias en la Liga ACB y en el Olímpic. Es una de esas cosas que no podré olvidar nunca", ha reconocido estos días.