vitoria. Las derrotas, evidentemente, nunca llegan en un buen momento pero hay ocasiones en las que son especialmente inoportunas. De este calibre puede considerarse la encajada el jueves por el Baskonia en el Buesa Arena ante el Estrella Roja. Porque ese encuentro correspondiente a la cuarta jornada de la Euroliga se presentaba como una ocasión inmejorable para dejar muy encaminado el pase al Top 16, el principal objetivo este curso en la competición continental.
Tras haberse estenado con triunfo en casa ante el Maccabi, sumar una derrota dentro de la lógica en Atenas y vencer a domicilio al Lietuvos, se presentaba en Vitoria el colista del grupo, que aún no había estrenado su casillero de victoriasl El escenario ideal aparentemente para encadenar un nuevo éxito, dejar a la escuadra serbia prácticamente ya sin opciones de reacción y aprovechar también el nuevo tropiezo del Lietuvos como local ante el Maccabi.
Sin embargo, como acostumbra a suceder habitualmente, las cuentas de la lechera saltaron por los aires a la conclusión de los cuarenta minutos. El conjunto de Sergio Scariolo ofreció la versión de las peores noches y encajó un merecido varapalo que le enfrenta a un panorama bien diferente a partir de ahora. Al margen de que, lógicamente, cuenta con un triunfo menos (dos) de los calculados en principio, ha dado oxígeno a un contrincante que se asfixiaba. Todo ello, justo cuando debe encarar la fase a priori más complicada de su calendario particular.
De esta manera, en las próximas tres semanas tiene que actuar como visitante en las pistas del Lokomotiv Kuban y el Maccabi-colíderes con un balance de 3-1 en sus respectivos casilleros- y recibir en el Buesa Arena al potente Panathinaikos, actual tercer clasificado.
En definitiva, un panorama complicado que obligará a la tropa de Sergio Scariolo a tener que sumar algo positivo en alguno de estos duelos de la máxima exigencia si no desea complicar mucho el acceso a la siguiente fase de la Euroliga. Bien es verdad que todavía queda mucho por delante pero no lo es menos que tres derrotas consecutivas supondrían una losa muy complicada de levantar.