llegó ayer a Vilnius procedente de Belgrado, donde había permanecido las últimas semanas entrenando por su cuenta en espera de alguna llamada que le sacase del más absoluto de los ostracismos. Realizó el entrenamiento vespertino a las órdenes de Scariolo en el que se empapó mínimamente de los sistemas del equipo, pero ello no fue óbice para que disputase en el Siemens Arena -precisamente la pista donde se granjeó hace años una excelente fama a nivel internacional- uno de sus mejores partidos como profesional. Milko Bjelica no se apiadó de su exequipo, un Lietuvos Rytas al que endosó la friolera de 16 puntos en poco más de 13 minutos y hundió en la miseria desde su mismo ingreso en la pista a poco más de cinco minutos para el final del segundo cuarto.
El poste montenegrino regresó a lo grande a un Baskonia que prescindió el pasado mes de junio de sus servicios para dar un nuevo giro de tuerca a una pintura demasiado huérfana de músculo y envergadura. Tras la lesión de Hamilton, en el mercado no existían muchas mejores opciones que la de este liviano cuatro-cinco que no destaca precisamente ni por su potencia física ni por su atleticismo. Como se encontraba en el paro y necesita revalorizarse una vez acabe su vínculo temporal en la capital alavesa, Milko aceptó la propuesta de Querejeta convencido de que hará un buen papel para terminar recalando más tarde en otro club puntero. Con papeles como el de ayer, más de uno se habrá arrepentido de no haber apostado por los servicios de un baloncestista de equipo que, sin ser una estrella, es del gusto de la mayoría de entrenadores por su trabajo silencioso.
En el Buesa Arena, su rendimiento fue de más a menos durante sus dos temporadas de militancia. El pasado curso, en consonancia con el equipo, rayó a un vulgar nivel que le costó su marcha. En el pasado Europeo de Eslovenia, pudo firmar números interesantes que no le sirvieron para seguir desarrollando su carrera como baloncestista. El Baskonia le ha rescatado de nuevo del olvido y su heroica actuación de ayer ya ha servido para justificar la apuesta de la secretaría técnica.
Su aparición resultó devastadora para un Lietuvos que no encontró la forma de pararle. Bjelica convirtió siete de sus diez tiros de campo. Nada más entrar, dejó muestras de sus intenciones al anotar 7 puntos de una tacada que permitieron al Laboral Kutxa retirarse al vestuario con cuatro puntos de ventaja. Su buen nivel tendría continuidad más tarde. De hecho, junto a Nocioni y Jelinek, se erigió en el brazo ejecutor de los bálticos con un álgido repertorio ofensivo. Tanto atrás como en el rebote, Milko también colaboró de forma activa para que la ausencia de Hamilton resultase, a la postre, anecdótica. Incluso se permitió el lujo de hacer varios mates, algo que no es su especialidad.