Vitoria. Soplan aires de cambio en el Buesa Arena. Josean Querejeta ha abierto los ventanales y un huracán ha provocado la que se antoja como la mayor revolución de los últimos años en el equipo azulgrana. Con un técnico consolidado al frente como Sergio Scariolo, que regresa a la capital alavesa 14 años después, el combinado gasteiztarra inicia esta mañana su periodo estival de preparación. Un grupo muy diezmado por las lesiones y los compromisos internacionales emprende un camino árido y plagado de baches, con el objetivo, como ha manifestado el técnico italiano, de convertirse en un bloque compacto, sólido, que logre sacudir las dudas que alberga la afición ante la ausencia de nombres.
Ha sido un verano especialmente complicado para el baskonismo. Las apreturas económicas que limitan el radio de acción de la directiva a la hora de realizar incorporaciones ha marcado en exceso la elección de los mimbres con los que contará Scariolo. El equipo todavía no se encuentra cerrado, aunque eso no representa ninguna novedad. En principio, a raíz en parte por el problema de los cupos, resta tan sólo una incorporación, pero con un Eurobasket que puede servir de escaparate de por medio, nada puede aún descartarse.
Lo único seguro es que Scariolo tendrá que recuperar las viejas señas de identidad del club azulgrana para fijar el nuevo rumbo a seguir. El italiano aspira a contar con pupilos dispuestos y entregados a la causa. Considera que, por encima de las grandes estrellas -que escasean en esta ocasión en un vestuario con menos glamour-, la vía que debe seguir el equipo vitoriano para competir pasa por configurar un plantel granítico, más visceral y menos desalmado que el de los tres últimos años de sequía. Aun así, no resultará sencillo plantar cara a los grandes como se hacía antaño.
La enorme brecha presupuestaria que se ha abierto entre Barcelona, Real Madrid y el resto supone un obstáculo a priori insalvable, y en función de esa realidad, imposible de ocultar, se han fijado los objetivos que deberá perseguir el equipo que hoy echará a andar. Scariolo reconoció recientemente que Josean Querejeta le ha exigido tan sólo dos metas: acceder al Top 16 y regresar a las semifinales de la ACB de las que el pasado curso le apeó contra todo pronóstico el Gran Canaria de Pedro Martínez. Lo demás será un añadido. En cualquier caso, incluso para alcanzar estos niveles, no hace tanto mínimos, habrá que afinar la puesta a punto y sacar el máximo partido a una plantilla en la que varios jugadores deberán dar un paso al frente y asumir mayor protagonismo del que tuvieron la anterior temporada con Ivanovic y Tabak.
Las salidas de Nemanja Bjelica y, más aún, Maciej Lampe rebajan la nómina de referentes ofensivos. El polaco, ahora en las filas del Barça, fue junto a Andrés Nocioni el jugador que asumió el protagonismo en las citas de calado, mientras que el serbio, con mayor intermitencia, tiró del carro en algunos partidos -como el de Tel Aviv- en los que la juventud de otras piezas salió a relucir. Ahora ya no habrá red de seguridad. Sin Lampe, Nemanja y Oleson, tres titulares del pasado año, a hombres como Pleiss, Causeur o Heurtel les toca demostrar su verdadera medida.
Fernando San Emeterio también recuperará galones. El hecho de que Nocioni pase a engrosar la nómina de interiores evita el overbooking de talento en el puesto de tres y sitúa de nuevo al cántabro en el primer plano. La llegada de Walter Hodge, un timonel de gran calidad y desparpajo anotador, aportará más competencia a Heurtel, pero la mayor parte de las dudas se ubican tanto en los puestos de escolta como en las posiciones más próximas a los aros.
Escoltas e interiores No eran pocos los que esperaban que Querejeta diera un golpe de efecto con la contratación de un exterior dotado para anotar compulsivamente. Las estrecheces de las arcas, sin embargo, lo han impedido y la responsabilidad queda ahora en manos de Causeur y un Jelinek que el pasado ejercicio no satisfizo en absoluto las expectativas de nadie cuando llegó en calidad de sustituto de Oleson.
También Tibor Pleiss necesita sacudirse las dudas y la vitola de novato que le persigue e incluso garantiza un trato desfavorable por parte de los colegiados. Es ahora mismo junto a Hamilton, del que se espera mucho y se necesita más, el único interior puro de un equipo que durante la última década siempre ha contado con uno de los mejores postes del continente (Tomasevic, Oberto, Scola, Splitter, Barac, Lampe...) en sus filas.
Scariolo sabe que, en todo caso, los nombres deben quedar en un segundo plano. Por deseo o por fuerza, esa debe ser la norma que rija los designios de un equipo que va a echar de menos a los cinco jugadores que van a disputar el Eurobasket con sus selecciones y dispondrá de muy poco tiempo para preparar con garantías la primera cita oficial del curso, en la que ejercerá como anfitrión.
Queda mucho camino aún por andar para la Supercopa que acogerá el Buesa el 4 y 5 de octubre. Pero también Scariolo tiene mucho trabajo por delante. Su reto parece claro: conseguir que un puñado de jóvenes y hambrientos jugadores se convierta en el bloque sólido y fiable que aglutine los valores que sirvieron en su día para que el club ingresara en la aristocracia continental.