aterrizó en España en el año 2009 cuando apenas tenía 17 años. Procedía de Brasil, concretamente de una localidad cercana a Río de Janeiro donde era apodado desde niño BebéGigante debido a su imponente envergadura y complexión física. Lucas Nogueira, cuyos interminables tentáculos se cruzarán este domingo en el Fernando Buesa Arena en el camino de los jugadores del Laboral Kutxa hacia el aro dentro de la penúltima jornada de la fase regular, se ha convertido en una de las sensaciones de esta ACB cada vez más huérfana de jugadores mediáticos que despierten el interés del aficionado a la canasta. Todavía se halla a años luz de ser un pívot dominante en la pintura, pero su espectacularidad y atleticismo le han llevado al primer plano. No hay jornada en la que una de sus acciones de este espigado interior de color y con pelo afro no provoque un murmullo de admiración en la grada.

Descubierto por un antiguo entrenador brasileño en un campus de Adidas de Sao Paulo que facilitó los pertinentes informes al Estudiantes, no se distingue todavía por ser el clásico pívot estilista que marca la diferencia gracias a sus excelsas condiciones técnicas. En espera de que a sus 20 años evolucione como todo el mundo confía, amparado en una espectacular capacidad atlética y una elasticidad de goma, imprime su sello a la hora de aportar los vulgarmente conocidos como intangibles del baloncesto. Todo eso que no aprecia la estadística pero que es muy valorado por los entrenadores. "A lo mejor no he explotado aún del todo, pero estoy muy contento con la temporada que estoy haciendo. Quiero mejorar todos los días. La verdad es que el año anterior, cuando apenas jugué, no está teniendo nada que ver con éste. Me siento muy feliz por contar con la confianza de mis técnicos y de la directiva", desvela a DNA la nueva perla colegial, cuyo contrato con la entidad madrileño expira el 30 de junio de 2014.

A Nogueira, el nuevo ídolo de La Demencia que siempre demanda su presencia sobre la cancha -"sé que les gusta mi juego y valorar lo que hago", enfatiza-, le avalan su pasmosa facilidad para mantenerse durante segundos en el aire, sus rebotes, sus tapones o esos increíbles alley oops que levantan al público de los asientos. En definitiva, el retrato robot perfecto para un ojeador de la NBA, para quien los hombres altos de más de siete pies -mide 2,13 metros pero de envergadura son 20 centímetros más- suponen una bendición caída del cielo y una tentación irresistible. De ahí que se haya inscrito en el draft del próximo mes de junio. Las previsiones apuntan a que será elegido en la ceremonia del Madison Square Garden en primera ronda, por lo que su andadura en la ACB podría tocar en breve a su fin.

un futbolista frustado La explosión de Nogueira se ha producido en la presente temporada después de que su buen rendimiento en la pretemporada obligara a Txus Vidorreta a frustrar en el último momento su cesión a la Adecco Oro. El Cáceres, equipo donde militó hace meses el baskonista Devon Van Oostrum, le esperaba con los brazos abiertos después de que el pasado ejercicio tuviera un protagonismo residual a las órdenes, primero, de Pepu Hernández y, más tarde, de Trifón Poch. Como la crítica situación colegial en la tabla demandaba entonces veteranía y oficio, el brasileño -que ya puede actuar como cupo en la Liga Endesa tras jurar la Constitución en enero de este año- fue relegado al ostracismo.

Hermano de un antiguo jugador de fútbol (Sandro Riva), practicó el deporte de masas de su país hasta que, casi obligado por su imparable transformación física, descubrió su fervor por el baloncesto a los 14 años de edad. Rodrigo Kanbach, su mentor, comenzó moldear a un jugador con impagables condiciones para triunfar en el deporte pero, al mismo tiempo, excesivamente delgado -una de sus asignaturas pendientes pese a haber ganado kilos en los últimos tiempos-, huérfano de coordinación, técnica individual y del conocimiento de los preceptos básicos. "Como cualquier brasileño, tenía la ilusión de ser futbolista, pero por ser de un tamaño más grande de lo normal no pude conseguirlo. A los 15 ó 16 años, pegué el gran estirón y ya tuve que desistir... je je", recuerda.

Sus detractores también le reprochan su poca capacidad de sacrificio, su desinterés hacia los estudios o su excesivo ego para tratarse de una promesa que, como se dice vulgarmente, todavía no ha empatado con nadie en la cancha. Él hace autocrítica en este sentido. "Seguro que tengo muchas cosas que mejorar. Hasta un jugador de 35 años se ve obligado a progresar. No queda otro remedio porque la ciencia va evolucionando cada año. O lo haces, o tarde o temprano dejarás de jugar. Hay días en los que las cosas me salen mejor o peor, pero lo importante es trabajar y mostrar una mentalidad positiva", reconoce sin tapujos.

En abril de 2011, Nogueira ya causó una grata impresión en el Nike Hoop Summit, aunque sus progresos se hicieron más patentes en el Mundial sub-19 de Letonia. Con 9,6 puntos y 8,8 rebotes de media, provocó que los cuadernos de los ojeadores americanos echasen humo. Seguro que muchas franquicias se pelearán en junio por sus derechos en el Madison Square Garden de Nueva York. "Si voy a la NBA, no quiero estar sentado en el banquillo como les ocurre a muchos. Primero, me gustaría hacerme un nombre en Europa. Si salgo drafteado en una buena posición, decidiré junto a mis agentes lo mejor para mi carrera", avanza el brasileño.