vitoria. Cuentan los historiadores y los expertos en crónica bélica que dos figuras de la talla de Adolf Hitler y Napoleón Bonaparte incurrieron en el mismo error estratégico mientras trataban de extender su hegemonía territorial. Los dos creyeron que sus respectivos ejércitos contaban con la suficiente fortaleza como para marchar contra Rusia y conquistarla. Sucumbieron ante el frío y el espíritu indomable de sus habitantes. Para ambos, en distintas épocas, aquel intento de marchar sobre Moscú supuso el principio del fin de sus respectivos imperios. Para el Caja Laboral de Zan Tabak, en cambio, puede suponer su primer gran paso hacia la gloria.

El conjunto baskonista emprende hoy el difícil camino hacia la quinta Final Four de su historia. Cargados de confianza, mucho más relajados de lo que cabría esperar ante las complicaciones que presenta la cita, los jugadores del equipo azulgrana buscarán esta tarde asestar el primer hachazo a un rival temible en una cancha más que complicada. Zan Tabak, no obstante, ya lo dijo el lunes: "Es difícil ganar en Moscú, pero no imposible". De hecho, a pesar de la fortaleza como local del equipo del Ejército Rojo, otros dos equipos de la ACB, Unicaja y Barcelona, han sido capaces de escapar con la victoria de la capital moscovita.

En el vestuario baskonista hay hambre. Muchos jugadores jóvenes afrontan esta eliminatoria como una ocasión inmejorable para situar su nombre en el mapa. No hay ni un jugador en el equipo vitoriano que haya podido disfrutar de la ocasión de disputar una Final Four. Ni siquiera los veteranos. Andrés Nocioni se quedó a las puertas en su última campaña antes de cruzar el Atlántico. Fue precisamente el CSKA, en aquel partido de infausto recuerdo en el que Papaloukas acabó ganándose la fobia eterna del baskonismo, quien lo apeó a las puertas. También Fernando San Emeterio sucumbió ante los rusos en abril de 2010, en el último precedente. Lo que para unos es apetito de gloria para otros es ánimo de venganza. Y en esas coordenadas afronta el Caja Laboral una serie en la que la voluntad puede equilibrar las desigualdades.

Tabak sabe que no basta con querer ganar, algo que por otra parte no siempre ha hecho este equipo. Al margen de poner toda la carne en el asador, resultará necesario alcanzar un nivel de acierto máximo. El CSKA no se anda con chiquitas. Es el mejor equipo del continente y está obligado a pelear por el título, casi a ganarlo. Quedar fuera de la final a cuatro sería un fracaso para los rusos. No lo sería, desde luego, para el Baskonia, pero el equipo, empezando por el entrenador, navega con la ambición por bandera.

El técnico croata trata de mantener a todos sus jugadores motivados. Ante un equipo con una plantilla tan dilatada como la del CSKA, no vale otra cosa. No bastará con que los puntales den el máximo. El cuadro azulgrana requerirá de la aportación de los secundarios para mantener el nivel de intensidad que fija el combinado ruso durante los cuarenta minutos de partido.

A partir de ahí, como ya avanzó el entrenador antes de emprender el viaje a Moscú, resultará crucial limitar el número de errores. Sólo así se podrá culminar el asalto al Kremlin, conseguir al menos una victoria en Moscú, aunque en el seno del vestuario sólo se piensa en ganar el duelo de esta tarde. La frías y lejanas tierras rusas, donde comenzó el fin de los ejércitos de Hitler y Napoleón, pueden suponer el vergel del que nazca un nuevo equipo de leyenda.