hay momentos imborrables en la trayectoria de cualquier baloncestista que siempre se recuerdan con nostalgia y cariño. En la vida de Maciej Lampe está subrayada en rojo la fecha del 7 de febrero de 2008, el día en que el actual pívot del Baskonia firmó una de sus actuaciones más excelsas vistiendo la elástica del rival que puede precisamente pasado mañana certificar la defunción continental del cuadro alavés. La localidad de Vidnoye acogió la final de la Copa rusa entre el imbatible CSKA de Ettore Messina, una máquina insaciable de recolectar títulos, y el Khimki, un conjunto enclavado en una pequeña región de la periferia moscovita que por entonces apenas contaba con una década de existencia. Todos los pronósticos estaban decantados hacia el cuadro del Ejército Rojo, pero el interior polaco se encargó de liderar una de las grandes sorpresas del baloncesto de este país del Este europeo en los últimos tiempos.

En una de esas clásicas noches con las que sueña hasta la estrella más rutilante, Lampe desarmó a uno de los grandes ogros del mundo de la canasta con un papel sublime. Sus dobles figuras (26 puntos y 13 rebotes) le granjearon la merecida vitola de MVP y el Khimki, dirigido entonces por el lituano Kestutis Kemzura, recogió los frutos a su sacrificado esfuerzo por incrustarse en la élite con una victoria inapelable (85-67) que supuso el primer título desde su nacimiento. El cinco nacido en Lodz era el principal bastión de un colectivo que contaba con otros lugartenientes de lujo como el exbaskonista Burke, Ponkrashov, Rannikko, Wilkinson, McCarty o Ewing. Apenas unos meses más tarde, el CSKA se tomaría la revancha en la gran final de la Superliga rusa, pero ello no empañó la brillante campaña a nivel individual del tan criticado poste del Caja Laboral.

Lampe, que había recalado en el Khimki en verano de 2006 después de poner fin a su tormentosa etapa en la NBA y de que el Dynamo de San Petersburgo -el club que le contrató en primera instancia- se declarase en bancarrota un día antes del arranque oficial de la temporada, se había revalorizado de tal manera que el Khimki apenas titubeó a la hora de ofrecerle una renovación millonaria. Tres años de contrato a razón de 1,2, 1,5 y 1,8 millones de euros fueron la excusa suficiente para que desoyera el interés de otras entidades punteras de Europa y decidiese echar raíces en un conjunto que estaba poniendo toda la carne en el asador para ser algo más que una alternativa al CSKA. Tampoco le fueron mal las cosas en el ejercicio 2008-09, saldado con sendos subcampeonatos de la Superliga rusa y de la Eurocup, en la que rodeado de un proyecto multimillonario (Delfino, Garbajosa...) bajo la batuta de Scariolo se quedó a las puertas de la gloria tras perder la final de Turín (80-74) ante el Lietuvos Rytas.

Aquellas fueron las últimas pedaladas que dio en la periferia de Moscú, ya que el Khimki no pudo asumir los elevados números de su contrato. La entrada en escena del Maccabi le empujó a cambiar de aires pese a las trabas de su club de origen para conceder el transfer. El indudable prestigio que adquirió durante esas tres campañas ataviado con la elástica amarilla del Khimki se marchó por el sumidero en apenas tres meses en Israel, donde el díscolo Pini Gershon penalizó su falta de sacrificio en defensa relegándole al ostracismo. En ese momento, optó por orientar nuevamente su carrera hacia Rusia enrolándose en el Unics Kazan. A orillas del Volga, consiguió el segundo y, de momento, último título de su carrera con la conquista de la Eurocup en el curso 2010-11 frente al Cajasol.

Coincidiendo con la llegada del partido más importante de los disputados en la Euroliga, los sentimentalismos deberán aparcarse a un lado. Al Caja Laboral únicamente le vale la victoria y, por ello, Lampe deberá multiplicarse en los dos aros para dar la oportuna réplica al poderoso juego interior de Kurtinaitis integrado por Loncar, David, Augustine y Davis, más la puntual colaboración de los versátiles cuatros Fridzon y Monya. Es la hora del despegue definitivo y apelar al espíritu de aquella memorable noche ante el CSKA constituirá una de las premisas básicas para que la tropa adiestrada por Zan Tabak prolongue, al menos durante una semana más, su andadura por el torneo más glamouroso.