Vitoria. Resulta complicado determinar los porqués de esta nueva recaída del Caja Laboral. De parecer un equipo incapaz, pasó en su día a revelarse como un plantel sobrado de confianza y con argumentos para ganar casi a cualquier rival, pero en las últimas semanas se ha vuelto a precipitar al vacío. Coincidiendo con la venta de un Brad Oleson que sin justificar su elevado sueldo era una pieza importante en varios aspectos del juego, el equipo azulgrana se ha vuelto a desmoronar y en el partido de ayer ofreció la impresión de ser todo menos un colectivo.

Tan sólo algunas actuaciones individuales, más marcadas por la voluntad que por la cordura, permitieron al equipo vitoriano escapar de Santiago con un resultado que no resultara aún más escandaloso. Nemanja Bjelica, a quien muchos acusan habitualmente de frío o poco comprometido, se echó el equipo a las espaldas e hizo la guerra por su cuenta para tratar de enjugar en cierta medida la desventaja. Lampe fue el único sostén baskonista en la primera mitad y Cabezas, a quien Tabak entregó una patata muy caliente, pudo al menos frenar la sangría de pérdidas.