Vitoria. Todos los estamentos del Baskonia coincidían antes de la Copa del Rey en que el fichaje de Omar Cook había supuesto un soplo de aire fresco para una dirección desangrada desde la marcha de Prigioni. El estadounidense, recambio de Rochestie, había contribuido a dotar de estabilidad a un puesto crítico donde la bisoñez de Heurtel y el ostracismo de Cabezas aconsejaban a buscar en el mercado una pieza consolidada dentro del Viejo Continente que aportase ciertas dosis de oficio y tablas en los momentos comprometidos. El penúltimo hombre en alistarse en el ejército de Tabak, sin ser el único culpable del desaguisado del último cuarto, arrastró ayer al Baskonia hacia el más absoluto caos y alumbró el desastre con una dirección nefasta.
El equipo vitoriano tiró por la borda su encomiable esfuerzo anterior en unos minutos desastrosos aprovechados a la perfección por el Barcelona para dispararse hasta una cómoda victoria final. Cook, inédito en un tercer cuarto donde Heurtel dirigió con bastante criterio, salió con la misión de dar minutos de refresco al galo y contener al siempre irreverente Marcelinho.
La apuesta de Tabak constituyó un sonoro fracaso y sumergió al colectivo en una espiral francamente negativa que se tradujo en un parcial de 0-14 para abrir el último periodo. Para cuando el entrenador intentó variar el rumbo de los acontecimientos concediendo de nuevo la alternativa al de Beziers, ya era demasiado tarde. El Caja Laboral pasó en un abrir de ojos de dominar por un esperanzador 57-55 a verse doce abajo (57-69) y con la sensación de que una oportunidad de oro se había marchado por el sumidero. Esta tardía reacción a la hora de mover ficha generó estupor y, por momentos, indignación en la grada, porque Cook incurrió en infinidad de errores que debieron conducirle irremediablemente mucho antes al banquillo.
Bajo su mandato, el Caja Laboral no dio una a derechas a lo largo de cuatro minutos aterradores donde desperdició de mala manera la posibilidad de plantarse en la décima final copera de su historia. En este intervalo de tiempo, los alaveses no sumaron ningún punto en su casillero en contraposición a un Barcelona con las ideas más claras que puso tierra de por medio en el instantes preciso. El de Brooklyn se empeñó en buscar acciones imposibles que no condujeron a nada positivo y, por si ello fuera poco, tampoco le funcionó la muñeca cuando buscó el lanzamiento. En los trece minutos que permaneció en pista, Cook acabó inédito en los apartados anotador y reboteador, sumando únicamente dos asistencias como aspecto más relevante en sus estadísticas.
Cuando el Baskonia pensaba que había dado con la tecla para corregir el boquete al frente del timón, la semifinal copera reabre de nuevo un debate que viene alimentando casi todas las tertulias baloncestísticas de la ciudad. Muchos se preguntan, con razón, si un Cabezas condenado al anonimato no merece un voto de confianza en determinados tramos donde uno de los dos bases de la confianza de Tabak se muestra inoperante a la hora de crear juego. Lo único cierto es que Cook queda tocado y señalado para el futuro.