vitoria. El Barcelona atesora el veneno mortal de necesidad de un embaucador Navarro, el Real Madrid ejerce una similar capacidad intimidatoria gracias a la devastadora capacidad ofensiva de Carroll, el todoterreno Diamantidis se erige en el brazo letal del Panathinaikos... Son algunos de los ejemplos más llamativos que han venido a la mente de los aficionados baskonistas en la temporada recién finalizada a la hora de detectar una de las principales carencias de su equipo.
Casi todos los grandes transatlánticos del Viejo Continente, menos el Caja Laboral, han incluido en sus nóminas a un anotador compulsivo dentro de la cuerda exterior que haya desatascado los partidos. Ese hombre que, en definitiva, se genere sus propias canastas, concentre toda la atención lejos del aro, provoque faltas y disponga de un mortal uno contra uno para resolver los momentos de espesura. Esa figura no ha existido en el Fernando Buesa Arena, donde el baskonismo lleva malviviendo dos años sin ese especialista que proporcione un salto de calidad a la hora de asestar el golpe de gracia al adversario de turno.
Detectada esa carencia desde hace tiempo por la secretaría técnica encabezada por Alfredo Salazar, el Caja Laboral ha convertido la búsqueda de ese desatascador en una de las grandes prioridades del mercado estival. La llegada de un anotador se antoja básica para que el perímetro azulgrana se adentre en otra dimensión. Los rectores están dispuestos a rellenar ese vacío con una pieza de calidad que mitigue, en parte, los problemas exhibidos para anotar con regularidad. El transcurso de la campaña ha puesto de relieve la falta de punch para ejercer ese rol por parte de Brad Oleson y Pau Ribas, dos elementos sacrificados en labores defensivas que, sin embargo, adolecen del instinto asesino de otros predecesores en la capital alavesa como Igor Rakocevic o Arvydas Macijauskas, cuya sombra todavía es alargada.
Si llega esa figura desequilibrante, la continuidad de alguno de los dos -obligados a plegarse el verano pasado a un ajuste salarial para poder continuar en Vitoria- podría estar seriamente en el aire pese a la importancia de su pasaporte o el hecho de que poseen tres años más de contrato. Oleson ha elevado su rendimiento sin alcanzar en ningún momento la prestaciones que exige un equipo de altos vuelos como el Baskonia, mientras que Ribas no se ha despojado en ningún momento la vitola de secante.
La fallida tentativa con Reggie Williams, que vino a sumarse al fiasco del ejercicio anterior con David Logan, ya trató de ser mitigada durante los meses previos al inicio de las series finales con un rastreo minucioso del mercado. Sin embargo, se puso a tiro un valor seguro como Andrés Nocioni para ocupar la demarcación de alero -resentida por la pubalgia de San Emeterio- y, arrastrado al mismo tiempo por los contados elementos de calidad que ofrecía el mercado, el club renunció definitivamente a la posibilidad de contratar un killer. Ahora volverá a reactivarse una búsqueda con independencia del posible desembarco de jugadores de otro perfil más físico y rocoso como Zoran Dragic, un escolta esloveno de 23 años que milita en el Novo Mesto -hermano, por cierto, de Goran- cuyo nombre ya se asociado en las últimas semanas al conjunto vitoriano. Y es que las novedades se presumen numerosas.