Vitoria. Era viernes. El Baskonia preparaba el partido ante su rival del sábado, el UCAM Murcia, con la esperanza de contar con su plantilla al completo ante la casi segura inclusión de San Emeterio en la nómina de jugadores para aquel enfrentamiento. Eran magníficas noticias. El equipo no conocía esta situación desde hacía varias jornadas. La reintegración en el plantel de Maciej Lampe junto al fichaje de Andrés Nocioni habían devuelto la fe al baskonismo que esperaba poder plantar cara a cualquiera de cara al título de la ACB siempre que se encontraran en plenitud de facultades y activos.
Fue entonces cuando esa añorada totalidad volvió a alejarse. Prigioni llevaba varias semanas con unas molestias en la articulación de su hombro derecho que le obligaban a ser tratado por los fisioterapeutas tras cada entrenamiento. "Lleva tiempo haciendo un enorme esfuerzo para estar con el equipo, pero ni sus números ni su juego son como los de antes de la lesión", revelaba Ivanovic. De nuevo tocaba parchear una plantilla ya de por sí ajustada para optar a cotas máximas. El problema era el parche que tocaba zurzir para solventar este contratiempo. En el ambiente comenzaban a percibirse goteos de sudor frío, las pulsaciones se aceleraban de manera latente en el seno de la parroquia baskonista. Heurtel no inspira confianza. Es un hecho.
Sin embargo, no conviene ser drástico con el juego del joven base francés pese a los tres puntos que promedia en cada partido de valoración frente los 10,6 de Prigioni. Ni por las 1,6 asistencias contra 3,4. Tampoco por los 6,6 tantos contra 4,2. Ni siquiera por el balón perdido por Heurtel cada 11,7 minutos por el que pierde Prigioni cada 18,6.
La primera razón para otorgar al galo la confianza que seguramente necesite remite a su preparador. Ivanovic se ha hartado de corroborar su fe en el juego y, sobre todo, la progresión del base francés. Tampoco hay que obviar las incuestionables aptitudes de un jugador que es pura clase. Dribbling, visión de juego, electricidad, capacidad de penetración y un tiro más que aceptable son buena parte de sus virtudes. En su debe no hay que anotar mucho más aparte de su inmadurez sobre el parqué, aunque este handicap merme de manera notable sus activos.
No obstante, sería injusto juzgar con excesiva rigurosidad a Heurtel en su primer año en un club con aspiraciones máximas. Calderón hubo de esperar a la marcha de Bennett para tomar la alternativa de manera definitiva y convincente. A partir de aquel momento bajó el bote, ponderó su tempo. Atemperó la inquietud de su juego, en definitiva. Igualmente Scola necesitó que la pareja Oberto-Tomasevic emigrara a tierras levantinas para asentarse. Splitter de la de aquel para hacerse MVP de la Liga ACB y Teletovic de la del brasileño para asumir los galones que vislumbraba en la lejanía y hacerse uno de los jugadores interiores más temidos del Viejo Continente.
Quizás sea mucho adelantar porque la transparencia informativa por parte del club de Zurbano volvió a añorarse en este caso y no es seguro que Prigioni descanse contra el Barcelona, aunque lo hará tarde o temprano. Tampoco hay que descartar la asunción de la dirección por parte de un Ribas que conoce la posición y dispondrá de minutos seguro. Pero, sea como fuere, habrá que otorgar confianza a un Heurtel que, como casi todos, deberá hacerse adulto -de nuevo, sobre el parqué- cuando la situación requiera.