Vitoria. Su cara de niño permanece inalterable desde que se marchase rumbo a Phoenix Suns en verano de 2008 sin llegar a debutar con la elástica azulgrana, pero tras esa tierna apariencia de no haber roto nunca un plato se esconde un joven hambriento de gloria, en palabras suyas "más maduro" y, por tanto, con las condiciones idóneas para triunfar en su segunda etapa en el Baskonia. Goran Dragic, en plena madurez deportiva a sus 25 años, recala en la capital alavesa en principio hasta el cierre del lockout de la NBA, aunque si la temporada se cancela definitivamente al seguir en pie el conflicto entre los propietarios y los jugadores permanecería con seguridad hasta junio de 2012.

En un aceptable castellano que convirtió al traductor en una figura casi decorativa durante la presentación, el polivalente exterior esloveno expuso la felicidad que le embarga por su aterrizaje en un grande de Europa en el que, "por fin" -como así atestiguó de entrada entre risas-, podrá debutar mañana ante el Fenerbahce. "Estuve hace cinco años aquí antes de irme a la NBA. Al final, me hallo aquí de vuelta, muy contento y ya puedo jugar para este club", fueron las primeras palabras de un jugador al que el Baskonia profesa "un cariño especial", tal y como matizó Félix Fernández, su director deportivo, en la introducción previa.

Dada su bisoñez y ante la obviedad de que no había completado su proceso de formación, Dragic afrontó sendas cesiones al Murcia y al Olimpia en los ejercicios 2006-07 y 07-08 que le sirvieron para hacerse un hueco en la plantilla de la siguiente temporada. Contra todo pronóstico, una tentadora oferta económica procedente de los Suns -que veían en el balcánico a un digno heredero para Steve Nash- privó al club de mantenerle entre sus filas. Durante los meses siguientes, Ivanovic malvivió para encontrar un escudero de calidad a Prigioni ante las fallidas apuestas por Shakur y Lucas.

Desde entonces, Dragic ha pasado de ser una promesa a una auténtica realidad. Lejos de quedarse en el camino, se ha convertido en uno de los mejores baluartes de la selección eslovena y un hombre importante en la rotación de los Rockets, donde comparte vestuario con un icono baskonista como Luis Scola. "He cambiado mucho. Soy más maduro y creo que puedo ayudar a este equipo. Era muy joven cuando estuve por primera vez. El baloncesto le gusta a la gente de Vitoria. Cuando juegas aquí, hay mucha presión del público. Ahora ya no la siento a mis 25 años, ya que puedo rendir a un alto nivel", enfatizó el flamante fichaje azulgrana, que ha rechazado sendas ofertas del Armani Jeans y Anadolu Efes durante los últimos meses.

Polivalencia Tras puntualizar que "no me arrepiento de haberme ido a la NBA hace tres años", Dragic enumeró los progresos que ha efectuado en su eléctrico baloncesto desde que actúa al otro lado del Atlántico. "He pasado unos años fantásticos, ya que he visto cómo es el baloncesto americano. Estoy muy contento con todas las decisiones que he tomado en mi vida. Ahora, sé que puedo mejorar mi baloncesto en Vitoria. Es muy diferente jugar en la NBA que en Europa. Allí no hay tantos sistemas. Soy más fuerte y he mejorado mi juego, sobre todo el tiro de tres y dos puntos", reivindicó un jugador destinado a compatibilizar la posición de base y escolta. Cuestionado sobre su lugar predilecto, el esloveno se puso a disposición del técnico para cubrir cualquier contingencia. "Puedo jugar como uno o como dos. Lo que Dusko prefiera".

En un Caja Laboral que ha patentado en estos albores de curso un ritmo cansino y monótono como forma de concebir el juego, la verticalidad, el refrescante dinamismo y la vertiginosa rapidez de su última cara nueva deben casar a la perfección. "Ojalá sea la pieza que le falta al equipo para jugar bien. No he visto muchos partidos del equipo porque estaba en Estados Unidos. El Baskonia tiene grandes jugadores y un gran entrenador, sólo necesitamos algo de tiempo para mejorar como grupo", reconoció un Dragic que lucirá el dorsal 21 en su elástica y al que tampoco asusta la desmedida saturación de efectivos en una cuerda exterior integrada ahora mismo por él mismo, Prigioni, Heurtel, Oleson, Ribas, Nemanja Bjelica, San Emeterio y el lesionado Williams. "Hay muchos jugadores en el perímetro, pero sé que puedo tener mi espacio. La competencia es buena para mí y para los demás. Sé lo que debo hacer", confesó sin ambages.

Su bautismo tendrá lugar mañana ante el Fenerbahce de Neven Spahija en la apertura de la segunda vuelta de la primera fase de la Euroliga. Si no surge ningún inconveniente, Dragic aportará su granito para frenar la sangría de derrotas y encauzar definitivamente el billete hacia el Top 16. "Es un partido importante para nosotros. Disputé un año la Euroliga y sé que es una competición muy dura. Sin embargo, estoy listo", concluyó la nueva esperanza del Iradier Arena para recobrar la ilusión.