Por fin, un imprescindible oasis de tranquilidad para desterrar cualquier conato de crisis que enrareciese un poco más el ambiente. Se hizo de rogar hasta el voraz desenfreno triplista del último cuarto, pero el Baskonia solventó ayer la papeleta con una contundencia inusitada hasta ahora. El instinto asesino acreditado en el epílogo le condujo hacia un éxito arrollador que, sin embargo, permaneció en el aire a lo largo de tres cuartos iniciales de un baloncesto esperpéntico por ambos lados. La atroz monotonía fue quebrada por la figura más inesperada y una cita de lo más áspera, convertida en un despropósito a cada cual más sonrojante, viró hacia el lado del más poderoso. Con un latigazo a tiempo en el instante adecuado, a la postre, suficiente para enmascarar otro papel dubitativo, quedó zanjada de forma plácida otra jornada de la fase regular que permite a los alaveses seguir la estela de los líderes.

En una tarde infumable y soporífera que levantó ampollas entre los amantes de la lírica de la canasta e impropia de una competición que pierde crédito a pasos agigantados, Heurtel reventó la nimia resistencia estudiantil con cuatro triples consecutivos que encendieron la traca y sepultaron a un anfitrión fantasmagórico. Discurría el duelo bajo unos cauces toscos y espesos hasta que uno de los muchos baskonistas bajo sospecha y señalados con el dedo pidió la palabra para sellar la ejecución. Heurtel, un diamante por pulir al que le cuesta horrores controlar el tempo de los partidos y sin el oficio de Prigioni, destapó al menos su vena exterminadora para dejar bien claro que, mientras mejora otras asignaturas pendientes de su juego, a él no le tiembla el pulso.

Una liberación necesaria para un Caja Laboral que transitó sobre una alfombra roja durante la recta final tras volver a generar un mar de dudas con anterioridad debido a su inconsistencia anterior traducida en su célebre falta de clarividencia para anotar. Cuando el partido parecía predestinado hacia un peligroso cara o cruz, sin embargo, emergió una de las mejores versiones azulgrana de la actual temporada ante el aro rival. Ivanovic apostó contra todo pronóstico por la pareja Dorsey-Seraphin y se generaron los espacios suficientes para que los exteriores disfrutaran de una idílica tranquilidad. Frente a un cadáver con los brazos caídos y hastiado de pelearse contra molinos de viento, el cuadro vitoriano descargó toda su rabia gracias a un estelar concierto ofensivo liderado por San Emeterio y el eléctrico base galo, que firmó una especie de reivindicación ahora que Goran Dragic ha sido reclutado por el club para elevar la competencia exterior.

Un ritmo cansino Del inquietante 41-45 al concluyente marcador final se desencadenaron los únicos golpes de gracia de otro duelo plagado de sombras. Antes de que el Caja Laboral impusiera la lógica y extrajera petróleo de su mayor amplitud de recursos, volvió a malvivir más de la cuenta en una reedición de actuaciones anteriores. Si bien mantuvo el tipo atrás más por el generoso derroche de errores madrileños, adelante reincidió en los mortales vicios que impiden cualquier atisbo de crecimiento. Al son de un ritmo cansino más propio de un partido entre solteros y casados, incapaz de soltarse los grilletes y huérfano esta vez de la habitual magia de Teletovic, al que Gabriel siempre buscó las cosquillas hasta amargarle la existencia, dio alas al moribundo.

Sin que la abrumadora superioridad se viera discutida en algún instante, resulta muy sospechoso que el toque de corneta para edificar el desenlace más previsible se fabricara gracias a la letal racha triplista del elemento más imprevisible que maneja Ivanovic. Sólo con el viento a favor tras los aciertos del francés y en plena cuesta abajo, halló un encorsetado Baskonia el resquicio de oro para exhibir ese dinamismo que tanto se añora en los últimos tiempos. Entre que el Estudiantes -un firme candidato al descenso tras su dantesco espectáculo de ayer- sacó la bandera blanca y los estiletes visitantes vieron la luz entre tanta tiniebla, las rentas se dispararon sin remisión hasta la veintena de puntos. En definitiva, un baño de confianza para afrontar con más optimismo la trascendental visita del rocoso Fenerbahce que marcará el devenir continental.