EL primer derbi vasco de la historia de la Euroliga será vivido de forma muy especial por dos jugadores. No serán protagonistas, salvo que ocurra algo inesperado, pero en cada uno de los banquillos estarán Tomas Hampl (Hradec Kralove, 18 de julio de 1988) y Unai Calbarro (Bilbao, 4 de julio de 1989), que hasta hace seis meses fueron compañeros en el infravalorado Santurtzi. "Si nos dicen hace unos meses que los dos íbamos a estar en un partido de Euroliga, le habríamos tomado por loco. Pero es algo muy bonito", confiesan.

La desaparición del equipo morado, que ambos lamentan porque "teníamos un grupo muy bueno humana y deportivamente, éramos amigos y fue un palo", les dejó sin ese equipo en el que eran importantes y en el que progresaban poco a poco. Desde entonces, su carrera ha tenido giros inesperados, oportunidades que han llegado para elevar unas expectativas deportivas que no pasaban de ser modestas. Hampl reconoce que tras acabar la pasada temporada "no tenía claro dónde iba a jugar. En cuanto sucedió lo del Santurtzi, ya supe que no iba a ser allí". Las semanas pasaron, la nueva norma de los cupos le perjudicó y solo a final de agosto cerró el pívot checo su continuidad en el Bilbao Basket como duodécimo jugador, solo para la Euroliga.

Mucha gente se lo pregunta y Hampl aclara que no ha tenido otras ofertas que le invitaran a salir de Bilbao. Además, "me encontré con la oportunidad de jugar la Euroliga. Sé que a mi edad necesito jugar, pero quizás no vuelva a estar en la Euroliga nunca más. Creo que esta temporada puedo aprender mucho y trabajar para seguir mejorando junto a grandes jugadores".

Unai Calbarro tenía previsto seguir en Santurtzi y se encontró de pronto sin equipo y con unas perspectivas complicadas. "Ahora la cosa está mal en las categorías inferiores. Muchos clubes optan por gente de casa y algún americano y no es fácil que te llamen", explica. El bilbaino, que formó parte de la estructura del Bilbao Basket durante tres temporadas, recibió la llamada de su vida. "Raúl Ruiz -su último entrenador- me dijo que el Baskonia buscaba gente para hacer la pretemporada. Hablé con Alfredo Salazar y no me lo pensé porque era una gran oportunidad", relata.

la prueba de ivanovic Pasaron las semanas, Calbarro se empleó al máximo de sus posibilidades y convenció a Dusko Ivanovic, lo que tratándose del entrenador montenegrino, habla muy bien del trabajo del sobrino de Román Carbajo, que también jugó hace muchas temporadas en el conjunto baskonista. "Su fama es cierta porque exige máxima intensidad y concentración cada día", explica Calbarro acerca de los discutidos métodos de Ivanovic. El jugador de Bilbao tuvo que pasar un durísimo filtro. "También estaba Albert Moncasí, al que Dusko ya conocía del Barça, pero me eligió a mí. Me dijo que quería que siguiese en el equipo. Al principio, no me lo creía", reconoce.

Si disputa algún segundo en este curso, se convertirá en el primer vizcaino que juega en la Euroliga desde que existe como tal. En la Liga Endesa, ya jugó unos segundos ante el Gran Canaria para acompañar a Javi Salgado como el segundo jugador vizcaino en la competición. No obstante, el papel de Unai Calbarro en el Caja Laboral será mínimo y le espera una temporada atado al banquillo, "pero no importa porque en dos meses he aprendido mucho más que en todas estas temporadas. Este es un club muy profesional".

En sus años con el Bilbao Basket, solo acudía a La Casilla tres días a la semana. "Ahora estoy plenamente integrado en el día a día del equipo, en los entrenamientos, en la preparación de los partidos. Soy uno más del equipo. Sabía que no iba a tener muchos minutos, pero espero que esta experiencia me sirva para tener otras ofertas más importantes en el futuro", señala Unai Calbarro, cuyo rol en Gasteiz es "dar intensidad a los entrenamientos, pegarme con todos y estar preparado por si me toca jugar cuatro y cinco minutos para aprovecharlos al máximo".

tipos duros Y para pegarse con tipos como Kevin Seraphin y Joey Dorsey hacen falta todos los músculos que el bilbaino ha ganado en los últimos años y algunos más. "No he visto una cosa igual en mi vida. Están fortísimos y ocupan muchísimo espacio", confirma sobre lo que se puede apreciar a simple vista. "Pero hay que demostrar que para algo somos de Bilbao y no arrugarse", bromea Calbarro.

Tomas Hampl también es el duodécimo jugador del Gescrap Bizkaia, con las mismas escasas posibilidades de jugar asiduamente que su amigo. Sin embargo, las lesiones le abrieron en los primeros partidos un hueco en la rotación que no tuvo en las cinco temporadas anteriores y no desentonó, ni siquiera en el Palau Blaugrana. "Tengo que trabajar a tope y esperar una oportunidad. Estoy contento por haber jugado, pero no de que los compañeros se hayan lesionado", admite el checo.

Si algo han hecho Hampl y Calbarro ha sido meter horas de gimnasio, de pista y de autobús. "Aunque jugábamos en la misma posición y peleábamos en los entrenamientos, somos grandes amigos y hablamos a menudo. La pena es que hoy, probablemente, no podremos enfrentarnos. Pero no puedo olvidar que Unai me ayudó mucho cuando llegué a Bilbao", dice Cheki, como le llaman en el vestuario del Gescrap Bizkaia. Calbarro se alegra también de "los minutillos que ha podido rascar Tomas porque son muy importantes para él. Se los ha ganado".

También coinciden ambos en calificar de "sorprendente" la situación del Gescrap Bizkaia. "Es deporte, tienes días buenos y malos. Llevamos varias derrotas seguidas, pero podemos cambiar esta dinámica en cualquier momento", asegura Tomas Hampl. Unai Calbarro quiere pensar que el mal inicio de los hombres de negro es debido a que "han llegado jugadores nuevos y aún no se conocen bien. No están dando su nivel, pero es pronto para juzgar. Estoy seguro de que irán para arriba porque tienen grandes jugadores".