la globalización en el mundo del baloncesto, una realidad imparable desde la apertura de fronteras y que evita discriminaciones injustas, tiene un destacado representante en Las Palmas. El Gran Canaria, segundo rival liguero del Caja Laboral y ubicado en una calurosa isla cuyos numerosos encantos son casi siempre imposibles de ser resistidos por muchos baloncestistas de élite atraídos, ante todo, por el buen clima y un grado de exigencia sin punto de comparación como, por ejemplo, el que rige en el Baskonia, ha llevado esta mentalidad hasta unos límites insospechados. Su americanizada plantilla está formada por un conglomerado de nacionalidades y pasaportes procedentes de todos los rincones del planeta.

Sin embargo, lo más llamativo del equipo insular, donde sólo Bellas, Beirán y Rey encarnan las raíces autóctonas, es que ocho de sus once jugadores se graduaron en una universidad estadounidense y dieron sus primeros pasos en la NCAA. De la pasada temporada, sobreviven cuatro elementos como el base Taurean Green (Florida), el alero Michael Bramos (Miami), el ala-pívot Spencer Nelson (Utah State) y el carismático Sitapha Savané (Navy). Tras el reciente mercado estival, se han integrado en la disciplina de Pedro Martínez el escolta Marquez Haynes (Texas Arlington), el alero Román Martínez (New Mexico), el ala-pívot Juan Palacios (Louisville) y el poste Laurence Ekperigin (Le Moyne). La mayoría de ellos son jóvenes sin excesivo caché pero ávidos de labrarse un nombre en busca de la posterior llamada de un club poderoso. Posiblemente, esta sea la filosofía que mejor cuadre con las necesidades del hoy rival baskonista, cuyos limitados medios económicos le obligan a apostar por descartes de otras entidades mucho más pujantes y por piezas que no están consolidadas en Europa.

Repasada su excelente trayectoria de las últimas temporadas y la extensa lista de nombres rutilantes que ha catapultado hacia la fama -el exbaskonista English y Carroll son los últimos ejemplos-, la secretaría técnica encabezada por Himar Ojeada se mueve como pez en el agua en un mercado universitario estadounidense al que otros equipos de la Liga Endesa, por ejemplo, ni siquiera prestan atención a la hora de configurar sus planteles.

pasaportes a la carta Como la mayoría de los estadounidenses que actúan hoy en día en Europa, este concurrido grupo amarillo no ha dudado en dejarse seducir por los cantos de sirena de diferentes federaciones europeas, apropiarse de un pasaporte comunitario para elevar su cotización y, en definitiva dejar de ocupar plaza de extranjero, algo que los clubes ven lógicamente con buenos ojos. Una tónica imparable gracias a la manga ancha de la FIBA, que permite a un foráneo nacido fuera del país jugar en cada selección.

Así que Savané -el segundo máximo anotador de la historia del club insular tras John Morton- goza de la nacionalidad española desde hace años, Haynes y Green son georgianos, Grecia ha reclutado a Bramos, Nelson es internacional por Azerbayán y Ekperigin fue descartado por Gran Bretaña justo antes del comienzo del reciente Europeo de Lituania. Las plazas de extracomunitario del Gran Canaria se hallan reservadas para Martínez y Palacios, ambos procedentes del equipo filial (La Palma) que milita en la LEB Oro. El primero, nacido en Texas, ocupa la vacante que dejó Rasual Butler tras su sonada espantada de la pretemporada. El segundo es un colombiano originario de Medellín que tampoco poseía hasta ahora experiencia en la ACB.

Por encima de todos, sin embargo, debería destacar a lo largo de esta campaña la figura de Haynes. Procedente del Chalon, se convirtió el año pasado en una de las sensaciones del baloncesto galo. Su nombre se asoció a conjuntos de mucho fuste como el Bilbao Basket, el Unicaja o el Real Madrid, pero finalmente ha optado por formar una colonia de americanos en Las Palmas.