El baloncesto está plagado de jugadores cuya mecánica de tiro rebosa belleza plástica por los cuatro costados. Los hay toscos y efectivos, como el madridista Carlos Suárez o el ex Olympiacos y funky man Josh Childress, ahora enrolado en los Phoenix Suns, pero en contadas ocasiones las canchas de medio mundo dan a luz francotiradores de apolínea y contundente estética de lanzamiento. El Caja Laboral cuenta en su seno con un buen ejemplo de esta diferencia. Compatriotas y compañeros de puesto, Brad Oleson y David Logan pugnan partido a partido por elevar su figura por encima del otro. Una rivalidad sana que tiene en Pau Ribas -ayer lastrado por un doloroso golpe que mantuvo su espalda pegada al parqué durante un buen rato- a su tercer mosquetero, pero en la que ninguno de los dos norteamericanos quiere salir mal parado.

Oleson reivindicó ayer su condición de ejecutor con 16 puntos, su tercer mejor bagaje anotador en toda la temporada. Solo los 18 puntos que sumó en la octava jornada en el eléctrico encuentro ante el Barcelona y los 17 con los que despachó al DKV Joventut en la decimosexta le permitieron regresar a casa con más canastas en su zurrón. Condenado a un rol defensivo -en el que se desenvuelve como pocos jugadores europeos- del que le gustaría desprenderse más veces de las que puede, el escolta que surgió del frío se soltó la melena por un día y se convirtió en el segundo jugador azulgrana con más lanzamientos, por detrás de un Mirza Teletovic -dos triples de once intentos para el bosnio- que, por enésima vez, en más de una ocasión pulsó su interruptor de tiro con más precipitación de la que debería. La mecánica de tiro de Brad Oleson es pulcra y cristalina. Pies perfectamente dirigidos hacia el aro, manos a altura milimétrica y salto cuidado en altura y posición.

Los mil tiros que el dos estadounidense ensayaba a diario en su North Pole natal acabaron moldeando a fuego un estilo propio que choca notablemente con el de Logan, como hace su carácter fuera de las canchas. Tímidos ambos hasta la extenuación, el alaskeño goza sin embargo de un tacto con prensa y aficionados del que su homólogo nacido en Illinois carece habitualmente. Ayer, el antiguo integrante del Asseco Prokom cortó un tanto su buena progresión en los últimos enfrentamientos y se quedó en cinco escasos puntos en los quince minutos que Dusko Ivanovic le mantuvo sobre el parqué del Buesa Arena.

Un esperanzador 3+1 Apoyado por los pases que un más acertado Esteban Batista repartió ayer bajo el aro a la línea exterior baskonista, fue precisamente un triple de Oleson el que viró el rumbo de un Caja Laboral cuya brújula marcaba un destino que iba camino de convertirse en derrota. Con 53-55 en el marcador a falta de siete minutos para el final del choque, el rubio y zurdo escolta azulgrana se elevó desde la línea de 6,75 metros para anotar un triple tras pase de Marcelinho Huertas -nueve asistencias y dos puntos para el brasileño- y, por el mismo precio, recibir una falta de Rafa Martínez que convertía la jugada en un sabroso 3+1 para los vitorianos. El posterior tiro libre encestado por el exjugador del Fuenlabrada -próximo rival del Baskonia- certificó un mucho más esperanzador 57-55 que acabaría siendo mortal de necesidad para la escuadra resucitada por Pesic.

Recuperado para la causa anotadora, Brad Oleson regresa el sábado al hogar que le encumbró como la gran esperanza blanca del baloncesto fuenlabreño en su aventura por la supervivencia en la ACB. Tres años después de su eclosión, el que para muchos es uno de los mejores defensores parece dispuesto a demostrar que, además de contener, también es capaz de retrotraerse a sus tiempos de asesino silencioso.