Es un axioma del baloncesto, y suele cumplirse. Quien a triple mata, a triple muere. Lo repiten los entrenadores en las categorías inferiores. Lo saben los técnicos de los equipos profesionales. El Caja Laboral disputó ayer un duelo a vida o muerte desde la línea de 6,75. Murió por el triple, pero también vivió gracias a su acierto desde la larga distancia. En un arranque de partido en el que se confirmaron las pésimas y caóticas sensaciones que ha arrojado el equipo azulgrana en las últimas semanas, los pupilos de Dusko Ivanovic hallaron oxígeno en el triple. Siete aciertos en once intentos aportaron un rumbo a un equipo incapaz de encontrar vías de acceso a la canasta helena en el primer episodio del partido. El Baskonia, que sacó petróleo de su puntería, ya no se apartaría nunca de ese camino.
Para lo bueno y para lo malo, fió sus opciones de éxito al acierto desde la larga distancia. Pero por mucha inspiración que se tenga en ese apartado, resulta una misión casi imposible conquistar una cancha como el OAKA sin aportar otros argumentos. Nadie puede negar que ayer, al menos en esta faceta, los baskonistas se mostraron en vena. Cerraron el duelo con un porcentaje próximo al 50% (14 de 29). No bastó para doblegar a un rival de entidad, con un perfil mucho más bajo que en anteriores temporadas, al que se dejó escapar con vida precisamente por la ausencia de otras armas diferentes al triple. Al final fue el desacierto en otra faceta en teoría mucho más sencilla, los tiros libres (6 de 15 en este apartado), lo que acabó por condenar al conjunto gasteiztarra. Aunque la primera piedra de la derrota la fijó el equipo azulgrana en una defensa impropia -incluida una endeblez desesperante en el rebote que acabó por corregirse- del que ha sido uno de los mejores equipos del continente durante la última década.
El triple, como arma de un equipo asustado y desesperado, apretó el marcador en una primera parte en la que el Baskonia apenas hizo méritos. Y al final el triple, como único argumento, resultó insuficiente. La cara y la cruz de un recurso excepcional, que el conjunto azulgrana domina con maestría pero que no puede erigirse en la única amenaza de un equipo que aspira a tutear a los grandes dominadores de la Euroliga. Fue, en cualquier caso, el balón de oxígeno que encontró el cuadro baskonista para meterse en un partido en el que volvió a quedar patente la ausencia de un guión definido para desarrollar el ataque estático.
Con un Teletovic de nuevo desastroso en todas las facetas del juego, las opciones de éxito del Caja Laboral quedan a expensas del talento de sus jugadores. El individuo sobre el colectivo. Y de eso no va esto del baloncesto, a pesar de que ayer se confirmara que Logan, resucitado en la cita copera de Madrid, puede convertirse en un recurso útil, sobre todo para un equipo que hace de la anarquía virtud. El norteamericano, autor de 5 de los 7 triples que ensayó, salió del OAKA con una inyección adicional de autoestima. Un preciado consuelo en estos momentos de depresión.