Vitoria. Se encuentra en el ojo del huracán. Ha sido el principal señalado por el estrepitoso fracaso de la selección en el pasado Mundial de Turquía, donde tanto él como algunos jugadores rindieron muy por debajo de las expectativas. Sergio Scariolo, que hoy se enfrenta al Baskonia en el marco de la tercera jornada de la Euroliga, ha encontrado en los últimos tiempos en la gélida Moscú, a más de 3.400 kilómetros de distancia, un islote de tranquilidad para evadirse de la avalancha de críticas que está recibiendo de un tiempo a esta parte tras el discreto sexto puesto en la cita mundialista.

El entrenador transalpino, cuyo contrato expira en junio de 2012, es decir una vez finalicen los Juegos Olímpicos de Londres -para los que España no ha logrado aún el billete-, está en boca de todos por sus controvertidas decisiones. Hasta el punto de que su continuidad al frente del banquillo pende de un fino hilo. La Federación Española de Baloncesto, que le ha instado a hacer un informe pormenorizado de todo lo sucedido en tierras otomanas, no le ha confirmado en el cargo de cara a los trascendentales eventos que se avecinan.

Pese a haber reiterado su "total apoyo" al de Brescia, José Luis Sáez se debate entre redoblar su confianza en él o dar un giro brusco con el nombramiento de otro técnico. Durante estas semanas está escuchando a unos y otros antes de tomar una decisión definitiva, pero su mutismo es cuando menos sospechoso y da rienda suelta a elucubraciones de todo tipo. España debe estar sí o sí en la próxima cita olímpica y, para ello, es requisito imprescindible concluir el Europeo de Lituania del próximo verano entre los dos primeros clasificados. En el caso contrario, la selección encarará la lotería de la clasificación en un envenenado Preolímpico.

A Scariolo, uno de los técnicos que junto a Dusko Ivanovic ha calado más hondo en Josean Querejeta, se le discute casi todo. Desde su capacidad para controlar el vestuario hasta la última de sus decisiones tácticas antes de la eliminación en cuartos de final ante Serbia, concretada con un letal triple de Milos Teodosic en el último segundo después de que la defensa española evitara cometer una falta. La talentosa acción del iluminado base del Olympiacos supuso la puntilla a una trayectoria convulsa y repleta de altibajos. Fue la crónica de una muerta anunciada. Algo que se veía venir ante el inestable rendimiento acreditado durante la primera fase del torneo.

críticas ventajistas La dramática renuncia de Pau Gasol, de largo el mejor baloncestista español de la historia y un pívot colosal cuya ausencia creó un socavón descomunal, y la lesión muscular de Calderón en vísperas de afrontar el tremendo desafío de revalidar el título conseguido en Saitama fueron dos losas insuperables. Aún así, desde las altas instancias federativas se entiende que Scariolo manejaba entre sus manos un colectivo lo suficientemente poderoso al que su cabeza visible pudo extraer más provecho.

Si bien algunas críticas son ventajistas y a toro pasado, todas sus decisiones encuentran detractores. Su apuesta por Raúl López como alternativa a Ricky en la dirección, la incompatibilidad de Fran Vázquez y Marc Gasol, que nunca jugaron juntos, el escaso protagonismo de San Emeterio, el descarte de Carlos Suárez o su política de rotaciones no han sido del agrado de nadie y le colocan en la picota a la hora de seguir pilotando la nave.

El entrenador del Khimki rompió recientemente su silencio para hacer autocrítica. "El resultado no fue el esperado y el primer responsable soy yo", reveló antes de proclamar a los cuatro vientos su deseo de seguir en el cargo. Sin embargo, su crédito está en entredicho pese al histórico oro continental sellado en Polonia. Por si fuera poco, la selección demanda la toma de algunas decisiones capitales. La previsible retirada de figuras básicas en los éxitos de los últimos años, léase Mumbrú o Garbajosa, y el progresivo envejecimiento de otros (Navarro, Reyes, Pau Gasol...) obligan a la urgente entrada de savia fresca.

Si bien existe una notable base sobre la que edificar un futuro halagüeño (Ricky, Rudy, San Emeterio, Marc Gasol, Llull...), no se aprecia un nítido relevo generacional en algunos puestos, especialmente la zona. De ahí los desesperados intentos por nacionalizar a Serge Ibaka, el fibroso congoleño que milita en los Thunder de Oklahoma. Por ello y más razones, desde la Federación se quiere hilar fino a la hora de definir la identidad del nuevo inquilino del banquillo. Scariolo sí, Scariolo no. Ése es el gran dilema.