vitoria. Mirza Teletovic volvió a demostrar ayer que es un jugador de otro planeta. Anotar triples desde diez metros se ha convertido para él en una costumbre cotidiana. Lo que para otros jugadores es una misión imposible y un ejercicio de fe casi mesiánico, el bosnio lo consigue casi sin despeinarse.

Definitivamente, este ala-pívot no conoce límites. Es un ser privilegiado al que Dios ha concedido un don sobrenatural y una muñeca primorosa para triunfar en el baloncesto. A exhibiciones como la de ayer ya tiene acostumbrados al personal desde hace tiempo, pero no por ello deja de ser noticia. Su primoroso índice de aciertos sostuvo al Caja Laboral en los momentos más críticos. Por si fuera poco, Teletovic colocó un tapón providencial a Triguero a pocos segundos de la conclusión. Con su excepcional papel ante el Cajasol, se coloca segundo en la clasificación.

Quien tampoco quiere quedarse rezagado es un Stanko Barac al que alguien ha realizado una transfusión de sangre esta campaña. El pívot bisoño y blando de antaño ha dado paso ahora a otro mucho más poderoso, intimidador y que se permite el lujo de machacar el aro con virulencia. Ante los sevillanos, el croata suplió a la perfección a un Splitter limitado por las faltas que no tuvo su día más brillante. Ivanovic confía cada vez más en el gigante de Mostar, que se consolida como el tercer pívot de la rotación baskonista.

Huertas, por último, se hizo acreedor a un punto gracias al dinamismo que aportó al equipo en numerosas fases del encuentro. A diferencia de un obtuso Singletary, el brasileño aportó las únicas gotas de claridad en el juego posicional.