Cuando Iñigo explicó en clase que había visto un volcán escupiendo lava fueron muchos los compañeros que contaron todo lo que habían conocido por los medios de comunicación. Ese fue el inicio de We lava you, un proyecto que los alumnos de tercero de Educación Infantil del colegio NClicWe lava you de Vitoria (Paseo de la Universidad, 15) iniciaron poco después de que el volcán empezara a rugir y que trataba de que los estudiantes "vieran la realidad en toda su dimensión y trabajaran valores como la solidaridad, la empatía y el trabajo en equipo".

Así, a medida que el Cumbre Vieja iba evolucionando, estos pequeños vulcanólogos fueron construyendo su propio camino para conocer más no sólo de lo que un volcán encierra a nivel científico sino, sobre todo, de las consecuencias humanas que una tragedia de este calibre supone para la población.

"Se trata no sólo de que aprendan contenidos sino, sobre todo, de que lo hagan con un sentido y basado en unos valores humanos, que sea significativo para ellos, que sean partícipes de su propio aprendizaje y que les convierta en personas más completas en todos los sentidos. Ese es el objetivo principal que perseguimos en el colegio", comenta Iratxe Aguinaco, la profesora dinamizadora del proyecto.

Ayuda de familias

La metodología vertebradora para ello fue una pionera que se emplea habitualmente en las aulas de este colegio anexo a Las Salesas: el Aprendizaje Basado en el Pensamiento, y con la ayuda de las familias desde casa -que contribuyeron con rocas volcánicas, libros informativos o maquetas de volcanes-, We lava you fue avanzando poco a poco. Empezando por analizar las partes de un volcán y sus funciones hasta llegar a responder la pregunta de la pequeña Nora sobre si esta erupción sería la más duradera de todas las registradas en la isla estableciendo un ranking.

Como ilustra Aguinaco, en este proceso, "sus pequeñas grandes mentes no dudaron en crear con bloques de lego prototipos de máquinas recicladoras de lava, aspiradoras de magma e incluso grandes contenedores que vertieran la lava que sirviera para construir nuevos hogares".

Y tras ser conscientes de que estos prototipos podrían ser un poco complicados de llevar a la realidad, se centraron en aunar esfuerzos para resolver cómo podrían hacer que la gente de La Palma estuviera más contenta: construir casas nuevas, acoger a las familias en sus domicilios hasta que recuperaran sus hogares de nuevo, mandarles sus juguetes a los niños para que pudieran disfrutar un poco de lo que habían perdido...

Y un buen día, esta tutora les mostró en un vídeo cómo la lava hundía el colegio La Laguna, "un centro como NClic, con niños como ellos que se quedaban sin un lugar donde acudir todos los días a jugar y aprender". Fue ahí donde empezó un hermanamiento por el que las niñas y niños debatieron en grupo sobre cómo animarles. Llegaron las primeras ideas sobre canciones, cartas, vídeos, llamadas y, finalmente, una nueva versión mejorada de todas estas iniciativas tan creativas.

La puesta en común acabó en unas postales de Navidad que enviaron a cada uno de los niños y que Carla, su maestra en La Palma, recibió en el centro cultural donde las profesoras han reconstruido provisionalmente el centro para los alumnos desplazados. Después, un vídeo protagonizado por los niños de NClic y que los pequeños de La Palma recibieron también con mucho entusiasmo.

Videollamada

Y finalmente llegó el día de conocerse en persona y comprobar si todo lo que habían visto en la televisión y leído en los periódicos era cierto pero, sobre todo, de conocer a sus nuevos amigos de la isla para comprobar que estaban bien, que el proyecto había cumplido su fin último de ayudar a otros niños como ellos.

Fue el momento de conocer a Alejandro, que les contaba cómo un día "la Policía gritó por un altavoz que tenía que coger algo rápido" y salir de su ahora sepultada casa "porque llegaba el volcán" o a Valentina, que confiaba que el agua que había lanzado al volcán "había servido para apagarlo un poquito".

O descubrir, gracias a Alexia, que era verdad que a veces no se podía respirar bien y que esos días en que el volcán "escupía mucho" no podían ir al colegio y tenían que ponerse "las gafas para que la ceniza no nos hiciera daño en los ojos y las mascarillas para poder respirar bien".

O de escuchar el relato de una de las profesoras del colegio, Nieves, que vivía cerca del volcán y les explicó que no se podía dormir de todo el ruido que hacía. "Como un dinosaurio gigante", para el pequeño Lucas.

Y, por supuesto, fue el momento también de cerrar un compromiso de volver a verse pronto -para saber si su nuevo colegio está ya en construcción- y de cruzar varias invitaciones desde ambos destinos para coger un avión, visitarse y jugar juntos.

Porque, al fin y al cabo, desde NClic y el CEIP La Laguna esperan que esto sea el principio de una bonita amistad. "La verdad es que la experiencia a mí me pareció superbonita. Ha sido de las más enriquecedoras que he tenido como profe porque al final se la están contando entre ellos, en su vocabulario. Los niños están superconcienciados. Me preguntan a día de hoy, por ejemplo, de qué van a comer sus nuevos amigos con todos los que han perdido su finca de plátanos. Les ha servido para ver que hay gente que sufre", resalta Iratxe Aguinaco.

E igual de útil ha sido esta experiencia educativa para los estudiantes de La Palma, "así que se ha cumplido el objetivo en las dos direcciones. Están muy contentos. De hecho, hemos quedado para hacer otra videollamada para ver si han empezado a construir el colegio. Mi grupo dice que ahora tienen unos amigos en La Palma", avanza esta profesora de Educación Infantil de NClic. We lava you.