Finalmente, ayer apareció el sol. Y se pudo comprobar el color azul del cielo, algo que había sido imposible tras más de dos semanas de intensas precipitaciones, deshielos y unas inundaciones históricas que empiezan a remitir.

Ayer, tras días de angustias y con el agua al cuello, la mejoría de las condiciones meteorológicas trajo consigo un respiro y grandes dosis de alivio, la sensación de haber vivido un episodio inusual y el deber de empezar a evaluar los daños ocasionados por la crecida de los ríos, especialmente, del Zadorra, que han provocado numerosos dramas humanos e innumerables pérdidas en el campo y en las empresas afectadas por el desbordamiento. Pero eso será ya otra historia. La certeza del día facilitó la desconvocatoria de la mesa de crisis en Gasteiz, habilitada para gestionar la catástrofe, y se rebajó el estado de alerta del nivel 2 al 1.

La primera buena nueva del domingo llegó temprano, con la recuperación del acceso a la N-622, principal salida de la ciudad hacia Bilbao, que había quedado inservible tras varios días sumergida. Sin embargo, infinidad de carreteras de la red foral permanecían cortadas por el agua o por los desprendimientos sufridos recordando que la incidencia de los desbordamientos sigue siendo una constante, con balsas aún no absorbidas y localidades que, literalmente, aún carecen de vía alguna para llegar a sus domicilios de manera autónoma si no es con la ayuda de Bomberos, como en Víllodas y Trespuentes.

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Primer día sin lluvia en Astegieta

En cualquier caso, la rebaja de las precipitaciones notada el sábado se completó ayer con una jornada casi primaveral y que, según parece, precederá a un periodo de más de una semana sin lluvias. Todo ello, tal y como adelantó el sábado el diputado general de Álava, Ramiro González, servirá para apaciguar los desbordamientos y sanear en la medida de los posible, el contenido envenenado de los pantanos del sistema del Zadorra, que han estado a centímetros de su límite.

Tiempo de limpieza

Así, con algo más de calma, ayer fue momento de intentar recomponer lo que había antes de que el río reclamase su espacio sin contemplaciones dejando, por ejemplo, a Astegieta incomunicada por coche. De hecho, ayer sí se podía acceder al concejo, pero a pie, ya que los viales de acceso permanecen cortados desde el mercado mayorista.

En Abetxuko, los vecinos de la calle La Presa se afanaban en remediar los efectos de una riada que no se había conocido en la zona, al menos, en los últimos 40 años. Lo mismo ocurría en Durana, capital de Arrazua Ubarrundia, donde el desbordamiento ha provocado varios desalojos e imágenes que ya forman parte del imaginario colectivo, como la situación en la que quedó la conocida como arca de Noé, cuyos vecinos tuvieron que ser evacuados en lancha por equipos de Bomberos y que, pese a estar acostumbrados a sufrir los embates del río, nunca antes habían padecido una riada tan cruda.

Y así, cientos de casos particulares. Cada cual, con su pequeña o gran pérdida a cuestas tras pasar por unos días que serán difícilmente olvidables. Ahora toca recomponer lo que ha desarreglado el agua y confiar en que las circunstancias eludan otra tormenta perfecta.