ntes, ir un sábado a una peluquería sin cita previa era prácticamente una misión imposible. Toda una lotería la de encontrar en esa jornada un hueco libre para sanear puntas o retocar mechas porque era la preferida para salir de allí con el pelo impecable, rumbo a la quedada con la cuadrilla, a la reunión familiar de turno, a la cena de empresa o a una BBC (siglas de bodas, bautizos y comuniones), éstas últimas también tras un buen maquillaje profesional. "Me acuerdo de cómo era antes de la pandemia, cuando la gente madrugaba para estar aquí a las 8.30 horas", recuerda con nostalgia Carlos Beldarrain, vicepresidente de Apecrea, la agrupación alavesa del sector de la imagen personal, que engloba a trabajadores y propietarios de salones de estética, barberías y peluquerías, como la suya, la Beldarrain, ubicada en Enrique de Eguren, 11 (Vitoria), abierta desde 1999.

Pero vino el covid y desde marzo de 2020 nada volvió a ser lo que era. "Ahora la gente viene más a lo inevitable: a cortar y a retocarse el color, pero en el caso de los peinados, como no se hace vida social, y la gente no sale a cenar, a tomar algo, se han restringido en un porcentaje altísimo. Ahora está todo tan absolutamente raro que es imposible sacar una media, pero con decirte que antes de la pandemia el viernes era el día más fuerte porque facturábamos un 30-35% del total de toda la semana y que ahora el viernes y el sábado está siendo de lo más flojo, pues....".

Beldarrain estima que la facturación media de las peluquerías de Vitoria ha caído entre un 25-30% cada mes, porque la incertidumbre de la situación económica también ha hecho que los clientes espacien más las visitas. "Nosotros somos una de esas cosas recortables", lamenta.

Así, los que tienen la suerte de seguir trabajando y con sueldo fijo, son los que siguen haciendo su vida más normal, "pero la ama de casa que venía cada mes y medio a peinarse, tampoco lo hace, porque también ahora no tiene otra cosa que hacer, si el fin de semana no sale a tomar el vermú... Encima las del peinado semanal, vienen ahora un par de ellas solo. A ver si ahora, con la salida del estado de alarma, empieza a normalizarse un poco el tema. El viernes pasado sí que trabajamos algo más y esperemos que así siga", desea.

Y los clientes de esta época fuerte del año, los invitados a esos eventos que solían concentrarse desde este mes de mayo, prácticamente también han desaparecido. "Para que te hagas una idea, -ilustra- entre lo poco que hemos tenido, ha sido una señora que hacía la comunión su nieta e iban a ella siete personas (los cuatro abuelos, los padres y la niña), cuando antes iban 30-35 invitados, con lo cual, si van siete ahora, 25 no se peinan de media. Y con las bodas pasa parecido".

En definitiva, las mismas horas trabajando, pero con menos ingresos y encima con más gastos, como todos los que tienen que hacer para adquirir geles hidroalcohólicos, desinfectantes, toallas desechables... "Es otra de las cosas que nos tenemos que comer ahora, por la pandemia, y al final es un goteo más de gastos. Las peluquerías encima pertenecemos a Industria, no estamos en Comercio, así que de todas las ayudas que salen, nos quedamos fuera siempre", destaca Beldarrain.

Y eso que él ha tenido algo de suerte, dentro de lo que cabe, porque en su caso, no ha sido necesario poner mamparas gracias a esa distancia que ya de antes de la pandemia había entre los cuatro tocadores que tiene su establecimiento.

En cualquier caso, este peluquero y vicepresidente de Apecrea reclama a las instituciones dos medidas para aliviar la sector de imagen personal. La primera de ellas pasa por volver al IVA reducido, "que les corresponde" y que, como reclamaron esta semana en la Virgen Blanca en una concentración, perdieron en el año 2012, cuando éste "subió de golpe 13 puntos más". Por eso, dicen que es hora de que éste sea del 10%, en lugar del 21% con los que sus servicios están actualmente gravados, dada la 'faena' que, desde entonces, les ha ocasionado: "Nos tuvimos que comer un 13% de los beneficios, porque no lo podíamos repercutir en el cliente, porque en 2012 estábamos en plena crisis".

La segunda medida que pide Apecrea es que se reordene la actividad, "que se exija unas titulaciones para poder trabajar y para que haya unas condiciones mínimas en los locales en los que se trabaja porque hay muchas peluquerías que casi no tienen ni lavacabezas".

De lo contrario, Beldarrain advierte que se favorece una "clandestinidad", una vuelta a las casas para ejercer la actividad que ya están percibiendo, sin que paguen impuestos, a modo de "competencia desleal" en este sector de la imagen personal, eminentemente femenino. Por último, el vicepresidente de Apecrea anima a hacerse socio de esta agrupación "porque así podemos impulsar más proyectos entre todos".

"A ver si con la salida del estado de alarma empieza a normalizarse más todo y hay más clientes"

CARLOS BELDARRAIN

Peluquero y vicepresidente de Apecrea