Si algo ha enseñado esta pandemia, es a reinventarse, y después de varios cierres de la hostelería, esas reinvenciones se han ido perfeccionando para no tener que renunciar a placeres como el de parar a media mañana a tomarse un café y un pintxo reconstituyentes para encarar lo que resta de jornada laboral con otro humor.

Así lo hacen, por ejemplo, Javier y Ángel que, en la plaza España se dan cita cada mañana para tomarse el descanso del trabajo. Ellos reconocen que están encarando esta nueva rutina, la que ha obligado, al estar en zona roja, a Vitoria a cerrar su hostelería y habilitar únicamente el servicio para llevar, "como pueden, aunque aprovechan que su oficina está cerca para tomarse el café y el pintxo, y aguantar de esta manera hasta las 15.00 horas. "Mientras no llueva...", sonríe Javier detrás de su mascarilla.

Y es que este servicio está estrechamente relacionado con las condiciones climáticas, ya que la lluvia obliga a cambiar de planes. "Aunque los arcos de la plaza cumplen su función en estos casos", añade Ángel, apurando el café.

Sin embargo, algo a lo que cuesta más hacer frente en estos botellones de café que ya se han popularizado en la ciudad, es el frío.

Txema y José Miguel llevan ya varios días tomándose el café a pie de calle, exactamente los mismos que llevan manifestándose por las condiciones de su empresa. Y si algo están notando es eso; echan en falta poder tomarse el café dentro, resguardados de las inclemencias del tiempo propias de esta época. Aunque por el momento está respetando bastante.

Ellos además afirman, bromeando, que lo de los botellones ya les pilla algo lejos, y agradecen que hayan instalado contenedores en la plaza para que al terminarse el café puedan depositar el vaso y "no quede tirado en cualquier sitio".

Con esta visión coinciden también Loli y Raquel, dos viandantes que, terminándose sus respectivos cafés, reconocen que no llevan "muy bien" el cambio en su rutina. "Nos ha pillado un poco del revés", explica Raquel, aunque ven estas consumiciones como una forma de ayudar a la hostelería, "los grandes perjudicados" de esta pandemia. "No creo que supongan un peligro, porque lo desinfectan y lo limpian todo", añade Raquel.

Ellas también inciden en su agradecimiento por que hayan instalado contenedores en la plaza España, ya que recuerdan cómo el año pasado, cuando comenzó el servicio para llevar como medida para hacer frente al cierre de bares, cafeterías y restaurantes, "hubo quejas por la forma en que se dejaban los vasos y los envoltorios".

En un banco

La primera vez Para viandantes como Ramón, por otra parte, esta era la primera vez que consumía productos de un bar desde que comenzara la pandemia, y como el resto, también lo hizo en la calle, apoyado en un banco de la Plaza España. Él recuerda, hablando con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, cómo le gustaba ir al bar "a echar el vino". Ahora, ha decidido volver para apoyar a la hostelería.

Igual que Janire, que ve bien por una parte que se permita el denominado take away (para llevar), para que hosteleros mantengan algún servicio por un lado, los consumidores "disfruten" y además "no cierren más bares y restaurantes. Es una forma de colaborar", explica, y ella lo hace con cafeterías y restaurantes mediante este servicio implementado para capear el temporal provocado por esta pandemia para el sector. Porque -resume-, es momento para la "solidaridad", aunque ella tampoco imaginaba que los tradicionales botellones se verían sustituidos por esto, un café en plena calle a solas o en grupos reducidos para seguir manteniendo las medidas sanitarias.

Antecedentes

De todos modos, estos botellones improvisados de media mañana no son nuevos. Ya en el mes de noviembre el cierre de la hostelería obligó a unos y otros a reinventarse, en ese caso además envueltos en una nube de incertidumbre por no saber cómo ni cuándo iban a poder volver a abrir sus puertas y retomar parte de esa normalidad perdida con la llegada del covid.

Ahora, al menos, con la experiencia como ejemplo y la posibilidad de vender solo café -al principio, era obligatorio que las consumiciones vinieran acompañadas de un pintxo porque no se podía vender solo bebida-, los hosteleros encaran esta nueva etapa, deseosos de salir de la zona roja y volver a esta nueva normalidad a la que muchos han comenzado a acostumbrarse ya, aunque como explicaba uno de los consumidores, Javier, todo depende de la meteorología del momento.