- Emilio Sola responde sobre la gestión de la pandemia en el ámbito residencial, los nuevos presupuestos forales o las OPE pendientes en el IFBS, que se irán resolviendo a lo largo de los tres próximos ejercicios.

Llegamos al final de un año para olvidar. ¿Qué ha sido para usted lo más duro o difícil de gestionar?

-Este departamento de por sí es muy grande. Sobrepasamos con Indesa las 2.000 personas trabajadoras, tenemos el 49% del Presupuesto foral y ya el año pasado, desde que empecé, pude ver esas dimensiones. Si a todo esto le añadimos la pandemia, la complejidad ha sido mucho mayor. Esto ha venido a complicar mucho más las cosas, porque ha alterado el funcionamiento normal de todas las áreas.

A lo largo de estos meses ha habido duras críticas a todas las administraciones por su forma de abordar esta crisis. ¿Cómo valora la gestión que ha hecho su área en el ámbito de las residencias?

-Todo es mejorable, pero la gestión ha sido correcta y al final te queda la impresión de que hagas lo hagas, siempre va a haber críticas. Pero a mí me gusta que esa crítica sea constructiva, que aporte ideas. No hay que criticar porque sí, sino desde el conocimiento. En un momento dado de la primera ola se prohibieron hasta las visitas a las residencias, cuando la prevalencia de contagios y fallecimientos era muy elevada. Nos vimos obligados a ello, pero intentamos mantener siempre el buen estado anímico de las personas usuarias con diferentes actividades concertadas en los centros, como la psicoestimulación, la musicoterapia o la terapia ocupacional, para frenar el deterioro cognitivo. Lo que quiero trasladar es que no se ha aislado a estas personas y a cambio no ha habido nada más que ese simple aislamiento, sino que se ha intentado compensar dentro de lo que tiene que prevalecer siempre, que es la salud y la vida.

¿Ha sido inevitable el elevadísimo número de contagios y fallecimientos en estos centros?

-Sí, porque estamos hablando de un virus que todavía a día de hoy no se le acaba de conocer. Yo recuerdo que el 2 de marzo, dos días después de que se detectaran los primeros casos, la entonces consejera de Salud -Nekane Murga- nos convocó y nos dijo que esto tenía mala pinta. Y no se equivocó. A partir de ahí nos pusimos las pilas, pero hemos ido conociendo al virus progresivamente. Por ejemplo, se hablaba de su detección por síntomas respiratorios, pero en las residencias, en muchos casos, empezaron por digestivos. Y como eso, cantidad de cosas que se han ido conocimiento con la experiencia y aún se siguen conociendo. El contagio fue y es difícil de atajar, y además el virus es más peligroso y más letal que otros como los de la gripe, que se las traen.

¿Qué se ha hecho en las residencias para mejorar la seguridad de las personas usuarias?

-Tenemos al personal muchísimo más entrenado y los centros más grandes, que lo pasaron muy mal en la primera ola, están aguantando muy bien en esta segunda, salvo alguna excepción por algún brote. Ese aprendizaje lo tenemos y aquí nos ha ayudado mucho Médicos sin Fronteras, que son expertos en temas como los aislamientos por cohortes y la separación de zonas limpias y sucias. Y ahora tenemos materiales de protección. Cuando faltaron en la primera ola fue un problema a nivel mundial. Esto no es ninguna excusa. A nosotros nos quitaron un pedido hasta en pista de aterrizaje. Los pedidos se hacían a nivel internacional y el más grande nos tardó casi cuatro semanas en llegar. Todo el mundo estuvo buscando material donde hubiera. Lo que sucedió aquí con el virus y la progresión que ha tenido era impensable cuando la pasada Nochevieja se hablaba de los primeros casos en Wuhan. Parece que estamos inmunizados de todas las pandemias en occidente, pero ya se ha visto que no.

Las visitas y las salidas se han flexibilizado en las residencias durante las fiestas navideñas. ¿Esperan mucho movimiento?

-Es un tema delicado, porque estamos hablando de gente muy mayor que quizá tiene esa necesidad de estar con sus seres queridos y con 90 y tantos años no puede esperar al año que viene. Hay que ponerse en el lugar del otro o de la otra, así que hemos ampliado las visitas permitiendo dos personas en lugar de una por residente por ser las fechas que son. Respecto a las salidas, a día de hoy -esta entrevista se realizó el miércoles- nosotros tenemos 17 peticiones para salir sumando a todas las residencias forales, sea a cenar o a comer en los días de fiesta. Y once provienen del mismo centro. Son muy pocas.

Ha presentado esta semana ante las Juntas Generales su proyecto de Presupuestos para 2021. ¿Satisfecho con las partidas que va a manejar o aspiraba a más?

-Estoy satisfecho, porque con los cientos de millones menos de recaudación que ha tenido la Hacienda foral este año, el presupuesto del departamento va a pasar de 240,8 millones a 248,9. Es un esfuerzo significativo y se lo agradecí tanto al diputado general como al resto de diputados y diputadas, que tienen mucho menos presupuesto que nuestro departamento pero esta apuesta les parece bien. Es un presupuesto que busca la cohesión social. Por mucho que incrementes un presupuesto, siempre pueden seguir diciendo que no llegamos a todo, pero es que tenemos una sociedad cada vez más envejecida, con necesidades crecientes, pero también otras nuevas que antes no existían.

De todas ellas, ¿cuáles son las que más le quitan el sueño?

-Me preocupa muchísimo el ámbito de la exclusión social, porque históricamente ha sido el patito feo de los servicios sociales. Y no hablo de esta Diputación, sino en general. Aquí hemos hecho una apuesta, como también seguimos haciéndola en violencia de género. Hemos creado recursos y vamos a entrar en el proyecto housing first, que es toda una estrategia de apoyo a personas sin hogar. Hay personas que necesitan unos pequeños apoyos psicoeducativos, pero no una plaza residencial, por lo que procurarles una vivienda es fundamental y la experiencia está siendo un éxito en otros lugares. Pero las necesidades están en todos los ámbitos. Por ejemplo, queremos crear un recurso para dar respuesta a la discapacidad intelectual envejecida, queremos reorganizar todos los centros de menores y crear uno específico para trastornos conductuales graves y queremos potenciar también la prestación económica de asistencia personal dentro del proyecto Etxean Bai.

La pandemia ha aparcado proyectos importantes como ese centro para menores o el segundo CAI para víctimas de violencia de género. Aunque volverán a las Cuentas de 2021, ¿es realista asegurar que van a ver la luz en esta situación?

-Se van a acometer los dos. El CAI 2 es una ampliación respecto a las plazas que ya había en el primero y es una apuesta clara. Y con el tema de menores, tengo que decir que siempre hay una dificultad grande para encontrar inmuebles. Muchas veces, cuando vas a alquilar como diputado de Políticas Sociales, no te preguntan ni para qué es, pero cuando saben que es para algo social no les interesa. Alokabide nos está echando una mano, pero a nivel privado estamos teniendo problemas.

Las personas dependientes, de todo tipo, han sido unas de las más golpeadas por la pandemia. ¿Qué va a hacer su departamento para mejorar su calidad de vida?

-Nosotros estábamos ya desde antes de la pandemia en un proceso de cambio del modelo asistencial en las residencias, porque queremos avanzar hacia el mantenimiento de las personas mayores en sus domicilios durante la mayor parte del tiempo. Y esto es porque ellas quieren seguir en casa. Pero esto lleva un tiempo, porque supone cambiar todo el chip a la organización y adaptarlo a las necesidades de las personas usuarias.

¿Y en el ámbito de la discapacidad?

-Hemos pedido para 2021 un proyecto a arquitectura para un nuevo centro de día de discapacidad intelectual, que se hará a partir de 2022; es un proyecto interesante y que es necesario. Y sobre todo, está el impulso al modelo de apoyo a la vida independiente, de lo que estamos muy orgullosos, porque lo hemos acordado prácticamente con todo el tercer sector dedicado a la diversidad funcional. Aunque no estén todas las entidades, todas las grandes sí han estado y ha sido un trabajo muy intenso que se va a desarrollar en cuatro años. Es un modelo que va a tener mucho recorrido.

¿Cuándo comenzará la construcción de la residencia Arabarren?

-En breve, lo antes posible.

¿En el primer semestre de 2021?

-Sí. En semanas.

Sin dejar el ámbito residencial, la consecución de un convenio colectivo para las residencias privadas no termina de cuajar y esta misma semana ha habido una nueva convocatoria de huelga. ¿Hay avances en este proceso?

-El problema en Álava es que la patronal no está organizada en asociaciones y que hay una gran cantidad de centros pequeños que son los que más plazas suman en total, lo que dificulta mucho el proceso. Antes de la pandemia me reuní con las grandes y las pequeñas y el último paso que he dado ha sido juntarme con algunas de las entidades más grandes para ver cómo podían tirar un poco del resto. Las vi con muy buena disponibilidad y talante. Y por otro lado, dos sindicatos nos han pedido que facilitemos una reunión con la patronal. Hay un acercamiento de posturas, pero es complicado.

Respecto a las convocatorias de OPE pendientes de resolver, ¿qué planes maneja su departamento?

-Se van a sumar las convocatorias de 2018, 2019 y 2020 y uniremos las plazas de las mismas categorías. Se ha calendarizado el proceso, de manera que en los próximos tres años se van a hacer juntas todas las pruebas de esas tres convocatorias por categorías. Hay una apuesta total por renovar y dar estabilidad laboral a la plantilla, que está ciertamente envejecida.

Después de muchas prórrogas, han logrado un acuerdo con el Ayuntamiento para culminar el trasvase de competencias sociales. Casi en el tiempo de descuento. Pero también es verdad que este proceso no va a terminar el 31 de diciembre.

-Estamos contentos, porque han sido muchos meses de negociación. Son ocho apartados dentro del convenio marco. En algunos temas como el SAD nos damos de plazo hasta 2022 y en otros como San Prudencio, hasta 2024. Al final se ha llegado a un acuerdo que gusta a las dos partes.

Ha habido preocupación entre las personas usuarias y las familias del CIAM San Prudencio por su traspaso. ¿Qué mensaje les lanzaría?

-De tranquilidad absoluta, porque en lo primero que hemos pensado en este proceso es en las personas usuarias y en sus familias.

Para terminar, ¿qué le pide a este próximo 2021?

-Le pediría que la pandemia se controle cuanto antes, si es en septiembre mejor que en diciembre. Y también, que haya sensibilidad social hacia la gente necesitada, sea del colectivo que sea. Extender esa compasión y esa solidaridad como una mancha de aceite.

"Tenemos al personal mucho más entrenado y los centros grandes están aguantando muy bien esta segunda ola"

"Por mucho que incrementes un presupuesto, siempre pueden seguir diciendo que no llegamos a todo"

"Se van a sumar las convocatorias de OPE de 2018, 2019 y 2020 y uniremos las pruebas por categorías"