- Tras todo un año de ausencia en lo que a trabajo sobre el terreno se refiere, el equipo del grupo de investigación en patrimonio construido de la UPV, dirigido por Josu Santamarina Otaola, ha vuelto a encaminar sus pasos hacia la cima del viejo Askuren (monte San Pedro de Beraza, ubicado entre la ciudad vizcaína de Orduña y las localidades alavesas de Aloria y Lezama en Amurrio y Uzkiano en Urkabustaiz), con el firme propósito de abordar la cuarta y última campaña de investigación arqueológica en este frente vasco de la Guerra Civil.

Se trata del fin de una primera fase, iniciada en 2016, que incluirá la adecuación de un Itinerario de la memoria, de aproximadamente dos kilómetros a recorrer a pie, en el que se colocarán paneles con toda la información obtenida en las excavaciones, a fin de poner en valor el enclave como el tesoro histórico y paisajístico que es, y siempre en clave didáctica de los derechos humanos. "Su señalización debe estar concluida para marzo y entrará a formar parte de la red de itinerarios históricos que se están creando en toda Euskadi, sobre todo, en torno al Cinturón de hierro, porque San Pedro no es solo uno de los 213 lugares arqueológicos de nuestra tierra, es mucho más por su altísimo grado de conservación", explicó Santamarina en la presentación del proyecto, donde estuvo acompañado de las alcaldesas de Amurrio y Orduña, Josune Irabien e Itziar Biguri, respectivamente, al tratarse de los Ayuntamientos que financian los trabajos, con ayuda del Instituto de la memoria, la convivencia y los derechos humanos, Gogora.

En este punto, Irabien quiso dar las gracias a la asociación etnográfica Aztarna, impulsora de la investigación, "por la visión que tuvo para desenterrar esta parte tan poco estudiada de nuestra historia"; así como a los concejos de Aloria, Lezama y Uzkiano "por las facilidades dadas". Biguri, por su parte, recordó que Orduña lleva varios lustros recuperando su memoria histórica "y en este proyecto no podíamos faltar, porque por fin tenemos la prueba física de lo que ocurrió en esa cima, de la que nuestros aitites y amamas querían hablar poco o nada".

De hecho, Santamarina reconoció que, pese a que la localización de San Pedro podía traer consigo la dificultad de poner de acuerdo a instituciones de provincias distintas "todo ha sido colaboración para sacar adelante algo realmente necesario, porque la Guerra Civil tuvo lugar hace ya ocho décadas y ya quedan ente nosotros muy pocos testigos, como Mateo Balbuena o Consuelo Lopetegi, pero las lecciones que podemos sacar de ese conflicto son todavía muchísimas y más en un lugar como San Pedro, aunque sean solo parches a un silencio de muchas décadas", subrayó.

En concreto, los trabajos de esta primera fase han consistido en prospectar el terreno para, posteriormente, topografiar y mapear todas las las fortificaciones construidas por parte de varios batallones del ejército vasco, pero también en excavar cuatro bunkers y más de cien metros de trincheras y refugios, que han sacado a la luz gran profusión de objetos (más de mil piezas por campaña) que, tras su estudio individualizado y exhaustivo, han permitido conocer con gran detalle tanto la vida cotidiana en el frente, como las dos principales batallas que se registraron en su suelo: la conocida como batalla de Villarreal, en diciembre de 1936, y la batalla de San Pedro, en mayo-junio de 1937, que consistió en una gran ofensiva sublevada llevada a cabo por bombarderos alemanes de la legión Cóndor, carros de combate italianos y la infantería de la III brigada de Navarra. "Las fuerzas del ejército vasco poco pudieron hacer ante semejante ataque. La resistencia fue efímera el primer día de batalla, 26 de mayo de 1937, y la huida republicana debió ser desesperada y terrorífica", describe Santamarina.

En relación con aquel momento, las excavaciones de 2016 y 2017 arrojaron cientos de casquillos de diversos calibres y procedencias (Checoslovaquia, Francia, México, Polonia, Estados Unidos, Rusia, Alemania o Gran Bretaña), "que demuestran la internacionalización del conflicto"; objetos cotidianos como hebillas de cartuchera y de tirantes, cucharas y tenedores, botellas de vidrio o botones de camisa; además de monedas o una chapa con valor de diez céntimos de la cooperativa de consumo La Esperanza de Vitoria y, lo más asombroso, una caja de munición para ametralladora Hotchkiss completa, con más de cien cartuchos de calibre 7mm sin disparar. "Es muy posible que estuviese preparada para ser utilizada en la defensa de San Pedro, pero el avance franquista impidió su uso. Este hallazgo es un caso casi único en la Arqueología de la Guerra Civil", aclaró el arqueólogo.

Con todo, el hallazgo más sorprendente de las dos primeras campañas fue el de unos fragmentos de papel que, una vez restaurados, permitieron identificar que se trataba de un ejemplar del 5 de mayo de 1937 del diario Euskadi, órgano de prensa de Partido Nacionalista Vasco en la época. Es decir, "el que daba cuenta del bombardeo de Gernika, de la evacuación de miles de niños al exilio en barcos y del estreno de Tiempos modernos de Charles Chaplin en los cines de Bilbao, por citar algo de su contenido. Y todo ello lo estaban leyendo soldados republicanos en una trinchera de monte San Pedro, 21 días antes de la batalla final de la que resultarían perdedores", incidió Santamarina.

Por su parte, en la campaña desarrollada en 2018 tuvo lugar el hallazgo más especial a nivel de reconstrucción de una biografía silenciada y olvidada. Se encontró una placa identificativa del miliciano Manuel Mogrovejo Arnaiz, al que han logrado seguir la pista hasta reconstruir su apasionante y triste historia. De hecho, nació en Amorebieta en 1918 y fue combatiente en San Pedro en el batallón comunista Leandro Carro, con tan solo 17 años. Logró salir con vida, pero el cruel destino encaminó sus pasos, primero al campo de refugiados francés de Gürs y, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, a varios campos de concentración nazis hasta que, con 26 años, fue liberado por tropas norteamericanas el 5 de mayo de 1945, del tristemente famoso Mauthausen-Gusen, en Austria. En estos momentos, los investigadores han logrado dar con varios de sus parientes, repartidos entre Cataluña, Galicia y Argentina, y "sabemos que en 1959 residía en Barcelona y que falleció en París en 1993".

Por lo que respecta a la cuarta campaña, se está centrando en terminar de interconectar el entramado de trincheras. "En los pocos días que llevamos ya hemos registrado más de 300 piezas que, como todas las anteriores, se llevan a analizar para luego terminar en el Museo Arqueológico de Álava, con copias en el de Bizkaia", apostilló el director de los trabajos, al tiempo que lamentó que este año, debido a la covid-19, no se podrán desarrollar como en años anteriores las charlas, talleres y visitas guiadas, "pero se atenderá a cualquier persona interesada en conocer las excavaciones, que finalizarán el 9 de noviembre", apuntó. Las personas que quieran acercarse hasta las trincheras del viejo Askuren deberán hacerlo de forma escalonada y cumpliendo las medidas de seguridad establecidas por las autoridades sanitarias.

300

En los pocos días que llevan de trabajo ya han registrado más de 300 piezas que, como todas las anteriores, se llevan a analizar para luego terminar en el Museo Arqueológico de Álava, con copias en el de Bizkaia, explica el director.