- La tradición de la ofrenda floral a la Virgen Blanca en su día grande contó ayer con tres elementos adicionales que, por su excepcionalidad, convirtieron este acto de fe y recogimiento en un instante complicado de digerir. Las mascarillas en el rostro, las colas para acceder a la balconada de San Miguel y el tiempo limitado para confesarse ante la hornacina de La Blanca marcaron el desarrollo de una jornada perfectamente coordinada por la Policía Local. Desde primera hora de la mañana quedó patente el despliegue para impedir que se juntaran grupos de más de una decena de personas en la parte superior de la plaza. Las hileras de devotos enfilaron su serpentear hacia las primeras vecindades de la calle Correría y, al filo de las 13.00 horas, se vivió el momento de más concentración con cerca de 70 personas esperando para subir las escaleras a la balconada.

Una vez en la parte superior, los uniformados de la guardia urbana impartían las directrices de cómo pasar frente a la hornacina los siete minutos disponibles, antes de enfilar la salida por las escaleras de la plaza del Machete. Los gasteiztarras acataron con sumisión las órdenes y el ritual se repitió una y otra vez con la presencia de cada grupo de diez personas en la balconada. Tras alcanzar de forma apresurada la cumbre, el portador del ramo lo anudaba sobre la reja de la iglesia, ayer cerrada y que impedía acceder al pórtico de San Miguel. A continuación llegaban los posados frente a la hornacina para plasmar en una instantánea esa ofrenda floral de la pandemia, que será recordada por todas las generaciones de gasteiztarras con el firme propósito de no tener que volver a pasar por un trance similar. Minutos antes de las 12.30 apareció por el recinto Gorka Ortiz de Urbina y se convirtió en la estrella con el que todos quisieron fotografiarse durante ese breve periodo de tiempo. Con su habitual sonrisa posó una y otra vez antes de abandonar la balconada para disfrutar con su mujer e hijos de una jornada familiar.

El trasiego de fieles fue constante durante toda la jornada y ni siquiera las horas centrales, bajo el fuerte sol que se decidió a acompañar la jornada restó un ápice de religiosidad al entrañable momento.

Ocasión singular. La pandemia alteró por completo el desarrollo de la ofrenda floral. Para evitar concentraciones de más de diez personas, se organizó un dispositivo policial que controló el número de personas que accedieron por turnos a la balconada de San Miguel y el tiempo frente a la hornacina para la ofrenda.

Acceso ordenado. Los devotos fieles de la patrona de Gasteiz aguantaron las directrices impuestas de esperar su turno para subir la escalinata de San Miguel. El número máximo de personas se limitó a diez y una vez en la balconada, el tiempo máximo de estancia frente a la hornacina no podía superar los siete minutos. Para evitar la creación de flujos de subida y bajada, la salida del recinto se orientó hacia la plaza del Machete por donde abandonar la ofrenda.

Puerta de Mateo Moraza. La ofrenda no interrumpió el ritmo y horario de celebraciones eucarísticas de la jornada de la patrona en San Miguel. Quienes solo acudieron a escuchar la misa tuvieron que acceder al interior del templo por las escaleras de la calle Mateo Moraza y salir por la puerta de la calle Correría a la finalización.

2021

Centenario de la patrona. Tras esta atípica celebración de este año, dentro de 12 meses se vivirá un momento singular al cumplir un siglo desde su proclamación como patrona de Gasteiz.