- La actividad no se detiene en el sector primario, que hace poco más de un mes colapsó las calles de Gasteiz reivindicando un precio justo por su trabajo, solo tres jornadas antes de que se decretara el estado de alarma. Mientras la actividad se ha detenido ellos siguen con las tareas en el campo y la actividad en los establos.

Se ha cumplido un mes de vigencia del estado de alarma donde el sector primario ha seguido con su actividad. ¿Se ha visto afectada su tarea diaria?

-Seguimos trabajando normalmente, pero sí nos ha afectado. Las materias primas o algunos productos no nos están llegando con regularidad y también nos paran cuando nos dirigimos a las explotaciones. También se intuyen afectaciones a cuestiones como el temporerismo, cuando se precise su contratación. Nuestro día a día no está cambiando al ser una actividad prioritaria y desarrollamos las tareas en el campo o de ordeño de los animales, por ejemplo. En ese aspecto estamos en la normalidad, pero en otros nos estamos viendo también repercutidos.

Ahora son una actividad esencial y el 12 de marzo estaban en las calles de Gasteiz con una tractorada reivindicando unos precios justos por sus productos.

-Ese jueves, la UAGA celebró una tractorada donde se dieron cita más tractores que nunca. Fue el colofón a un mes de movilizaciones estatales en busca de dignificar nuestro trabajo y gozar de visibilidad. Por efecto del coronavirus todo eso se ha quedado tapado, aunque sí que se nos reconoce el trabajo que llevamos a cabo y seguir al pie del cañón. Mi pregunta es qué sucederá cuando todo esto pase, dónde nos vamos a quedar y si vamos a continuar siendo ese patito feo o se van a cambiar las políticas agrarias para dejar de ser esa figura o no ser los paganos de sufrir las consecuencias de toda esta crisis.

Cuando se normalice la situación, ¿seguirán con esas reivindicaciones para que no queden ocultas por la crisis que ha generado la pandemia?

-Ese es el problema. Ahora es un buen momento para que, además de la clase política, la ciudadanía en general reconsidere su postura sobre la figura de los agricultores, ganaderos, transportistas y todo lo que está alrededor del sector primario. Debe de cambiar esa visión de la ciudadanía y después las políticas agrarias, el tema de los precios de cara al futuro y dejar de depender de materias primas del extranjero. Hay que producir lo más cerca posible y si no lo tenemos ya se traerá de donde sea. Vamos a dar prioridad a lo nuestro, hacer que esos productos se pongan a la venta y que nuestros agricultores vendan y no tiren las cosechas. Por un lado decimos que hay hambre y vemos grandes extensiones de fruta tirada por el suelo porque no se recoge o los precios son tan irrisorios, que cuesta más cogerlos que lo que se va a pagar. Esas son las políticas que tienen que cambiar y no tener una doble vara de medir. No se pueden tirar alimentos y luego no recoger otros.

La leche es uno de esos productos en los que no se recibe lo que cuesta la producción y se termina desaprovechando.

-La crisis va a llegar a todos los sectores y muchas veces la manera de ahorrar dinero es no pagando o bajando los precios a los agricultores y ganaderos. Hay situaciones en las que somos los paganos y al día siguiente, si pasa algo, falta de todo. Es difícil de explicar todo esto. O no hay previsiones o algo pasa. Habrá que almacenar para cuando pasen las cosas y pasamos de no tener nada a que, a los cuatro días, sobre todo. Esas son las incógnitas que todos debiéramos preguntarnos en casa y también darse cuenta los políticos de hacia dónde vamos y qué es lo que queremos realmente.

Cuando se retome la normalidad una medida de apoyo sería comprar en el comercio de proximidad y productos de cercanía.

-Lo ideal sería que en las etiquetas figure de dónde son los productos y no dónde están envasados. Ahí están ejemplos de productos envasados en Álava o Euskadi y que llegan desde Marruecos o China. Luego hay que procurar ir a buscar nuestros productos para dar de comer a los de aquí y, en segundo lugar, sabemos que tienen calidad y más control sanitario. Aquí en Euskadi es el lugar donde se es más estricto en esos parámetros y deberíamos estar concienciados en que nuestros productos son los más seguros, los que menos herbicidas tienen y más controles pasan. Vamos a aprovecharnos de ese punto ahora que tanto se habla del ecologismo. En el cultivo ecológico, en principio, se supone que no se echa ningún tipo de producto, pero todo el mundo echa algo. La agricultura de hoy en el País Vasco no es la de hace veinte años, ni es la misma que existe en Argentina, China o Rusia. Allí se produce echando lo que se tenga que echar, algo que no se hace en Euskadi. Cada producto tiene su cuaderno de trazabilidad desde que se empieza a comprar la semilla hasta que se vende. Eso es muy importante y lo que hay que recalcar. Son productos buenos, de calidad y a buen precio.

Hoy se celebra de nuevo el mercado en Santa Bárbara tras el volantazo del Gobierno Vasco de prohibirlo el pasado miércoles y el sábado autorizarlo. ¿Entienden desde la UAGA ese cambio de opinión en solo 72 horas?

-Nos quedamos muy sorprendidos, al principio, para mal y ahora ya hemos vuelto a la normalidad. Por un lado se estaba hablando de potenciar el consumo local y vender su producto en este tipo de mercados, ideales para tener ese contacto. Además ese género no lo toca nadie más que quien lo ha producido y no pasa por 50 manos ni cadenas alimenticias. Va directo desde su huerta, cuadra o árboles hasta el consumidor desde las manos del productor. No es como en los supermercados donde todo el mundo puede tocar la fruta, por ejemplo. Además son mercados al aire libre, donde hay menos riesgo de contaminación porque se guardan las distancias y no hay aglomeraciones. Estuve en Santa Bárbara hace dos semanas y se palpaba la prudencia de la gente, acercándose a los puestos, mirando o esperando su turno en la cola si se decidían a comprar. Más pulcritud que eso es imposible. De repente lo cortaron y cuando estábamos preparando una respuesta, el sábado lo volvieron a permitir. Me parece acertado que se abran. Además la ley que querían imponer pretendían dejarlos cerrados más allá de dos semanas y parecía una decisión duradera para varios meses. Hay cosas que deben ser meditadas antes de anunciar esas normativas mirando caso por caso según las zonas.

¿Recibieron algún tipo de comunicación desde el Gobierno Vasco tras esa doble decisión?

-Nadie nos ha contado a que se ha motivado el cambio tan rápido. De hecho, estábamos esperando la llegada de este pasado lunes para poder hablar con Gobierno Vasco o la Diputación y hablar tranquilamente, pero antes de eso el sábado llegó la segunda decisión. Nadie nos ha llamado para darnos una explicación y los motivos.

Y a escasos metros de Santa Bárbara estuvo abierto el Jueves Santo y Lunes de Pascua una gran superficie comercial.

-Eso nos llegó al alma. Si quieren abrir, lo veo lógico porque al juntarse varios días de fiesta se generan más colas en los establecimientos y de esa manera, con más establecimientos abiertos, se evitan aglomeraciones. Que nos clausuren un miércoles el mercado de productores en Santa Bárbara y esa marca estuviera abierta, no tiene mucho sentido ni hay por dónde cogerlo. Rectificar es de sabios y al hacerlo tan rápido vamos a decir que ha sido una anécdota y que no vaya a más.

La pandemia ha hecho aflorar una catarata de ERTE en el sector servicios e industrial. ¿Se ha esquivado esa regulación temporal de empleo en el sector primario al ser explotaciones familiares?

-Se ha esquivado en Álava al tratarse de explotaciones familiares en la gran mayoría de los casos. Además, en aquellas que se tiene a algún trabajador contratado, el campo se debe seguir trabajando igual, las vacas hay que seguir ordeñándolas. A nosotros no nos influyen esas regulaciones de empleo. Otra cosa es la imposibilidad de poder vender los corderos o terneros, el precio bajo de la leche que me impide tener a alguien contratado y por ahí pueden venir los problemas, más que por la ausencia de trabajo.

La secuela es la crisis que deja el virus llega a todos los sectores. ¿Puede volver a ser el primario otro de los afectados por la reducción de precios que se pague por sus productos?

-Ese es el miedo. Hemos trabajado y producido antes de la pandemia, durante y después. El problema es qué va a pasar si se eleva el paro. Se comprará y se consumirá menos, cerrarán los restaurantes, no va a haber turismo y no hará falta de dar de comer a toda esa gente que viene de fuera ni traer alimentos de fuera. Si no llegan esos 40 millones de turistas, ¿se va a seguir comprando fuera e importando o se va a tirar primero de lo que tenemos en casa? Ahí está la clave de todo. Vamos a recurrir a lo que tenemos en casa y no habrá ninguna crisis. Si hacemos lo de todos los años, comprando fuera y tirando los precios, de aquí a dos meses nos vamos a ver de nuevo con los tractores en la calle.

¿Va a suponer la crisis replantearse las futuras contrataciones de personal en las diferentes tareas que precisa el campo?

-Dentro de 15 días empezamos con la espergura y el desniete de los viñedos y va a precisar bastante mano de obra. En cuanto pare de llover se va a requerir también en los cultivos de siembra de patata y remolacha, para tirar la tubería de riego y requerirá contar con personal. Tenemos el problema de la gente que pueda venir cómo alojarlos. Todas esas cuestiones están muy en el aire. Desde UAGA estamos preguntando si van a poder cruzar la frontera la gente que venga de Portugal o de Marruecos, dónde se van a poder alojar y cómo van a ser los traslados a las fincas. Hay muchas incógnitas y en 15 días se acomete la espergura, que viene a durar sobre un mes y medio, pero al contar con menos gente se estirará hasta los dos.

"Hay que cambiar las políticas agrarias y que el sector deje de ser el patito feo y pagano de la crisis"

"La decisión de suspender el mercado de Santa Bárbara debió ser meditada antes de anunciarla"

"Los ERTE no han llegado al sector primario al tratarse de explotaciones familiares y continuar con la actividad"