KUARTANGO - El valle de Kuartango volvió a ser el primer lugar alavés en celebrar la fiesta del carnaval, al recuperar, el sábado por la tarde-noche, la tradición de dar caza al oso, una antigua costumbre perdida, pero recuperada gracias a la implicación de los vecinos para que no se pierdan estos testimonios del pasado. Como todos los años, grupos de vecinos recorrieron Gillarte y Santa Eulalia pidiendo por las casas para celebrar los almuerzos, entre ellos, la alubiada que se disfrutó en Zuazo. Ya por la tarde, sobre las siete, la puerta principal del balneario se comenzó a llenar de espectaculares y terribles personajes: Porreros, Máscaras y Ceniceros, mientras en la oscuridad de la ribera del Baias sonaba el cuerno que llamaba a iniciar la marcha. Esta tradición estaba prácticamente perdida, olvidada, pero gentes del valle como Eduardo Martínez de Santos y otros muchos lograron rescatar de la memoria de los mayores y de archivos que fueron investigando, cómo se celebraba y quienes eran los personajes que la componían

Haciendo caso omiso de la húmeda niebla y el frío, el grupo formó una doble hilera para salir del edificio, cruzar la carretera y comenzar la larga ascensión hacia el pueblo viejo. Un descanso en la fuente vieja y a continuación se acometió la subida más dura, una larga rampa en zig-zag hasta la antigua iglesia, donde ya no se puede escuchar el tañido de la campana que había en ese lugar, ya que fue robada hace cuatro años. En ese lugar se hizo salir al Oso ante la desbandada general de la comitiva y una vez bien amarrado por el pastor comenzó el descenso, en el que se realizaron dos paradas: una en una casa particular y otra en la casa del Alcalde.

En la primera, los participantes interpretaron la canción de Santa Águeda. En la otra, en la casa del alcalde real, Eduardo Fernández de Pinedo, convertido en un porrero más, se volvió a entonar la canción, pero se le añadió un estribillo

El recorrido continuó por parte de la comitiva, cruzando la carretera y recorriendo parte de las calles de Zuazo conducidos por el sonido del cuerno y finalmente regresaron al Balneario. En ese lugar se habían dibujado unos grandes círculos en el suelo donde se colocaron unos recipientes con fuego, alimentado por la gran hoguera del centro. Y en el interior se colocaron los personales de 'El Alcalde y la Alcaldesa', 'La Vieja de Arriano', sentada delante de la lumbre en la que calentaba el vino, dos lugareños con los chorizos colgando de unas maderas y un buen espacio en el centro, donde quedó recluido 'El Oso' con el pastor.

Los Porreros danzaron alrededor de esa composición, para evitar que el Oso saliera de allí y con una nueva interpretación de la canción de Santa Águeda' y el disfrute de un vino y chocolate caliente para todos aquellos que lo quisieron, el carnaval concluyó con la cena popular en la sidrería de Kuartango, en el propio balneario.

A lo largo de todo el recorrido intervinieron personajes como La Vieja de Arriano, representante de todo lo pasado y antiguo. Junto a ella, los Porreros, las Máscaras o el Oso. Este último se caza en la iglesia del pueblo viejo, sobre la colina. Lleva el rostro cubierto con una máscara y se creó para reforzar el vínculo con el monte. Todos ellos contribuyeron a dar color y asentar esta tradición del Carnaval recuperada para la localidad.