El 'Chacho' Coudet pedía reconocimiento en una de sus alocuciones recientes para su labor, pero el técnico argentino sigue sin dar con la tecla ni conseguir la química ideal con Mendizorroza.

Al margen de que sus números no puedan sostenerse ya en exceso –apenas ocho puntos de 30 puntos posibles tras una victoria, cinco empates y cuatro derrotas–, algunas decisiones que está tomando durante el desarrollo de los partidos no están sido bien acogidas por la grada albiazul.

Con su lectura de lo que está viendo sobre el terreno de juego, Coudet no está contribuyendo a dar otro aire al equipo ni sacarle de los problemas en los que anda sumergido. Esta vez enfadó al personal en el tiempo de descuento. Tras el mazazo que supuso el tanto a balón parado obra de Calero como consecuencia de la enésima concesión defensiva en la presente temporada –son ya trece jornadas consecutivas encajando gol–, dio entrada a Guridi.

El centrocampista azpeitarra, principal damnificado por el cambio de sistema en las últimas jornadas al pasar a jugar el Alavés con dos delanteros y prescindir de un mediapunta, sustituyó a Diarra cuando restaban cuatro minutos para el final del choque. El maliense, al igual que sucedió en la derrota ante el Girona, volvió a salir en la foto del gol que supuso otra derrota del conjunto babazorro tras su desatención en la marca a Calero.

Ese cambio motivó la música de viento de una grada que comienza a resignarse ante la falta de reacción del equipo desde hace semanas. El Espanyol, sin hacer prácticamente nada en ataque, se llevó tres puntos de una manera increíble tras otro partido que se convirtió en un quiero y no puedo por parte del 'Glorioso'.

El técnico argentino, con el que el 'Glorioso' ha sumado ocho puntos de 30 posibles, sigue sin dar con la tecla ni conseguir la química ideal con la grada de Mendizorroza

La escudra vitoriana lo intentó por todos los medios. Por tierra, mar y aire buscó el gol ante la portería de un solvente Joan García, pero su insistencia careció de recompensa. Entre las paradas de uno de los porteros más en forma de la categoría y la falta de instinto asesino de los puntas alavesistas, el casillero de goles volvió a quedar vacío.

Transcurridos casi tres meses desde el relevo en el banquillo, queda claro que las soluciones perseguidas tras la marcha de Luis García continúan sin llegar.

Pese a que no estaba siendo su mejor día, la sustitución de Carlos Vicente en el descanso para dar entrada en su lugar a Pau Cabanes tampoco fue demasiado bien entendida por un sector de la afición. Teniendo en cuenta la ascendencia del maño en el juego del equipo y su capacidad de desborde en la banda derecha, prescindir de sus servicios tan pronto fue un lujo que terminó pagándose muy caro.