Al Deportivo Alavés le urge dar un paso adelante, y no pequeño, en defensa. Como manifestó Luis García Plaza al término de la derrota frente al Real Valladolid, “no puede ser” que el equipo tenga que marcar cuatro goles, menos aún en casa, para ganar. “O mejoramos atrás, trabajando todos y haciendo que, cuando nos marquen, sea porque han hecho algo muy bien, o vamos a sufrir mucho este año. No podemos regalar tanto”, lamentó el técnico albiazul.
Tal autocrítica, que sirvió para alertar a sus pupilos, fue consecuencia no solo de la pobre imagen contra el Pucela, condicionada también por la indefendible actuación arbitral, sino de lo acontecido semanas atrás, antes del último parón internacional. Cuatro son las derrotas consecutivas que suman los gasteiztarras y once los goles encajados durante las mismas, habiéndose convertido en la segunda escuadra más débil de LaLiga en ese sentido.
Solo el propio Valladolid (21) ha recibido más tantos que el Alavés (18) en lo que va de curso y lo preocupante, de nuevo, es la forma más que la cantidad. La mayoría han llegado por errores no forzados y clamorosos. Se podría decir, incluso, que puntuales, pues, pese a lo ya mencionado, los babazorros siguen siendo de los equipos que menos conceden de la categoría, con una media de 11.1 tiros en contra por partido que solo mejoran seis clubes.
Visto lo visto, no queda otra que “ponerse las pilas”. Un mensaje que, si bien Luis García trasladó a todos sus pupilos, puede enfocarse en varias piezas en concreto, en especial si se limita a la parcela defensiva. Frente a los pucelanos, la diestra fue la zona más débil de la retaguardia. Allí, donde jugaron Abdel Abqar y Nahuel Tenaglia, los desajustes fueron constantes a partir del 1-1 y solo el pitido final pudo acabar con el sufrimiento de ambos.
Nadie fue capaz de cubrir las incorporaciones al ataque del lateral argentino, a quien, como es lógico, pillaron una y otra vez la espalda al contragolpe; y el central marroquí, por su parte, salió perdedor en la mayoría de acciones en la que le pusieron a prueba, sobre todo en velocidad. Este último, el de Settat, no ha empezado bien el curso y sus errores, además, se están agigantando por las incógnitas sobre su continuidad. Está en el punto de mira.
Por otro lado, aunque no sufrió tanto el viernes, también es una preocupación por sus actuaciones previas Manu Sánchez. Ofensivamente va bien, pero atrás denota carencias y las mismas ya le han dado algún que otro disgusto a Luis García. Tampoco ayuda, claro está, que no tenga excesiva competencia. Moussa Diarra debería serlo, ya que vino para ello, pero este, de momento, ha demostrado que rinde bastante mejor de central que de lateral izquierdo.
POCAS ALTERNATIVAS
Y alternativas no hay demasiadas, esa es la realidad. A las dudas que están dejando los titulares se ha sumado la mala fortuna con las lesiones y esto último está obligando al técnico del Alavés a sacar lo que tiene en cada encuentro. La situación mejorará en invierno, cuando Facundo Garcés esté disponible, pero la travesía hasta entonces puede ser muy ardua si los que están en forma no dan un paso al frente y el resto siguen concatenando lesiones.
De momento, en lo que respecta al futuro más inmediato, Luis García ya sabe que en Vallecas no podrá contar con Abqar, que cumplirá ciclo de tarjetas tras ver la quinta amarilla por protestar, y será Santi Mouriño quien ocupe su lugar. Una incógnita es la disponibilidad de Aleksandar Sedlar, ausente desde antes del parón por molestias musculares -se dijo que podría llegar a la cita contra el Rayo Vallecano-, y descartado continúa Hugo Novoa.
Vista la mala fortuna que está teniendo el lateral gallego con las lesiones y que el resto no han conseguido rendir aún como se espera, no sería sorprendente que, si la cosa no mejora, el madrileño empiece a dar alternativa a algún jugador de la cantera. Adrián Pica ya es “uno más” del primer equipo, pese a que apenas cuenta con experiencia en el fútbol profesional, y no lo ha hecho mal en ninguna de sus apariciones hasta ahora (Real Sociedad y Barça).