La imagen del Deportivo Alavés ayer, en la visita del Real Valladolid a Mendizorroza, no estuvo a la altura de lo que requería una cita de tal calibre: los babazorros volvieron a cometer errores no forzados en defensa, tampoco estuvieron demasiado finos en ataque y echaron así por tierra una ventaja que debería haberles servido para llevar la contienda a su terreno y cerrarla más pronto que tarde, como ya habían hecho de locales esta temporada.
Ahora bien, que los de Luis García Plaza no hicieran méritos para ganar no significa que merecieran perder, pues el Pucela tampoco completó una actuación reseñable. La única diferencia fue que, mientras el Glorioso se desesperaba y caía en la frustración, los blanquivioletas fueron aprovechando las facilidades que les brindó el cuerpo arbitral, que estuvo liderado por Melero López sobre el césped y Pizarro Gómez en la sala del VAR.
Más allá de las muchas faltas que no se castigaron en favor del Alavés, bajo un criterio cuando menos cuestionable -que le pregunten a Carlos Vicente-, lo que realmente molestó en Mendizorroza fue el claro penalti que no se señaló a Tomás Conechny, derribado dentro del área por Luis Pérez, y el que, sin embargo, sí que se le pitó a Jon Guridi. Ambas acciones, cabe destacar, con el empate a uno en el electrónico, condicionando el choque.
En la jugada de Conechny, en concreto, el VAR interpretó de manera muy rigurosa que el contacto no era suficiente, cuando es habitual que se ejecuten penas máximas por mucho menos. Y en la de Guridi, todavía más indefendible, Melero López se inventó una mano estando el de Azpeitia de espaldas, en posición natural, y golpeándole el balón en el hombro. Puro surrealismo que hizo a los albiazules verse por detrás y perder el control.
Además, como si lo ya mencionado no fuera suficiente para sentir impotencia, el Alavés también tuvo que sobreponerse, por enésima vez, a las correcciones del fuera de juego semiautomático. Acertadas, pues el gol del propio Guridi, para poner el 2-1, fue bien anulado -Vicente tiene un pie completo en órsay-, pero no por ello menos dañinas para la dinámica mental del equipo, que tuvo la sensación de estar luchando contra los elementos.
PURO EGO EN LA EXPULSIÓN DE KIKE GARCÍA
Cerca del final del encuentro entre el Alavés y el Real Valladolid, el colegiado principal del encuentro, Melero López, decidió expulsar a Kike García en una demostración de su enorme ego. El de Motilla de Palancar protesta una resolución suya, sí; pero en ningún momento se dirige a él de manera desconsiderada. Así puede comprobarse esto último al revisar el acta, en la que no se indica ninguna palabra malsonante. "Por hacer observaciones a una decisión arbitral mostrando disconformidad", dice el escrito en dos ocasiones, sin dar detalles.
IAGO ASPAS Y ENDRICK
No es la primera ocasión esta temporada, eso sí, que los árbitros de campo o el VAR cometen errores que perjudican al Glorioso. Ya en la jornada inicial, Iago Aspas se libró de ser expulsado, tras agredir a Antonio Blanco a los ocho minutos de juego, para luego decidir él mismo un encuentro en el que los gasteiztarras habían merecido mucho más (2-1). Allí, en Balaídos, nació una lista de desaciertos que ha ido sumando líneas según avanza la temporada.
Tampoco hay que olvidar, en la línea de lo anterior, la clara expulsión de Endrick, durante el reciente Real Madrid-Alavés, que ignoraron tanto Muñiz Ruiz como Figueroa Vázquez -el delantero blanco golpeó a Santi Mouriño en la entrepierna y sin el balón en disputa-. Es posible que nada hubiera cambiado, como puede ocurrir en el resto de los casos mencionados, pero resulta agotador que el perjudicado casi siempre sea el mismo.
PASAR PAGÍNA
Ante este escenario, a Luis García y sus pupilos no les queda otra que seguir adelante, ignorar lo que no pueden controlar y confiar en que, a lo largo del curso, la balanza termine equilibrándose, que suele tender a ello. De nada sirve obsesionarse con los arbitrajes cuando uno también tiene margen de mejora. Así lo piensa el técnico madrileño, quien, durante su comparecencia de anoche, puso el foco en sus propios errores y no en factores externos.