El Deportivo Alavés ha llegado al ecuador de su pretemporada. A falta de poco más de dos semanas para el arranque liguero, que tendrá lugar en Balaídos (16/8 - 19.00 horas), la escuadra de Luis García Plaza ha jugado ya cuatro de sus ocho amistosos programados y el balance ha sido de tres victorias (Racing, Real Sociedad y Valencia) -las dos primeras en penaltis- y un empate (Levante). Tenerife, Hércules, Huesca y Osasuna serán los siguientes.
Lo importante de la triunfal travesía de los babazorros este verano no son, eso sí, los resultados, sino más bien las sensaciones. Aunque todavía la plantilla no es la definitiva y las piernas pesan por el exigente trabajo físico del día a día, el Glorioso ha evidenciado que tiene muy claro a lo que juega y eso es una gran ventaja a estas alturas. Todo gracias, claro está, a la continuidad que se ha dado en el banquillo, nada habitual en la anterior etapa en la élite.
En la línea de lo acontecido el curso pasado, se ha podido ver en los amistosos a un Alavés ordenado, pero ni mucho menos temeroso en ataque. Las bandas, tanto a través de los extremos como de los laterales, siguen siendo muy activas y profundas y se está viendo un paso adelante en la calidad de los centros que se envían al área rival. Mucho influye en su protagonismo, cabe mencionar, la acertada distribución que se hace desde la medular.
La polivalencia de las piezas de la parcela ofensiva permite, además, jugar de distintas maneras y sorprender así al rival, incluso manteniendo el mismo sistema. Con Carlos Vicente y Rioja, por ejemplo, Luis García puede buscar pura verticalidad, mientras que la opción de Conechny y Romero le permite potenciar el juego por dentro, habilitando también el tiro lejano. Tampoco es lo mismo que actúe Stoichkov o Guridi en la mediapunta.
Asimismo, resulta sorprendente la veloz adaptación de los recién llegados, aun a sabiendas de que todavía no se han enfrentado al verdadero reto. El propio Conechny, que arrancó la pretemporada junto al resto, tiene cada vez mayor influencia en el ataque del Alavés y, si sigue en esta línea, apunta a dar mucho al equipo ya desde el primer día en Balaídos, lo cual no suele ser nada habitual para alguien nuevo en el fútbol europeo.
También se ha podido ver estos últimos días a Manu Sánchez subir la banda como si llevara meses haciéndolo con Luis García; a Moussa Diarra seguro de sí mismo, controlando lo que ocurre a su alrededor; a Romero participativo y siempre dispuesto a combinar; o a Stoichkov viendo portería, que es lo que se le pide. Ahora bien, esas sensaciones, de nuevo, habrá que confirmarlas a partir del 16 de agosto, cuando las cosas se pongan serias.
Falta ver, en la línea de lo anterior, a Asier Villalibre y Hugo Novoa. El Búfalo sigue trabajando individualmente y es por ello que aún no se ha estrenado con la zamarra albiazul este verano; y el lateral gallego, por su parte, cayó lesionado nada más recibir sus primeros minutos. Al sufrir una luxación en su hombro derecho, no se espera que llegue al comienzo de Liga, pues deberá guardar reposo durante alrededor de cuatro semanas.
TRABAJO POR HACER
La positiva imagen del Alavés en los cuatro amistosos, de todas formas, no debe apartar la mirada de lo realmente importante en estas fechas, que es la planificación de la plantilla. Pese a que el trabajo está muy avanzado, gracias a la rapidez de Sergio Fernández en el mercado, todavía restan varias posiciones por reforzar, con especial atención a la zaga. Ahí, sobre todo, será condicionante la decisión de Abqar, quien todavía no ha renovado.
Si el futbolista marroquí acaba abandonando Mendizorroza este verano, Luis García arrancará la temporada sin sus cuatro defensores titulares del pasado curso -Gorosabel, Marín y Javi López fueron los otros tres-. Una situación que, desde la dirección deportiva babazorra, necesitarían compensar con dos refuerzos de calado, en especial siendo Sedlar una incógnita a día de hoy. De más salidas dependerán las entradas en otras posiciones.