“Portero, mono; vete a tu país”. Frases como esta, tan duras de escuchar, todavía son una realidad en el mundo del fútbol y, como silenciarlas por completo es casi imposible, Jesús Owono pone el foco en otro sitio: “A mí no me preocupa el que lo hace, sino los niños de alrededor que lo escuchan. Si hacemos entender a la sociedad que comentarios como ese están mal, sus propios integrantes se encargarán de cortarlos. Eso debemos enseñar”.

Esta última es una de las muchas reflexiones que el portero del Deportivo Alavés ha dejado a su paso por LALIGA VS. Un proyecto, presentado por la periodista Isabel Forner, que tiene como objetivo erradicar el odio tanto dentro como fuera de los estadios y en el que ya han participado previamente otros futbolistas como Álex Remiro (Real Sociedad), Assane Diao (Real Betis), Ludmila da Silva (Atlético de Madrid) o Vero Boquete (Fiorentina). 

Durante la charla, Owono muestra su cara más personal, ya desde que comienza con un repaso de su juventud. “Ahora me identifico como un euskaldun más, por eso lo de Txus, pero yo vine de Bata (Guinea Ecuatorial) con ocho años, dejando allí gran parte de mi familia. Lo hice, además, no para jugar a fútbol, sino para reencontrarme con mi madre, que se había ido a San Sebastián tiempo atrás. Eso era lo único que quería en la vida”, cuenta.

Su pasión por el fútbol, de todas formas, no tardó demasiado en desarrollarse. Ver a sus compañeros de clase jugar con el balón le llamó la atención y, a partir de ahí, comenzó su carrera, aunque no bajo los palos. “Me gustaba meter goles y al principio fui extremo, sí. De esos verticales y potentes. Lo que pasó fue que, en un partido, lesioné al portero de mi equipo y, al no haber ninguno más, me presté yo, que me sentía culpable, a ocupar su sitio”, dice. 

Ese cambio de posición no convenció demasiado a su padre, consciente de que los guardametas casi siempre son los señalados, pero las cosas le fueron bien. Empezó en el Antiguoko, luego pasó a la Real Sociedad y, finalmente, fichó por el Alavés. Dejar la cantera txuri-urdin fue “duro”, pues lo tuvo que hacer por su cuenta, si bien “mereció mucho la pena”. Solo hay que ver hasta dónde ha llegado, y eso que solo tiene 23 años.

Al hablar sobre odio y, más concretamente, racismo; Owono admite que, en su etapa de canterano, tuvo que escuchar comentarios como el mencionado al principio, y eso le hizo trabajar mucho su inteligencia emocional. “Empecé a estructurar mi mente desde muy pequeño, cuando hasta encajar goles me hacía salir llorando del campo. Esta fortaleza es la que me ha permitido, además, aislar los insultos y no dar poder al hate”, manifiesta. 

En esa misma línea, el ecuatoguineano considera que los futbolistas deben aprovechar su posición para hacer ver a los más pequeños que los racistas “son meramente individuos”, aparte de que todas las personas son iguales, sin importar el color de piel o su cultura. “Yo, a mis hermanos, les diría que no dejen de soñar, pese a que haya gente dispuesta a ponerles trabas. La meta es la que uno se marca, y hay que perseguirla”, agrega.

LA SELECCIÓN NACIONAL

Para finalizar, Owono describe la sensación de defender la camiseta de su país, lo cual ya ha hecho en dos ediciones de la Copa África -29 partidos en total-, como algo único; pero centrándose siempre en sus seres queridos: “Lo más importante con la selección, que con esta gran generación puede marcar un antes y un después, es que estoy llevando el nombre de mi familia a lo más alto. El mayor orgullo para mí es hacer sentir orgullosos a los míos”. 

Jesús Owono, del Alavés, tras recibir su premio al MVP del partido entre Guinea Ecuatorial y Costa de Marfil. @NzalangNacional