El ambiente que se generó ayer en Mendizorroza, donde se registró el cuarto lleno de la temporada, fue digno de una gran cita. Pese al resultado adverso, la afición albiazul llevó en todo momento a sus futbolistas en volandas, si bien esto es lo habitual, y muchos de ellos quisieron agradecer ese apoyo al término del encuentro. Entre todos, llamó la atención Ander Guevara, quien dio una vuelta de honor al estadio, siendo nuevamente ovacionado.

Ese gesto, de auténtico capitán, cada vez sorprende menos verlo en el centrocampista gasteiztarra. Aunque el reto no era sencillo, Guevara ha afrontado su vuelta a casa con mucha naturalidad y, después de verle en acción durante varios meses, ya hay muchos seguidores babazorros que se atreven a señalarle como el mejor fichaje de este siglo, y eso que compite con históricos como Fernando Pacheco, Víctor Laguardia o Manu García, entre otros.

Dicha afirmación, aun siendo precipitada, puede no ser descabellada en el futuro. Futbolísticamente hablando, Guevara cuenta con unas cualidades que hacía mucho tiempo que no se disfrutaban en Mendizorroza. Le gusta ser protagonista, no le quema el balón en las botas y, cuando las transiciones comienzan en él, casi siempre llegan a buen puerto. Su trato de la pelota es exquisito, y está complementado por una gran visión de juego. 

Frente al Barça, que no es un rival nada fácil para rendir a buen nivel en la sala de máquinas, el gasteiztarra fue, junto a Rubén Duarte, el jugador albiazul que más pases realizó (36 %) y, además, registró una precisión del 86 %. Algo que ningún integrante de Osasuna o el Villarreal, los dos anteriores rivales de la escuadra culé, pudo hacer en sus respectivos compromisos, y eso que los groguets terminaron llevándose la victoria. 

Repasando su actuación, a Guevara solo le faltó una cosa: mirar más a portería. Pese a que no es habitual verle cerca del área, como también le ocurre a Antonio Blanco, sí que suele incorporarse alguna que otra vez y lo cierto es que le cuesta bastante buscar el remate, incluso cuando tiene espacio de sobra para ello. Y eso que, cabe recordar, no tiene un disparo malo; ante el Atlético, en el Metropolitano, fue un golpeo suyo el que recortó distancias

Ese es, probablemente, el único aspecto en el que le vendría bien mejorar al futbolista gasteiztarra. Perfeccionar todo lo demás, con la idea de subir otro escalón, dependerá de su continuidad en la máxima categoría. De momento, Luis García Plaza le ha dado esos galones que no tenía en la Real Sociedad y que necesita para seguir creciendo. Solo Antonio Sivera (2.160) ha disputado más minutos que él (2.132) a lo largo de la presente temporada. 

Donde, como se ha comentado al principio, no va a haber ninguna duda es en cuanto a sentimiento. Ha pasado muchos años en Donosti, pero Guevara es alavesista y va a dejarse la piel por dejar huella en el Paseo de Cervantes. Aun siendo un recién llegado, es de los que más se involucra en el día a día y, si no lo es ya, va camino de convertirse en uno de los capitanes. Es un líder nato, lleve o no el brazalete, y no es fácil encontrar a alguien así.

TRIÁNGULO DE LUJO

Ander Guevara, eso sí, también ha tenido algo de suerte. Además de que el estilo de Luis García le favorece, pues busca un equipo protagonista con el balón, su regreso al Alavés ha coincidido con el paso de dos futbolistas que encajan igual de bien en esa idea, como son Jon Guridi y Blanco. Los tres forman un triángulo de lujo que, por si su nivel actual no fuera suficiente, da la sensación de que aún está lejos de tocar techo. Presente y futuro. 

Y esa medular titular no está sola, cabe mencionar. Cuando hace falta energía y músculo, ahí aparece Carlos Benavídez, quien ya ha dejado varias actuaciones notables durante este curso; y por detrás aguardan su ocasión alguna de las perlas de Ibaia. Tras Abqar y Abde, el siguiente en subir, junto a Unai Ropero, debería ser Selu Diallo, un centrocampista todoterreno que, bien desarrollado, puede dar mucho de que hablar.