Fiesta completa en Mendizorroza. Éxtasis total con la victoria de un equipo que respondió como en las grandes noches esta temporada y ya se encuentra a un solo paso de hacer realidad el sueño del alavesismo.
El recinto del Paseo de Cervantes disfrutó de una noche mágica desde el primer minutos, precisamente el tiempo que necesitó Abde para batir a Zidane y dejar encarrilada la eliminatoria ante un Eibar sin las uñas afiladas e intimidado por el miedo escénico ejercido por el duodécimo futbolista de los babazorros.
Una vez más, y sin que extrañe a nadie, la hinchada albiazul demostró, tal y como corrobora alguien de la experiencia de Luis García, ser la mejor afición de la categoría. Los albiazules, bien arropados por la buena sintonía que existe con la hinchada del Eibar, demostraron que el fútbol puede ser una auténtica fiesta.
El horario del encuentro acompañó para que los alaveses pudieran quedar con sus cuadrillas y familiares y ambientar las calles de la ciudad y los aledaños del estadio en los momentos previos al duelo. Sin embargo, durante todo el día ya se pudieron distinguir camisetas albiazules por las calles de la capital alavesa.
Y es que los vitorianos eran muy conscientes de lo que había en juego. Poco a poco, los fieles de unos y otros fueron acercándose a los alrededores de Mendizorroza y los primeros cánticos ya se pudieron escuchar desde el césped, en concreto media hora antes de que Cordero Vega decretase el inicio del choque, mientras los protagonistas calentaban sobre el terreno de juego. Además, y como es costumbre, los albiazules recibieron a su equipo a su llegada al santuario como merecía la ocasión para demostrarles que seguían creyendo en ellos a la hora de un posible ascenso.
Luis García lo tuvo en ocasiones difícil para poder dar instrucciones a sus pupilos, ya que los cánticos no cesaron en ningún momento y los decibelios no bajaron en ningún instante. La igualdad mostrada en el campo ayudó a que la gente estuviera “enchufada” en todo momento e incluso cuando el Eibar dominó el tempo del encuentro, los aficionados albiazules no cesaron en su empeño de animar a los suyos.
Una afición de primera
Y es que Mendizorroza siempre ha presumido de ser una afición incansable en cualquier circunstancia porque incluso cuando vienen mal dadas, no han dejado de apoyar a los suyos. Y ayer, aún teniendo en cuenta la importancia del encuentro, los albiazules no cambiaron su actitud. Eso sí, el medio millar de aficionados del Eibar congregados en Mendizorroza también se hicieron notar pese a que, por razones obvias, lo tuvieron muy difícil.
El embriagador desenlace para los albiazules propició que después del pitido final la fiesta continuara en el estadio durante muchos minutos después. Las sonrisas inundaron Mendizorroza, deseoso de agradecer el titánico esfuerzo a sus pupilos. Un subidón que chocó con la melancolía de los aficionados armeros. Sin embargo, el inmejorable ambiente reinó entre ambas aficiones e incluso se pudieron escuchar cánticos de apoyo entre las dos aficiones.
Tras el partido, muchos seguidores alaveses esperaron a que sus ídolos salieran del estadio del Paseo de Cervantes para conseguir sus autógrafos y continuar dándoles ánimos para lo que se avecina, que no es poca cosa, es decir, la última gran batalla este domingo en Mendizorroza ante el Levante.
Pase lo que pase, y aunque el Deportivo Alavés aún tenga que superar un último escollo para ser equipo de la máxima categoría del fútbol nacional, una cosa ha quedado bien clara durante las 42 jornadas de esta competición: la afición del Glorioso es de Primera.
Este domingo, en la visita del temible Levante de Javi Calleja, también tocará quedarse sin voz en pos del objetivo soñado. Desde luego, la recompensa del ascenso merece la pena cualquier esfuerzo.